Un estudio, en el que ha participado el CSIC, ha concluido que los anfibios se están desplazando a las zonas más altas de la Península Ibérica por culpa del cambio climático. Además, este fenómeno global también ha llevado a cambiar sus tendencias reproductivas, entre otros aspectos



El cambio climático supone una grave amenaza para la fauna del planeta. Sin embargo, este no está afectando de forma homogénea en todas las especies, sino que existen algunas que están sufriendo especialmente sus efectos, como los anfibios. Según la Alianza para la Supervivencia de los Anfibios (ASA), más de un 40% de esas especies se encuentran amenazadas y unas 168 se podrían haber extinguido en los últimos años. Una situación alcanzada principalmente por la destrucción de sus hábitats.
En este sentido, un equipo, con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha publicado una investigación en la revista Climatic Change en el que demuestran que los anfibios de la Península Ibérica están ocupando zonas de montaña más altas que en el siglo pasado. Un síntoma, han explicado, fruto del cambio climático.
Según ha señalado Urtzi Enriquez-Urzelai, autor principal del estudio y componente de la Unidad Mixta de Investigación en Biodiversidad, esto sucede debido a que los anfibios son particularmente sensibles al cambio climático.
Por otro lado, han asegurado que esta solución podría no ser suficiente para escapar al cambio climático y llevar a los anfibios a un callejón sin salida: “Los microclimas fríos de las zonas de alta montaña están desapareciendo debido al cambio climático, por lo que esa dirección podría llevar a un camino sin salida”, ha subrayado Enriquez-Urzelai.
Si las condiciones climáticas cambian rápidamente se puede producir una disminución del número de individuos
En este sentido, Nicola Bernardo, coautor del artículo e investigador predoctoral de la Estación Biológica de Doñana (EBD), centro del CSIC en Sevilla ha advertido que es posible que muchas especies no consigan adaptarse y así entrar en la posibilidad de que dichas especies entren en un vórtice de extinción a nivel local.
Para poder frenar este impacto, “es necesario seguir monitorizando todos los cambios a fin de identificar las poblaciones en riesgo lo antes posible y aplicar medidas de conservación adecuadas”, han informado Albert Montori y Gustavo Llorente.
Para poder llegar a estas conclusiones, los expertos han analizado una base de datos, 1901 hasta 2015, elaborada por la Asociación Herpetológica Española, organismo que recoge datos sobre la presencia de anfibios en toda la Península Ibérica, con el fin de determinar si ha habido algún cambio en la distribución de las especies o en las condiciones climáticas dentro de su rango de distribución a lo largo de ese periodo de tiempo.
La Sierra de Guadarrama
En la sierra de Guadarrama, en Madrid, Jaime Bosch, experto en comportamiento y conservación de anfibios e investigador de Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), ha podido medir en uno de sus últimos estudios esta tendencia.


En esta ocasión, el científico ha estudiado nueve especies de anfibios en 242 charcas del entorno de Peñalara con el objetivo de medir el impacto de la temperatura en ese tipo de fauna.
Según los datos de Jaime Bosch, la tendencia global de las especies a lo largo de los 18 años que han investigado ha sido dispar, ya que se han observado descensos e incrementos en la población dependiendo de su hábitat. “Las especies que viven mayores altitudes han disminuido, mientras que en las menores han aumentado”, ha subrayado.
Otras consecuencias
Además del hábitat, la reproducción de estas especies es otro de los aspectos en los que el cambio climático más ha incidido, según Jaime Bosch.
En otro de sus estudios, el experto ha expuesto que en los últimos 30 años varias especies de anfibios europeas han adelantado entre dos y siete semanas el inicio de la estación reproductiva. Un fenómeno “relacionado, sin duda, con el aumento de las temperaturas”.
Por otro lado, el incremento de la radiación ultravioleta, como consecuencia de la destrucción de la capa de ozono, ha señalado, “podría ser un problema para los anfibios de altas altitudes”. Un problema al que se le une la contaminación ambiental proveniente de los emplazamientos humanos.
