El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil localiza 500 kilos de camalote en aguas del rio Guadalquivir donde no se había detectado ahora



Técnicos del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil han detectado por primera vez una amplia extensión de una de las plantas invasoras más dañinas, el camalote o jacinto de agua (Eichhornia crassipes), en un canal del río Guadalquivir en Sevilla.
El profesor de Biología Vegetal y Ecología de la Universidad de Sevilla Pablo García Murillo ha confirmado a los agentes del Seprona que su hallazgo en el Guadalquivir la semana pasada se correspondía con esta peligrosa planta acuática invasora, que ha causado estragos en el Guadiana.
El camalote ha sido detectado en un perímetro de siete u ocho kilómetros de la dársena o canal de Alfonso XIII, especialmente en la conexión de la zona portuaria con el río.
Tras confirmar que efectivamente se trata de esta planta acuática invasora, originaria de Suramérica, los agentes del Seprona han comenzado a retirarla en colaboración con técnicos de la Consejeria de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible de Andalucía.
Dada la enorme capacidad de dispersión del camalote, cuyas semillas pueden permanecer y rebrotar en el sedimento acuático hasta veintisiete años después de ser depositadas, agentes y técnicos consultados han explicado que habrá que hacer seguimiento para evitar otra posible colonización y expansión en el Guadalquivir, donde no había sido detectada hasta ahora.
Prohibido en España
El camalote está considerado una de las plantas exóticas invasoras (EEI) más peligrosas del mundo: ha colonizado una parte muy importante del lago Victoria, en África, impidiendo su navegación; ha resultado incontrolable en cantidad de humedales de Estados Unidos y en el Guadiana, ha requerido inversiones superiores a los 50 millones de euros para su erradicación desde 2014.
Este especimen salió de América del Sur para ser comercializado como planta ornamental para los estanques por sus brillantes hojas verdes flotantes que se cubren de llamativas flores rosadas o violetas entre los meses de marzo y julio.
El problema llega con su liberación y rapidísima propagación en el medio natural, donde tapiza las superficies acuáticas impidiendo que llegue la luz, lo que ahoga la flora y fauna autóctona, además de obstruir canales de riego y dificultar o imposibilitar la navegación, entre otros daños.