La actividad humana podría acabar asfixiando a los arrecifes de coral del Caribe más someros si no se frena el calentamiento global y se reduce la contaminación del litoral, según ha concluido un estudio elaborado por investigadores del Institut de Ciències del Mar de Barcelona



Cerca del 33% de los arrecifes de coral de todo el mundo se encuentran en peligro. Un grave problema para la diversidad que los expertos y diversas entidades atribuyen sobre todo al creciente aumento de las temperaturas de los océanos, pero que también encuentra su origen en la continua actividad humana en los litorales y océanos que contamina con diferentes poluantes estas auténticas reservas de biodiversidad. Es más, si no se actúa ya para frenar estos dos factores de destrucción, el ser humano podría acabar asfixiando a los arrecifes de coral del Caribe más someros, según ha concluido un estudio elaborado por investigadores del Institut de Ciències del Mar (ICM) de Barcelona y el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) de Panamá, publicado recientemente en la revista Ecography.
En un comunicado publicado este miércoles, el ICM ha explicado que el equipo investigador empezó a trabajar en el estudio en septiembre de 2017, después de que otro grupo de científicos documentara dos eventos de hipoxia (falta de oxígeno) en la bahía del Almirante, ubicada cerca de la frontera de Panamá con Costa Rica, que causaron la muerte de muchas especies.


Gracias a la instalación de una serie de sondas para medir el oxígeno en distintos puntos y profundidades de la bahía, las autoras y los autores del trabajo pudieron advertir que el agua presenta niveles de oxígeno muy bajos en las zonas de la bahía más cercanas al continente, sobre todo a mayor profundidad, donde debido a la poca circulación se acumulan todos los nutrientes de las aguas residuales y fertilizantes de las plantaciones cercanas. En cambio, en los puntos de la bahía más cercanos al océano abierto, la acción de las olas reoxigena el agua.
Con el fin de averiguar si estos eventos de hipoxia aumentan en frecuencia debido a una mayor aportación de nutrientes o al calentamiento global, así como para saber si ya ocurrieron en el pasado, el equipo investigador extrajo cuatro cilindros de sedimento (testimonios) en dos arrecifes a 3 m de profundidad, uno que actualmente experimenta hipoxia y otro que no, además de dos testimonios adicionales en una parte más profunda (4,8 m) del arrecife hipóxico donde actualmente los corales que lo forman están muertos. Posteriormente, los expertos analizaron los isótopos de las conchas de los gasterópodos fósiles contenidos en los mismos.
Señales de alerta
Con los resultados, el equipo creó una línea del tiempo datando los fragmentos de coral a través de los testimonios y clasificó los gasterópodos del Caribe según el papel que desempeñan en el ecosistema (por ejemplo, herbívoro, carnívoro o parásito). Gracias a ello, pudo observar un incremento de la proporción de herbívoros y una disminución en los valores de isótopos de carbono en la parte más profunda del arrecife antes de que la acumulación del arrecife se detuviera hace aproximadamente 1500 años, lo que sugiere que la hipoxia puede ser la causa del deterioro de la parte más profunda del arrecife.
“También hallamos señales similares en la parte poco profunda del arrecife hipóxico durante las últimas décadas que indican que la hipoxia podría estar expandiéndose a menor profundidad sin precedentes históricos. Además, nuestra hipótesis se apoya en la distribución espacial actual de oxígeno en la bahía y los datos históricos disponibles”, explica Blanca Figuerola, la investigadora del ICM que ha liderado el estudio.


Según el trabajo, el momento en el que la acumulación del arrecife de la parte profunda se detuvo no coincide con cambios climáticos importantes conocidos, pero sí con una expansión de las poblaciones humanas en la región. Esto indica que el desbroce del terreno podría haber causado un aumento de las aguas hipóxicas, alimentando la escorrentía de nutrientes en la zona.
“Nuestros datos históricos ponen de manifiesto que, si no se reduce la contaminación, los arrecifes más someros y relativamente más saludables podrían experimentar el mismo final que los más profundos”, alerta en este sentido el investigador del STRI y coautor del estudio Aaron O’Dea.
