Los científicos han descubierto que el color azulado intenso de los frutos del durillo (Viburnum tinus) se debe a la disposición de unas capas de grasa en sus paredes celulares. Los expertos creen que, de comprenderse este mecanismo, se podrán crear pigmentos más llamativos y sostenibles



De entre toda la biodiversidad del continente europeo destaca un pequeño arbusto, conocido popularmente como durillo o científicamente como Viburnum tinus, que supone la principal fuente de alimento para muchas aves de la región.
El motivo por el que estos animales eligen sus frutos frente al de otros arbustos no es por la cantidad de grasa que estos albergan, sino por el llamativo color azul eléctrico que los hacen tan visibles e irresistibles y que, para muchos científicos, es en parte artífice de su enorme éxito.
La mayoría de los colores que podemos ver en la naturaleza tienen su origen en los distintos pigmentos que se utilizan en las superficies para crearlos. Sin embargo, algunos de los materiales más brillantes y coloridos de la naturaleza, como las plumas de pavo real, las alas de mariposa y los ópalos, obtienen su color no de los pigmentos, sino mediante su estructura interna, un fenómeno conocido como color estructural.
“Dependiendo de cómo estén dispuestas y ordenadas estas estructuras, pueden reflejar ciertos colores, creando color mediante la interacción entre la luz y la materia”, comenta un grupo de científicos que ha estudiado este fenómeno.
La dureza del durillo
El durillo o Viburnum tinus es una planta autóctona de la península ibérica que se puede encontrar en casi cada uno de los rincones del país.
El nombre de durillo proviene de la dureza que muestra esta planta frente a los empaques del calor, frío, sol y sobra. De hecho, se mantiene siempre con un buen color verde y es una de las primeras plantas que florece tras el invierno.
Además, el durillo no suele sufrir el ataque de insectos, hongos u otros parásitos, de ahí que se trate de una planta diseminada por todo el continente europeo.
«Las plantas de Viburnum tinus se pueden encontrar en los jardines y en las calles de todo el Reino Unido y gran parte de Europa. La mayoría de nosotros las hemos visto, incluso si no nos damos cuenta de lo inusual que es el color de las frutas”, destacan los científicos que la han estudiado.
Según un reciente estudio, los colores brillantes del Viburnum tinus no son una excepción y su origen se puede explicar gracias a la su estructura interna que adquieren los lípidos.
“El brillo metálico de las bayas de Viburnum es muy inusual, por lo que utilizamos microscopía electrónica para estudiar la estructura de la pared celular. En ese momento descubrimos que los frutos escondían una estructura diferente a todo lo que habíamos visto antes: capa tras capa de pequeñas gotas de lípidos”, comenta Miranda Sinnott-Armstrong, coautora del hallazgo.


«Esto es muy extraño porque los lípidos globulares como estos no se encuentran normalmente en esta disposición en la pared celular, ya que normalmente se almacenan dentro de la célula y se utilizan para el transporte», destaca Rox Middleton, otro coautor del estudio.
Además, debajo de las capas de lípidos descubrieron que se encuentra otra capa de pigmento rojo oscuro, que absorbe cualquier otra longitud de onda de luz con el fin de intensificar un más ese característico tono azulado.
“Cualquier luz que no sea reflejada por la estructura lipídica es absorbida por el pigmento rojo oscuro que se encuentra debajo. Esto evita la retrodispersión de la luz, lo que hace que los frutos parezcan aún más azules”, añade Miranda Sinnott-Armstrong.
Por ahora, los científicos creen que este intenso color azulado tiene el objetivo de atraer a pequeños herbívoros, como las aves, para expandir los frutos, así como una señal de su contenido nutricional: “Un pájaro podría mirar una fruta y saber si es rica en grasas o en carbohidratos en función de si es azul o no”, admiten los científicos.
Los científicos están centrados en descubrir otras plantas que puedan utilizar este mecanismo para producir colores intensos en los frutos. De ser una estrategia extendida, nosotros podríamos replicarlo para producir colores intensos en nuestros alimentos de una manera sana y sostenible.
“Una vez que se comprenda mejor este mecanismo, podría usarse potencialmente para crear un colorante alimentario más saludable y sostenible”, concluyen los expertos.
