Árboles “rescatados” y gratis para acelerar la reforestación en Países Bajos

Árboles “rescatados” y gratis para acelerar la reforestación en Países Bajos

Árboles “rescatados” y gratis para acelerar la reforestación en Países Bajos

La campaña Meer Bomen Nu -Más Árboles Ahora- está buscando repartir hasta un millón de árboles este invierno y espera que su método sea copiado extensamente en otros países.


Nicholas Dale
Madrid | 7 enero, 2022


En medio de una ola de calor en el verano de 2020 las carreteras de Holanda colapsaron, pero no fue como consecuencia de las temperaturas. Eran 150.000 jóvenes perales siendo repartidos a centros de acopio para luego ser entregados sin costo alguno a personas que quisiesen plantar un par, o unos cuantos cientos, en sus jardines o campos. Ese día, de repente y casi sin querer, saltó a prominiencia una campaña de reforestación nacida unos meses antes, llamada simplemente Meer Bomen Nu -Más Árboles Ahora-. Este invierno la apuesta ha crecido. Están buscando plantar un millón de árboles en el país y, de paso, cambiar la mentalidad de la gente frente a la reforestación.

La estrategia consiste en “rescatar” jóvenes árboles que solían ser cortados y desechados, guardarlos hasta el momento óptimo para la replantación, y luego repartirlos gratuitamente a quienes quieran plantarlos. Reforestación circular, barata y muy eficaz, explica Hanneke van Ormondt, que trabaja para Urgenda, una organización en defensa del medio ambiente neerlandesa reconocida internacionalmente por haber demandado al Estado por no cumplir sus compromisos ambientales y que está detrás de este programa.

Este granjero ha plantado una selección variada de árboles en medio de uno de sus campos. Cuando crezcan serán un centro de biodiversidad.

La idea original, sin embargo, fue de Franke van der Laan, biólogo, botánico y director de la fundación MEERGroen. Él había estado llamando a Urgenda desde hacía meses con la propuesta de unir fuerzas y plantar “miles de millones de árboles que ya están allí fuera en la naturaleza”; pero van Ormondt lo despachaba una y otra vez, pensando, “pff, ¿mil millones de árboles? Ahora mismo estoy ocupada».

No obstante, una tarde en el Ministerio de Agricultura y Naturaleza recordó las palabras de van der Laan y se le encendió la bombilla. Como representante de Urgenda, van Ormondt estaba presionando para que el gobierno cumpliese los objetivos de reforestación37,000 hectáreas o 100 millones de árboles antes de 2030-, cuando alguien le dijo, con un poco de condescendencia: “Así que quieren plantar todos estos árboles, pero los viveros no están ni cerca de tener suficientes”. El comentario le produjo rabia, pero tenía razón. Si se depende solamente de criaderos será imposible alcanzar el ritmo de siembra de árboles necesario; especialmente si se consideran las metas de la Unión Europea en conjunto, que son de 3 mil millones de nuevos árboles antes del final de la década.

Así que van Ormondt fue a visitar a van der Laan para ver en primera persona en qué consistía su gran idea. No tardó mucho en quedar convencida. En su pequeño huerto de vegetales van der Laan había montado un centro de acopio de árboles jóvenes que había ido sacando a lo largo del invierno de los parques y bosques a los que hace mantenimiento. Él sólo había logrado juntar 40.000 árboles de 80 especies diferentes, pero necesitaba ayuda para conectar con gente que los quisiera. Ahí entró Urgenda. En dos días tenían a 20 agricultores que recibieron los árboles y los plantaron en sus tierras.

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Miles de árboles y ramas que pueden ser replantadas almacenadas en uno de los centros de acopio para el momento de entrega. | MEER BUMEN NU

Aquello fue en marzo de 2020, y desde ese momento el proyecto solo ha ido creciendo. En junio lanzaron la campaña formalmente, para que la gente pudiera pedir árboles para el invierno -pues solo se pueden plantar en esos meses-. En julio recibieron la donación repentina de los perales que atascaron el país. Y así, en un par de meses, tenían ya un millón de pedidos. Al final del año, sin embargo, solamente pudieron repartir 250,000 en medio de confinamientos causados por la todavía descontrolada pandemia.

Aún así, los ánimos no decayeron; presentían que habían descubierto una fórmula excelente. Se confirmó el siguiente verano cuando tras una encuesta encontraron que el 80% de los árboles repartidos el año anterior habían sobrevivido. Una cifra altísima, considerando que quienes habían plantado los árboles eran en su gran mayoría civiles sin experiencia previa. “En ese momento supimos que teníamos que seguir con esta campaña. Tiene mucho potencial para el clima y la biodiversidad, no solamente en Holanda, pero en todos lados. Se puede acelerar la plantación de árboles, hacerlo mucho más barato y es algo en lo que todo el mundo se puede involucrar”, señala entusiasmada van Ormondt.

Un gana-gana ambiental/verde para exportación

Ahora, en el segundo año de vida de Meer Bomen Nu, el objetivo es lograr repartir, esta vez sí, un millón de árboles. Aunque el número es más simbólico que otra cosa, advierte van Ormondt. “El verdadero objetivo es cambiar la forma en que la gente ve la naturaleza, que no piensen en arrancar un árbol joven y deshacerse de él, sino que lo donen porque hay otra gente que los puede ubicar”; y esto aplica tanto para Holanda, como cualquier otro lugar del mundo.

A lo largo del planeta es práctica común hacer una constante criba de árboles jóvenes. En ocasiones se hace para proteger el balance de especies, evitando que una sola variedad “conquiste” el terreno por completo. También se hace cuando, en parques, un árbol está creciendo en algún camino o en zonas de pasto donde se decide que esas jóvenes plantas no son estéticamente deseables.

Solamente estos ya son miles de árboles que no ven la madurez, pero además están todos aquellos que mueren por selección natural. Esto sucede en zonas de bosque en dónde la abundancia es tal que solo el 5% de los árboles es suficientemente fuerte para superar los primeros meses de vida. El resto igualmente juega un papel importante, pues habrá ayudado a fortalecer a los supervivientes con su competencia y termina enriqueciendo la tierra tras morir; pero es posible llevarse un porcentaje para plantar en otro lado sin tener un impacto negativo

Por lo tanto, los beneficios del sistema de “manejo forestal circular”, como lo han bautizado sus impulsores, son múltiples y diversos. Además de significar una maximización de la capacidad de retención de carbono de la tierra, aporta a la biodiversidad. Pero también es prácticamente gratuito a pesar de ser una tarea logística mayúscula. A diferencia de la mayoría de los programas de reforestación, en este caso la cadena está formada por miles de voluntarios a quienes se les facilita la participación sin necesidad de firmar contratos ni compromisos.

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Un grupo de voluntarios “rescata” árboles en un bosque holandés. | MEER BUMEN NU.

“La gente que se ha conectado es muy entusiasta. Ahora lo ven como si fuese sentido común. Tenemos silvicultores, guardabosques y administradores de parques que dicen que ya no volverán a tirar ningún árbol”, cuenta orgullosa van Ormondt, que tiene la esperanza de que dentro de dos años todos los ayuntamientos del país tengan sus propios centros de acopio donde la gente pueda donar y recoger árboles. Por ahora, el ejército holandés se ha comprometido a echar una mano y dejar terrenos para guardar miles de árboles durante los meses más calientes, cuando la siembra de árboles es menos efectiva.

Cumplido el objetivo de cambiar como piensa la gente en Holanda acerca de la reforestación, Urgenda está buscando exportar el sistema. Los primeros sitios donde se podría hacer es en otros países del norte de Europa, pues las condiciones son muy similares; de hecho, ya ha habido interés en Bélgica, Suecia e Irlanda, entre otros. Para aplicarlo en otros lugares sería necesario adaptarlo a las características climáticas locales, reconoce van Ormondt, pero por lo menos no hay que pagar patente o franquicia.

 


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