El año pasado murieron 35 linces ibéricos por atropellos, sobre todo en Andalucía. Para evitarlo se van a instalar en los cruces de fauna más peligrosos unos dispositivos de detección que avisarán al conductor de la presencia de felinos en la carretera



Los atropellos a linces ibéricos se multiplican. En 2019 murieron 35 ejemplares por culpa de percances con vehículos, un récord histórico que supera las cifras de 2017, cuando fallecieron 31 de estos felinos, y que supone el 30% de la mortalidad no natural para esta especie. Debido a este aumento, el gobierno de Andalucía, comunidad donde se producen la mayoría de estos accidentes, ha avanzado que instalará dispositivos para prevenir la muerte de la fauna por atropello en todas las carreteras de la comunidad en las que hay puntos de cruce. En cualquier caso, la estadística negativa de fallecimientos no naturales esconde una realidad mucho más positiva: la recuperación de una especie que estuvo a punto de desaparecer a comienzos de los 2000.
El sistema que pretende instalar el Gobierno andaluz consiste en unos dispositivos que detectan tanto la velocidad del vehículo como la presencia cercana de un animal: en el caso de que se prevea una posible colisión, se activa un panel informativo de aviso al conductor. Si conductor no responde a esta advertencia, se activan unos altavoces con señales acústicas dirigidas a ahuyentar al animal y, de esta forma, tratar de evitar el atropello.
De esta forma, se podrán evitar sucesos como el de este lunes, cuando los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil han tenido que acudir a rescatar un lince herido en un tramo de la A-4 que separa dos poblaciones de esta especie: la de Andújar (Jaén) y la del río Guarrizas, entre la comarca jienense y Ciudad Real. El animal, que tenía una fractura en la pata como consecuencia de una posible colisión, ha podido ser atendido correctamente, por lo que en cuanto se cure, se procederá a su liberación. Un caso que supone una relativa «suerte» para el lince, ya que la semana pasada murieron atropellados dos ejemplares en el mismo tramo.
Según apunta la organización conservacionista WWF, para reducir el número de linces atropellados es clave la permeabilización de las infraestructuras, especialmente las más antiguas, como la A-4, con el objetivo de permitir que la fauna pueda cruzar de forma segura a través de pasos de fauna. Además, señalan que no basta con arreglar determinados puntos de las carreteras, sino que «se hace urgente ‘reverdecer’ las infraestructuras para permitir que la fauna las pueda cruzar de forma segura».
Por ahora, la Junta espera solucionar parte del problema con las nuevas señales anti-atropello. La implantación de estos dispositivos forman parte del proyecto denominado Safe-Crossing, aprobado por la Comisión Europea y que se desarrolla, además de en Andalucía, en Italia, Rumanía y Grecia para prevenir la muerte por atropello de lobos y osos. El presupuesto global del proyecto, que está enmarcado dentro del programa europeo LIFE, supera los cuatro millones de euros y cuenta con un 75% de financiación europea.
Una población que crece


Aunque las cifras de atropellos no paran de aumentar, este crecimiento es consecuencia de una realidad mucho menos sombría: la población de linces ibéricos se está recuperando. Lejos queda la situación de emergencia total que se vivió en 2002, cuando había menos de 200 linces ibéricos en toda la península y la especie entró en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como «felino más amenazado del mundo».
Ahora, aunque la especie sigue en peligro de extinción, se podría decir que ha salido de la UCI. El 2019 ha sido el último de una serie de años muy positivos para la recuperación del lince ibérico, ya que a falta de datos definitivos, la población incorporó a unos 150 nuevos ejemplares este año tanto en España como en Portugal, lo que supone un aumento del 22,40%, según las estimaciones de WWF. El coordinador de conservación de la ONG, Luis Suárez, ha explicado que el balance del año pasado es «positivo» para los linces ya que la población se estima entre 820 y 830 ejemplares, un dato que confirma que «la tendencia creciente de la población se mantiene y sigue constante».
La población de linces ha pasado de 200 ejemplares a más de 800 desde el año 2002
El crecimiento de la población de linces lleva además aparejada una expansión territorial. Estos días ha causado gran sensación el vídeo difundido por redes sociales donde se ve a un ejemplar transitar de noche junto a una carretera en el Valle del Tiétar (Ávila), en la ladera sur de la Sierra de Gredos. La noticia es una señal clara de la expansión que ha tenido la especie en la última década, gracias al proyecto de cría en cautividad puesto en marcha para recuperarlo. En el año 2000 sólo quedaban linces en dos localizaciones de España: Doñana y la Sierra Morena. Hoy, el felino se ha extendido por más zonas de Andalucía y ha llegado a Portugal, Extremadura, Castilla-La Mancha e incluso ahora Castilla y León.
Sin embargo, el vídeo de este lince grabado en Gredos, corriendo por el arcén y huyendo de los focos del coche que le sigue, muestra también lo cerca que está el felino de su principal amenaza: las carreteras. A medida que va ganando terreno, y ocupando nuevos territorios, el lince se ve obligado a pasar una red de infraestructuras donde los accidentes están a la orden del día.
