La contaminación pasada de Siberia afecta a la vegetación actual - EL ÁGORA DIARIO

La contaminación pasada de Siberia afecta a la vegetación actual

La contaminación atmosférica originada en Norilsk, en Siberia, hace más 80 años no solo mató en aquel momento a los árboles de su alrededor, sino que está condicionando el crecimiento de los bosques presentes, de acuerdo con un estudio


El frío ha sido a los rusos lo que la honda a David: su mejor arma. Tal es así que Siberia, la región más fría del país, se ha bastado de esta condición climática para encerrar en su frontera alguno de los secretos más impresionantes de este mundo, como Norilsk, la que podría haber sido la capital mundial de la contaminación en el siglo XX.

Norilsk, recientemente famosa por protagonizar un aparatoso vertido de combustible, se fundó en los años 20 del siglo pasado. Sin embargo, no fue hasta finales de los años 30 cuando sufrió su mayor periodo de expansión gracias a los depósitos de níquel, cobre y paladio de la zona que la convirtieron en una excelente urbe minera.

Desde aquel momento, la industria de Norilsk no paró de desarrollarse hasta tal punto que los niveles de gases de efecto invernadero que emanaban de sus chimeneas, principalmente dióxido de azufre (SO2), terminaron por matar los 24.000 kilómetros de bosque boreal que rodeaban la ciudad en el año 1960.

Tal fue el nivel de destrucción causado por las emisiones de SO2 que un reciente estudio ha señalado que los árboles sobrevivientes en la región, a unos 100 kilómetros de la ciudad, y especímenes muertos presentan anomalías en los anillos de crecimiento de sus troncos en la actualidad.

Para llegar a esa conclusión, los autores del estudio analizaron los troncos de numerosos árboles encontrados a diversas distancias de la ciudad de Norilsk mediante técnicas informáticas y procesos para medir la química presente en sus anillos de crecimiento.

«Usando la información almacenada en miles de anillos de árboles podemos ver los efectos del desastre ambiental incontrolado de Norilsk durante las últimas nueve décadas. Si bien el problema de las emisiones de azufre y la muerte regresiva de los bosques se ha abordado con éxito en gran parte de Europa, para Siberia no hemos podido ver cuál ha sido el impacto, en gran parte debido a la falta de datos de seguimiento a largo plazo», ha señalado Ulf Büntgen, principal autor del estudio.

Gracias al conjunto de datos, los científicos no solo descubrieron que los árboles circundantes presentaban notables concentraciones de contaminantes en sus troncos, sino que el crecimiento de los especímenes más boleares también estaba siendo alterado debido a un fenómeno conocido como “oscurecimiento del Ártico”.

Este fenómeno hace referencia a la capacidad que tienen ciertas partículas producidas por contaminación antropogénica o natural (como las cenizas) para oscurecer los cielos de algunas áreas de la Tierra, interfiriendo así en el hidrológico bloqueando la evapotranspiración del suelo, reducir el albedo de la nieve e, incluso, disminuir la cantidad de luz solar que llega a la superficie.

En este sentido, descubrieron que los altos niveles de contaminación la capacidad de los árboles para convertir la luz solar en energía a través de la fotosíntesis, por lo que no podían crecer tan rápido o tan fuerte como lo harían en áreas con niveles más bajos de contaminación.

«Podemos ver que los árboles cerca de Norilsk comenzaron a morir masivamente en la década de 1960 debido al aumento de los niveles de contaminación. Ahora bien, dado que la contaminación atmosférica en el Ártico se acumula debido a patrones de circulación a gran escala, ampliamos nuestro estudio mucho más allá de los efectos directos del sector industrial de Norilsk y descubrimos que los árboles en las latitudes altas del norte también están sufriendo», ha señalado Ulf Büntgen.

«Lo que nos sorprendió es lo generalizados que están los efectos de la contaminación industrial: la escala del daño muestra cuán vulnerable y sensible es el bosque boreal. Dada la importancia ecológica de este bioma, los niveles de contaminación en las latitudes altas del norte podrían tener un impacto enorme en todo el ciclo global del carbono», ha concluido el autor.



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