Cómo sobrevivir al coronavirus criando renos - EL ÁGORA DIARIO

Cómo sobrevivir al coronavirus criando renos

Cómo sobrevivir al coronavirus criando renos

La subida de temperaturas azota al Ártico noruego afectando a la cría tradicional del reno. Esto, sumado a la actual pandemia de coronavirus, altera a la comunidad sami que se ayuda de los ingresos del turismo para la cría de estos animales


Jorge Astorquia
Vesterålen (Noruega) | 14 agosto, 2020


El mundo está cambiando, y lo está haciendo rápidamente incluso en las zonas más remotas del planeta. Ocurre incluso en las montañas de la isla de Hinnøya, en el archipiélago noruego de Vesterålen, por encima del Círculo Polar Ártico, donde me encuentro escribiendo este artículo.

Hace unos días que Noruega volvió a abrir sus fronteras a algunos países de la zona Schengen después de su cierre el pasado marzo y sus habitantes esperan este soplo de aire fresco para el turismo después de una temporada de verano muy mala debido a la pandemia. El turismo en Noruega aporta un 9% del producto interior bruto del país y esta cifra hasta el año pasado creciente da trabajo, en su mayor parte, a las zonas rurales del país.

Estos cambios afectan incluso a Laila, habitante de esta región del Ártico con quien estoy recorriendo estas montañas. Ella es parte del pueblo sami, a quienes se conoce como los habitantes de Laponia, los lapones. Son el último pueblo indígena de Europa y pese a que físicamente son difíciles de distinguir del resto de los habitantes del Ártico europeo se les identifica fácilmente porque están muy ligados a una actividad muy particular, la cría del reno.

Rutas de migración de los renos en Laponia.

Históricamente este pueblo seminómada ha seguido a los renos en sus ciclos de migración. Al llegar la primavera los renos comienzan a desplazarse desde el interior hasta la costa, en un viaje de alrededor de 10 días donde huyen del calor, las moscas y los mosquitos. Ahí permanecen hasta septiembre u octubre momento en el que vuelven al interior a pasar el invierno.

Los renos se alimentan casi exclusivamente de líquenes que abundan en el suelo del Ártico. En invierno, utilizan sus pezuñas para apartar la nieve y acceder a ellos. “Los sami siguen a los renos en sus migraciones y nunca tuvieron patria, hasta que la creación de las fronteras modernas les obligó a elegir ser rusos, finlandeses, suecos o noruegos.”

En el seguimiento de las manadas participaba toda la familia sami, que seguía a los renos dejando su asentamiento de invierno para establecerse cerca de las manadas, en la costa. Pero no todos los sami se dedican a la cría del reno. Hoy en día desempeñan cualquiera de las profesiones que todos conocemos como pescadores, científicos, abogados o maestros. Laila y su familia, sin embargo, se dedican a la tradicional cría del reno. Cosa que en Noruega (a diferencia del resto de países de Laponia) corresponde según la ley de cría de renos del 2007, únicamente a este pueblo indígena.

Laila recuerda los largos meses de invierno que solía vivir en su niñez ayudando a su abuelo con los renos. “Las manadas viven libres, no los pastoreamos, los seguimos”, apunta Laila. “Sólo se meten en cercados para marcarlos, curarlos o cuando los sacrificamos”.

Un cercado de renos en la isla noruega de Vesterålen. | J.A.

Del reno se aprovecha todo; su cornamenta para hacer empuñaduras para los cuchillos, su piel para hacer botas, cinturones, alfombras y toda clase de abrigos. Su carne, muy apreciada, contiene omega-3, un ácido graso que suele encontrarse sólo en el pescado.

En las islas el seguimiento de las manadas es significativamente más amable que en el interior, ya que los renos pasan el invierno en la costa mientras que en verano suben a la cima de las montañas, donde siempre hace viento, están frescos y permanecen alejados de los insectos. Las manadas de renos aquí sólo se desplazan 30 o 40 kilómetros.

Es de muy mala educación preguntarles a los sami cuántos renos tienen ya que para ellos es lo mismo que preguntar a alguien cuánto dinero tiene en el banco. No obstante charlando con Laila me desvela unas cifras muy interesantes. Antiguamente una familia con una manada de entre 25 a 40 renos ya podía vivir de ello exclusivamente. “Todo era más barato”, sostiene. “Hoy en día hace falta un mínimo de 300 renos para vivir de ello”.

Ahora en verano para ir a ver a su manada tenemos que desplazarnos en 4×4 hasta llegar a un punto en el que continuamos a pie. Dice que visitarlos asiduamente es la mejor manera de que estén dóciles y no tengan miedo al contacto directo. Otros criadores que no viven sólo de los renos no pueden dedicar el tiempo necesario para ir a pie y tienen que usar helicópteros. “En invierno solemos ir en moto de nieve hasta donde se puede y continuamos con los esquíes para llegar a las manadas”, dice Laila.

Pero este invierno ha sido complicado. Las nevadas no han sido lo suficientemente intensas como para usar la moto de nieve por debajo de los 300 metros de altura, algo que ha dificultado las visitas a los rebaños.

En los últimos 25 años han cambiado las precipitaciones muchísimo. Laila recuerda las grandes nevadas y los largos inviernos. “Sólo llovía 3 o 4 días en todo el invierno”, recuerda. El cambio climático hace que ahora llueva muchísimo durante el invierno. Esto deshace la nieve, ya que la temperatura asciende a alrededor de 5°C para descender, al día siguiente hasta -15°C. Estos cambios bruscos de temperatura hacen que el agua se congele y el suelo se cubra de una capa de hielo dura como el cemento.

Migración de renos en invierno. | J.A.

Esto es un problema para los renos cuyas pezuñas no les permiten romper ese hielo para llegar a los líquenes. Los adultos, cuando esto sucede, se alimentan de los líquenes que crecen en las cortezas de los árboles. Los terneros, sin embargo no son capaces de alimentarse de esta manera, y son abandonados por sus madres cuando esto sucede.

“Esto lo descubrí hace años cuando encontramos doce crías desnutridas vagando solas por el bosque”, relata Laila. “Las llevamos al redil para alimentarlas pero para una de ellas fue demasiado tarde.”

Para las manadas que viven más al norte en la tundra, donde no hay árboles, ni siquiera los adultos pueden alimentarse. No es este el único problema que acompaña al aumento de las temperaturas en esta zona del Ártico. Parece ser que la nieve es más húmeda y menos compacta. Lo que hace muy peligroso moverse por las laderas de las montañas por el riesgo de aludes que ha aumentado los últimos años. “Tenemos muchas pérdidas en los rebaños en invierno”, añade Laila.

“Recuerdo una gran avalancha que sepultó a 17 renos. Esto no solía pasar”. “Ahora, además de ir a pie a visitar a los rebaños colocamos GPS a algunos renos y nos ayuda a monitorizarlos desde el ordenador para ver que están bien”. Por todos estos motivos Laila y su familia se han visto obligados a tener en los cercados a muchos de sus animales y suministrarles comida, siendo este un gasto adicional que no han tenido los ganaderos de renos en toda su historia.

Al hacer números vieron que no les era rentable mantener la explotación sin otro ingreso con el que pudieran comprar alimento para los renos. Decidieron entonces crear una empresa para realizar visitas turísticas a su granja (Inga Sami Siida) donde explican a los visitantes cómo es la cría de los renos y aspectos de la cultura sami.

Con los ingresos de estas visitas turísticas, familias como la de Laila están pudiendo hacer frente a algunos de los reveses que va causando el cambio climático a la cría del reno.

renos
Un criador de renos sami. | J.A.

Cada vez más familias sami en el Ártico noruego están empezando a crear empresas turísticas por este motivo ya que se han visto vulnerables ante lo incierto de los efectos del cambio climático.

Según un informe del Centro noruego de servicios climáticos en el que analiza las alteraciones previstas para el año 2100, los científicos estiman una subida media de las precipitaciones anuales en un 18% y una subida media de las temperaturas anuales de 4,5°C además de un incremento significativo de avalanchas y desprendimientos por las condiciones de la nieve incluso en zonas en las que no solían ocurrir en el pasado. Este aumento de las precipitaciones y la temperatura media impedirá la caída de nieve con la frecuencia usual favoreciendo la creación de placas de hielo tras las lluvias. Algo que está empezando a ser cada vez más frecuente.

“Todos los criadores de renos estamos muy interesados en los efectos del cambio climático. La cría de renos seguramente en el futuro tendrá que ser diferente a como la conocemos hoy en día.”

Por otro lado, la subida de las temperaturas propiciará la aparición de nuevas enfermedades, parásitos o vectores que no se conocían en el Ártico. Uno de los primeros parásitos que ya está haciendo aparición son las garrapatas. Ya que el aumento de las temperaturas está ayudando a que accedan y permanezcan por encima del Círculo Polar Ártico. Por el momento no está afectando a los renos aunque ya se han descubierto en alces.

El mayor peligro de estos parásitos consiste en la transmisión de enfermedades y es el mayor miedo que tienen los criadores de reno. Tras varias horas caminando y conversando por las montañas de Hinnøya nos encontramos con uno de los grupos de renos que quería visitar Laila. Varias crías han pasado el invierno y ya tanto machos como hembras comienzan a echar la cornamenta, se acerca la época del celo.

El calor del verano pasa rápido en esta zona del planeta y en apenas un mes ya comienza a entrar el frío que precede al invierno. Laila espera que la COVID-19 no afecte demasiado a la temporada de turismo de invierno, que es cuando más ingresos necesita para sus rebaños.

“Todos los criadores de renos estamos muy interesados en los efectos del cambio climático. La cría de renos seguramente en el futuro tendrá que ser diferente a como la conocemos hoy en día. Mis antepasados llevan habitando estas tierras los últimos 9.000 años y ahora nosotros tenemos que aprender y adaptarnos si queremos seguir con esta tradición”, concluye. Laila se está enfrentando a dos cambios globales simultáneamente, aunque en realidad, todos lo estamos haciendo.



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