Este 7 de septiembre se celebra el Día Internacional del Aire Limpio por un cielo azul, una efeméride con la que Naciones Unidas quiere hacer hincapié en la urgente necesidad de limitar la polución para mejorar la salud y la vida cotidiana de las personas



La falta de aire limpio mata. Aunque los efectos directos de la contaminación atmosférica son invisibles y a menudo ignorados, esta consecuencia de la actividad humana es responsable cada año de aproximadamente 7 millones de muertes prematuras en todo el mundo, según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cada día, partículas invisibles de polución penetran en nuestros pulmones, nuestra sangre y nuestros cuerpos, siendo responsables de aproximadamente un tercio de las muertes por accidente cerebrovascular, enfermedad respiratoria crónica y cáncer de pulmón, así como de una cuarta parte de las muertes por ataque cardíaco. Ante esta situación, Naciones Unidas lanzó el año pasado Día Internacional del Aire Limpio por un cielo azul, con el que buscan hacer hincapié en la necesidad de realizar más esfuerzos para mejorar la calidad del aire a fin de proteger la salud de todos, aunque especialmente las poblaciones vulnerables como niños y ancianos.
«Hoy en día, nueve de cada diez personas respiran aire contaminado, lo que provoca unos 7 millones de muertes prematuras cada año, de las cuales 600.000 son niños. A menos que actuemos con decisión, este número podría duplicarse para 2050. Como muchos males de la sociedad, la polución atmosférica refleja las desigualdades globales, y la mayoría de las muertes relacionadas con la contaminación del aire ocurren en países de ingresos bajos y medianos, y en los vecindarios más pobres de las naciones más ricas», ha asegurado el secretario general de la ONU, António Guterres, en un discurso publicado este martes. «Si actuamos ya, podemos salvar hasta 150 millones de vidas este siglo y ayudar a limpiar nuestra atmósfera», ha añadido.
Y es que, aunque en las últimas décadas los países desarrollados han mejorado enormemente la calidad del aire en los últimos años, muchos países en desarrollo, que todavía dependen de la madera y otros combustibles sólidos para cocinar y calentar, se quedan atrás. De las 30 ciudades del mundo con la peor calidad del aire, 21 están en la India y las otras 9 se reparten entre el Sudeste Asiático, África y Oriente Medio, según el ránking elaborado anualmente por World Air Quality. En este sentido, el lema del Día Internacional del Aire Limpio para los cielos azules de este año es «Aire saludable, planeta saludable», que enfatiza los efectos en la salud de la contaminación del aire de los países más pobres, particularmente durante la pandemia de COVID-19.
Sin embargo, y a pesar de su especial incidencia en el mundo en desarrollo, hablamos de un problema que nos afecta a todos. Según los últimos datos del Índice de calidad de vida del aire (AQLI), que a pesar de su nombre se trata de un instituto estadounidense dedicado a la investigación sobre la contaminación, a menos que se reduzca la polución por partículas a nivel mundial para cumplir con las pautas de la OMS, la persona promedio perderá 2,2 años de su vida. De hecho, la contaminación por partículas tiene un impacto más devastador en la esperanza de vida que las enfermedades transmisibles como la tuberculosis y el VIH/SIDA e incluso hábitos insanos para los pulmones como fumar cigarrillos.
Además, la polución no solo afecta a la salud, sino que tiene un importante impacto sobre la economía. Naciones Unidas hace hincapié en los elevados costes de esta contaminación en el desarrollo, la productividad laboral, la atención sanitaria y el turismo, entre otros. Por tanto, es importante no subestimar los beneficios que supondría invertir en el control de dicha contaminación.
En este contexto, los expertos recomiendan mirar hacia Asia, donde China es un modelo importante que muestra que las políticas públicas pueden producir reducciones drásticas de la contaminación en poco tiempo. Desde que el país comenzó su «guerra contra la contaminación» en 2013 ha reducido su contaminación por partículas en un 29%, lo que representa tres cuartas partes de las reducciones en la contaminación del aire en todo el mundo y ha tenido como resultado que la gente de China haya agregado alrededor de un año y medio a sus vidas. Para poner el éxito de China en contexto, se necesitaron varias décadas y recesiones para que Estados Unidos y Europa lograran las mismas reducciones de contaminación que el gigante asiático pudo lograr en seis años.
La mitad de Latinoamérica, sin aire limpio
En este contexto global de difícil respiración, la región de América Latina no es solo una excepción sino uno de los principales focos de falta de aire limpio. La mitad de los 600 millones de latinoamericanos están expuestos a elevados niveles de contaminación, con los principales puntos críticos en Colombia, Perú y Brasil, según se desprende del informe anual de Políticas Energéticas de la Universidad de Chicago. En concreto, estos países cuentan con puntos críticos de contaminación, donde las concentraciones de partículas contaminantes son de 2 a 3 veces mayores que las recomendadas por la OMS.
En concreto, señaló que la expectativa de vida de los habitantes de Lima se ha reducido en 4,7 años debido a la contaminación del aire, con lo que ubica a la capital peruana como la ciudad latinoamericana con menor calidad del aire. A continuación, con una rebaja de 2 años de expectativa de vida se encuentran Bogotá y Medellín, ambas en Colombia.


Como causante de estos elevados niveles de contaminación el estudio apunta principalmente a las emisiones de los vehículos y la gran congestión de tráfico, por lo que también recalca la efectividad de medidas de restricción en el tránsito aplicadas en Santiago de Chile y Ciudad de México. Sin embargo, los investigadores alertan también que esta baja calidad del aire no se produce solo en las grandes ciudades, y pone como ejemplo la alta contaminación en el Amazonas, en Brasil, por los incendios en la selva tropical.
«Los acontecimientos del año pasado nos recuerdan que la contaminación del aire no es un problema que los países en desarrollo deban resolver por sí solos ”, asegura Ken Lee, director de la institución estadounidense. “La contaminación del aire provocada por combustibles fósiles es un problema global que requiere políticas sólidas en todos los frentes, incluso de los negociadores climáticos mundiales que se reunirán en los próximos meses. Los datos más recientes del AQLI proporcionan a los líderes y ciudadanos por igual la justificación que necesitan las políticas sólidas de aire limpio, que no es otra que brindar a la población unas vidas más largas», apunta.
