Con 1.481 años, un venerable ejemplar de ‘Juniperus cedrus’ o cedro canario en el Teide es, oficialmente, el árbol más antiguo del territorio de la Unión Europea, según una datación científica por carbono recién realizada



Canarias es el territorio más rico en biodiversidad del territorio español y también de la Unión Europea. La situación geográfica del archipiélago, su condición insular y su peculiar historia evolutiva de millones de años han hecho que cuente con el mayor número de especies propias o endemismos del territorio europeo.
Una de esas especies únicas es el árbol conocido como cedro canario (Juniperus cedrus), una conífera resistente a la sequía, el frío y el calor extremo que no es técnicamente un cedro, sino más bien una sabina o un enebro, pero que fue apodada como cedro por los primeros europeos que la conocieron al arribar a las islas debido a un más que improbable parecido con los cedros auténticos.
Es algo que ha ocurrido a lo largo de la historia: quienes llegan a una tierra nueva suelen nombrar los árboles por su similitud con aquellos que conocen en su territorio, y así están llenas las enciclopedias de nombres que no se corresponden exactamente con lo que el árbol es científicamente hablando.
Sea como sea, los cedros canarios, los junipurus cedrus, siguen medrando en los roquedos más inaccesibles de Tenerife, allá donde el hacha, el ganado o el fuego no han conseguido llegar en los últimos siglos.
Se trata de un árbol característico de la Macaronesia, es decir los archipiélagos atlánticos de Canarias, Madeira y Azores. En Madeira prospera una subespecie Juniperus cedrus maderensis, y en Azores crece un pariente muy cercano, catalogado como especie aparte, el Juniperus brevifolia. Suelen crecer a una altitud entre los 500 y los 2.500 metros y puede alcanzar 20 metros de alto, aunque en el caso de los ejemplares de las cumbres del Teide tienen un porte más retorcido e intrincado.


Lo que se acaba de descubrir ahora es que uno de esos resistentes cedros canarios, que crece en el Parque Nacional del Teide, es el árbol más viejo del territorio de la Unión Europea. Las técnicas de datación por radiocarbono han arrojado para uno de ellos, una edad de 1.481 años, según una investigación realizada por técnicos del Instituto Universitario de Gestión Forestal Sostenible de la Universidad de Valladolid (iuFOR), la Universidad Rey Juan Carlos y el Parque Nacional del Teide y publicada en la revista científica Ecology de la Ecological Society of America, informa el Cabildo de Tenerife en un comunicado.
Dos siglos más viejo que cualquier otro
La datación realizada demuestra que este cedro canario es 250 años más anciano que el árbol considerado hasta ahora como el más antiguo de Europa, un ejemplar de pino de los Balcanes (Pinus heldreichii), que crece en el Parque Nacional de Pollino, Italia y al que se le estima una edad de 1.230 años.


Otro árbol que comparte el podio de la longevidad europea es de nuevo otro pino de los Balcanes, de 1.075 años de edad según las dataciones, apodado Adonis y que habita en el norte de Grecia.
El Parque Nacional del Teide llevaba tiempo rozando registros de récord de longevidad con los cedros canarios. En 2019, el Parque Nacional del Teide identificó un ejemplar conocido como El Patriarca como el árbol más viejo del espacio natural protegido. Se le atribuyó una edad de 1.118 años.
El nuevo estudio ha demostrado que “existen ejemplares aún más viejos”, ha afirmado la consejera de Gestión del Medio Natural y Seguridad del Cabildo, Isabel García, al dar a conocer el trabajo de investigación.
El cedro canario es más bien una sabina o enebro
La denominación popular de cedro canario no responde realmente a la taxonomía científica. La especie de Tenerife corresponde al género Juniperus, que engloba árboles conocidos como sabinas y enebros. Los cedros verdaderos están englobados en el género Cedrus, que guarda un parentesco relativo con Juniperus, pero abarca especies muy distintas en tamaño y arquitectura a sabinas y enebros.
Los cedros son árboles monumentales, muy utilizados en la jardinería de ciudades de todo el mundo, que pueden llegar a 40 metros de altura. Crecen en las montañas del Atlas marroquí, en el Líbano, en las laderas del Himalaya y en algunos puntos del continente euroasiático, en una dispersión geográfica que es todo un misterioso tratado de biogeografía.
Por el contrario, el género Juniperus abarca decenas de especies de porte más pequeño, distribuidas por todo el hemisferio norte y con amplia representación de especies en la Península Ibérica.
Los expertos han comprobado ahora, tras realizar la datación por radiocarbono, que varios de los ejemplares estudiados sobrepasan los 1.000 años y que uno de ellos tiene 1.481 años, lo que lo convierte en el árbol más viejo datado hasta la fecha de la Unión Europea.
“Varios de los árboles que hemos encontrado sobrepasan holgadamente los 1.000 años y solo hemos mirado una pequeña parte de lo que hay, lo que nos hace pensar que apenas estamos arañando la superficie de lo que podría ser uno de los reductos más importantes de árboles viejos del planeta”, afirma Gabriel Sangüesa, investigador Juan de la Cierva en el Campus de la Universidad de Valladolid en Soria y primer autor del trabajo.
“El Parque Nacional de Teide es un importante laboratorio para estudiar la biodiversidad. Cada planta, cada ser vivo que se encuentra en sus límites es una muestra científica que nos permite descubrir aspectos importantísimas sobre especies y su evolución, por ello es imprescindible hacer una labor de concienciación a la población para mantener, respetar y cuidar con mimo ese entorno”, asegura la consejera de Medio Natural del Cabildo, Isabel García, en relación a estos hallazgos.
Una investigación complicada
El acceso a estas poblaciones de Juniperus cedrus es complicado porque están encaramados a roquedos de roca volcánica sólo accesibles con técnicas de escalada avanzadas, un reto que los científicos superaron gracias a la colaboración de escaladores locales, expertos en trabajos de conservación en zonas acantiladas y coautores del trabajo.
Según recuerda el Cabildo de Tenerife en su comunicado, estos árboles ancianos han sido capaces de superar cinco erupciones volcánicas en los últimos 500 años y continuas caídas de rocas y desarrollarse en un clima árido y frío, donde apenas tienen suelo fértil donde agarrarse.
Sobre el hecho de que los árboles se encuentren en una ubicación tan inhóspita, José Miguel Olano, investigador de la Universidad de Valladolid en Soria y coautor del trabajo, afirma: «Los árboles prosperan mucho mejor en el llano, pero para persistir han tenido que refugiarse en los cortados, ya que la acción del hombre ha sido mucho más devastadora que los volcanes”, afirma.


Gracias a las medidas de conservación y protección derivadas de la creación del Parque Nacional, los cedros están recolonizando los llanos de los que fueron expulsados.
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Saber realmente cuál es el árbol más viejo de España o de la UE no es sencillo, pues supone intervenir en ellos tomando muestras de madera con el sistema de barrena, para contar sus anillos o, como es el caso, datar por radiocarbono una muestra del corazón central del especimen.
Los propios investigadores que han datado el cedro canario consideran que puede haber tejos, robles, castaños u olivos que crecen en la España peninsular que podrían tener también una edad milenaria.
A nivel mundial, el árbol reconocido como el más antiguo del mundo es Matusalén, un ejemplar de pino longevo (Pinus longaeva) de 4.847 años, que crece en el Bosque Nacional de Inyo, situado en la Sierra Nevada y Sierra Blanca de California de Estados Unidos.
En Irán crece también, el ciprés de Abarkuh (Cupressus sempervirens), al que se estima una edad cercana a los 4.500 años.
Una de las preguntas es por qué los árboles más antiguos conocidos en el mundo crecen en cumbres inhóspitas, inaccesibles. Realmente no son las condiciones óptimas para el desarrollo de un organismo vegetal. Deben soportar fríos extremos y heladas, sequedad, exposición a los vientos, crecer sobre un suelo pedregoso y pobre en nutrientes. Lo normal es que los árboles se desarrollen y alcancen una longevidad larga en condiciones más amables.
Sin embargo, cuando los científicos se dedican a datar ancianos vegetales acaban encontrándolos en las cimas más remotas de montañas olvidadas. Lo que es claramente un efecto de la acción humana sobre la naturaleza. En las zonas más habitables, hace tiempo que los viejos árboles desaparecieron. Solo allí donde ha sido difícil llegar permanecen los ejemplares que han sobrevivido al tiempo y al ser humano.
