Alianzas, la clave para impulsar las soluciones basadas en la naturaleza

Alianzas, la clave para impulsar las soluciones basadas en la naturaleza

Un nuevo informe del PNUMA y el Foro Económico Mundial recomienda a los Gobiernos de los países del G20 apostar por las alianzas y catalizar la entrada de capital privado para aumentar el ritmo de implantación de las soluciones basadas en la naturaleza


Las soluciones basadas en la naturaleza son una categoría de activos en los que las empresas, los gobiernos y los ciudadanos pueden invertir para trabajar con la naturaleza en lugar de verla como una barrera para el progreso y el desarrollo económico. De hecho, este tipo de inversiones colocan a la naturaleza en el centro de muchos desafíos sociales, como las crisis climática y de biodiversidad, así como la reducción del riesgo de desastres, la seguridad hídrica y la salud humana. A través de actuaciones como la mejora del secuestro de carbono en tierras agrícolas y turberas, la defensa contra inundaciones mediante la construcción de barreras naturales o la protección de la biodiversidad global a través de la restauración de bosques y otras tierras, las soluciones basadas en la naturaleza pueden ayudar a mejorar la sociedad futura desde el presente.

A pesar de los numerosos beneficios sociales y económicos, el ritmo de implantación de estas soluciones es todavía demasiado bajo, incluso en los países desarrollados que deberían estar liderando esta revolución en nuestra forma de plantear edificios e infraestructuras. El gasto actual del G20 en la materia es de apenas 120.000 millones de dólares al año, pero el ritmo de inversión debería alcanzar al menos los 285.000 millones anuales para poder abordar con éxito las crisis interrelacionadas del clima, la biodiversidad y la degradación de la tierra. Y el camino más sencillo para cerrar esta brecha son las colaboraciones público-privadas.

Esa es una de las principales conclusiones del informe Estado de las finanzas para la naturaleza en el G20, elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en colaboración con el Foro Económico Mundial (WEF) y la Iniciativa contra la Degradación de la Tierra. En concreto, el documento revela que las inversiones del sector privado en soluciones basadas en la naturaleza siguen siendo pequeñas, ya que con apenas 14.000 millones al año solo llegan al 11% del gasto total en este sector clave, a pesar de que el sector privado aporta el 60% del PIB nacional total en la mayoría de los países del G20. Por lo tanto, es «absolutamente necesario» fortalecer los argumentos comerciales y de inversión a favor de la naturaleza e impulsar desde los Gobiernos de los países desarrollados la participación privada en estas soluciones.

soluciones basadas en la naturaleza
Las soluciones basadas en la naturaleza se presentan como una potente herramienta para lograr nuestra adaptación al cambio climático.

«Para aumentar la financiación privada, los gobiernos pueden impulsar la inversión en favor de la naturaleza, por ejemplo, mediante la creación de mercados estables y predecibles para los servicios de los ecosistemas como el carbono forestal o mediante el uso de dinero público para garantizar préstamos “verdes” a tasas inferiores a las del mercado», explica Ivo Mulder, director de la Unidad de Finanzas y Clima del PNUMA, que considera que «se necesitan cambios sistémicos en todos los niveles». Y es que, en su opinión, tanto empresas como instituciones financieras tienen también que aportar su granito de arena “divulgando completamente los riesgos financieros relacionados con el clima y la naturaleza”, mientras que los gobiernos “deben reorientar las políticas fiscales agrícolas y los aranceles relacionados con el comercio».

Según el informe, las inversiones anuales de soluciones basadas en la naturaleza del G20 deben aumentar en al menos un 140% para cumplir todos los objetivos acordados de biodiversidad, restauración de tierras y clima para 2050, lo que significa más 165.000 millones de dólares adicionales por año, que deberán provenir especialmente del gasto del sector privado. Para poner esto en perspectiva, las 50 economías más potentes del planeta han gastado hasta el momento más de 14,6 billones de dólares para atajar la crisis de la COVID-19, de los cuales solo 368.000 millones (el 2%) se consideraron «verdes», según un informe del PNUMA de 2021.

A nivel de inversión global, la inversión futura en soluciones basadas en la naturaleza debe cuadriplicarse para 2050, lo que equivale a más de 536.000 millones de dólares al año. Las futuras necesidades de inversión de los países del G20, que tienen una gran capacidad de satisfacerlas ya que llevan a cabo la mayor parte de la actividad económica y financiera mundial con margen fiscal, representan por tanto aproximadamente el 40% de esta inversión mundial total en 2050.

Mejorar la financiación de otros países

Además de esa apuesta por la colaboración público-privada, el informe también revela que, en cualquier caso, las inversiones del G20 representan el 92% de todo el gasto global en soluciones basadas en la naturaleza en 2020. Además, casi todas estas inversiones del G20 (el 87%) se distribuyeron internamente hacia programas nacionales. Es decir, que la gran mayoría de países del mundo, todos aquellos que no se incluyen dentro de este club, apenas disponen de dinero para invertir en sus propias infraestructuras verdes, a pesar de ser normalmente los que más lo necesitan. De hecho, la brecha de gasto en los países que no pertenecen al G20 es más grande y más difícil de cerrar que en los países de este club, ya que apenas un 2% de la inversión total se destinó a la denominada asistencia oficial para el desarrollo.

Ante esta situación, el PNUMA y el WEF piden a los Estados miembros del G20 que aprovechen el contexto actual de recuperación económica para aumentar la inversión en países que no pertenecen a este club, lo que a menudo puede ser más rentable y eficiente que invertir internamente. “En muchos casos, los países más desarrollados pueden mejorar la eficiencia económica en el gasto en soluciones basadas en la naturaleza al enfocarse en inversiones fuera del G20”, asegura Nina Bisom, coordinadora la Iniciativa contra la Degradación de la Tierra. “Por ejemplo, el coste promedio de convertir la tierra de otros usos a soluciones basadas en la naturaleza en los países del G20 es de 2.600 dólares por hectárea, mientras que lo mismo cuesta solo 2.100 dólares por hectárea para las regiones que no pertenecen al G20”.

UICN
La reforestación es una de las soluciones de mitigación y adaptación basadas en la naturaleza más común.

Además, el informe destaca la necesidad de que los países del G20 adopten un papel clave como agentes de cambio influyentes y alineen el desarrollo y la recuperación económica con los objetivos climáticos y de naturaleza internacional. “La crisis climática y de la naturaleza son dos caras de la misma moneda, y no podemos cambiar las cosas a menos que transformemos nuestros modelos económicos y sistemas de mercado para tener en cuenta el valor total de la naturaleza”, asegura Justin Adams, director del Foro Económico Mundial para soluciones basadas en la naturaleza.

En cualquier caso, estos hallazgos «confirman la urgencia de aumentar las inversiones en neutralidad climática que sean positivas para la naturaleza como única forma de cerrar las brechas de financiamiento climático y de biodiversidad«, tal y como se refleja en la Meta 19 del Marco de Biodiversidad Global de la Conferencia de Biodiversidad de las Naciones Unidas (COP15) y en el Pacto Climático de Glasgow que se firmó en la última COP26. Además, refuerzan la necesidad de acelerar la restauración de la tierra en todo el mundo, de acuerdo con los objetivos de la Década de las Naciones Unidas para la Restauración de Ecosistemas 2021-2030.

El informe concluye que los gobiernos deben realmente «reconstruir mejor» después de la crisis de COVID-19, aprovechando que muchos países desarrollados pueden pedir prestado a bajo precio en los mercados internacionales de capital. Para ello, deben brindar estímulo fiscal a los sectores con mayor potencial de transformación sostenible de sus economías, además de crear políticas regulatorias, fiscales y comerciales más favorables para las economías en transición, de modo que se cumplan los objetivos internacionales de biodiversidad, clima y degradación de la tierra. «Las naciones del G20 tienen la capacidad y los medios para predicar con el ejemplo«, apunta el informe del PNUMA a modo de advertencia.

España, ejemplo de soluciones para el agua

 

Vista aérea del Tancat de l’Illa, en la Albufera de Valencia.

El humedal levantino del que forman parte los Tancats de l’Illa y de Milia es uno de los más ricos y complejos paisajes culturales y naturales de nuestra geografía. Hablamos de lagunas someras llenas de vida que sin embargo no tienen como función única o principal proteger la fauna, sino esencialmente gestionar las aguas residuales. No son reservas naturales, sino infraestructuras de gestión del agua: soluciones basadas en la naturaleza que sirven de modelo a seguir y demuestran que el sector urbano del agua es una de las puntas de lanza de esta revolución verde.

Lo novedoso aquí es el concepto, porque el mecanismo de solución es antiguo: es dejar o permitir a la naturaleza que haga su trabajo. Lo que cambia y es nuevo es la aproximación humana a los retos: es emplear el propio medio natural como tecnología o infraestructura blanda para abordar necesidades de gestión; aprovechar su capacidad para remediarse a sí mismo sin aplicar costosas y duras soluciones de infraestructura.

Ahora, estos espacios son un refugio de fauna y un eficiente sistema de mejora de la calidad hídrica de la Albufera de Valencia. La naturaleza se cura a sí misma de la mano de Hidraqua, que gestiona estos espacios a través de la empresa pública Acuamed, lo que supone precisamente un ejemplo de esa colaboración público-privada que exige el PNUMA para llevar la implantación de las soluciones basadas en la naturaleza al siguiente nivel.



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