Un estudio concluye que casi un tercio de los bosques más antiguos de la Tierra han desaparecido como consecuencia de los incendios, la tala o las enfermedades. Para sus autores, esto puede desencadenar graves consecuencias en los ecosistemas y en la salud en general



“Los bosques, o más bien, los ‘pulmones’ de la Tierra se están rejuveneciendo”. Esta noticia que, en principio puede parecer positiva para la salud de nuestro planeta, en realidad se trata de un fenómeno perjudicial y que promete desencadenar amplios impactos negativos en los ecosistemas globales.
Esto se debe a que los bosques más antiguos funcionan como enormes almacenes de carbono, así como fortalezas de biodiversidad. Por el contrario, los bosques más jóvenes, aunque puedan capturar más dióxido de carbono en su etapa de crecimiento, los cambios en el medio y en los recursos no les permiten hacer uso de esa cualidad y, como consecuencia, tampoco desarrollarse correctamente, lo que acarrea que no puedan albergar tanta biodiversidad.
Existen excepciones en las latitudes más altas, donde la proporción de bosque antiguo ha crecido
«Un planeta futuro con menos bosques grandes y viejos será muy diferente a lo que nos hemos acostumbrado”, ha añadido el experto.
En concreto, en su investigación se destaca que la masa forestal más antigua cayó casi un tercio desde 1900 en todo el mundo. Los bosques más afectados son aquellos con una edad superior a 140 años, pues, según sus datos, su proporción ha retrocedido aproximadamente en un 25% con respecto a principios del siglo pasado.
En otras palabras. en 1900 existía una extensión de 4.8 millones de kilómetros cuadrados de bosque joven. En 2015 esa superficie aumentó hasta los 12,5 millones de kilómetros cuadrados.
“En Europa y Reino Unido, los bosques de ahora no se pueden comprar con los que existían incluso antes de la llegada del ser humano”, ha comentado Nate McDowell.
El problema de toda esta historia, ha informado el científico, es que se espera que esta dinámica continúe sucediendo debido a los cambios que se están produciendo en el medio.
Humanos, principales destructores
A través de una revisión de más de 160 estudios e imágenes satelitales, Nate McDowell y su equipo llegaron a la conclusión que la tala, los incendios forestales, los insectos y las enfermedades son las principales causas de la muerte de la masa forestal antigua.
Todas esas acciones están impulsadas directa o indirectamente por la mano de la humanidad que, además, está alimentando el monstruo del cambio climático, fenómeno que empeorará si cabe la situación de los bosques más antiguos.
“La escasez en la disponibilidad de recursos y el aumento de las temperaturas se presentan como dos grandes enemigos de los bosques ya que impedirán su desarrollo en el futuro”, ha informado McDowell.
“A esos factores se suma los incendios forestales, la deforestación biótica (por insectos, hongos u otras plantas) y la tala indiscriminada de las personas. Todo ello está favoreciendo un mundo con menos bosques o más jóvenes que alterarán nuestra forma de vivir y resiliencia”, ha concluido.
