WWF ha publicado un informe en el que recoge 40 grandes problemas que están impactando directa o indirectamente al Parque Nacional de Doñana. El agua y el suelo son los recursos que más se están viendo afectados en el parque, sobre todo, por las explotaciones ilegales



La historia de del Parque Nacional de Doñana, en Huelva, está intrínsecamente relacionada con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en ingles), una ONG que consiguió en agosto de 1969 lo que parecía imposible: proteger un humedal de la explotación agrícola para ser transformado en un Parque Nacional.
Al tratarse de uno de los primeros logros de la ONG, Doñana siempre ha estado en su punto de mira con el fin de contribuir a su protección y gestión a través de distintas medidas que, sobre todo, involucraban al entorno que rodeaba al parque.
«Cualquier acción que se lleva a cabo en el entorno de Doñana puede desencadenar consecuencias negativas en el parque»
En este sentido, en el 2005 lanzaron al público un primer informe donde se expusieron los problemas ambientales que estaban afectando al parque y, ahora, 15 años después, acaban de publicar una actualización en el que se muestran viejos problemas y otros nuevos.
“Este nuevo informe sirve como termómetro para conocer si se está actuando correctamente. Hemos dejado un margen suficiente de 15 años para poder comprobar con claridad los posibles cambios negativos o positivos”, comenta Enrique Segovia, director de conservación de WWF España.
“Por desgracia, lo que hemos podido comprobar es que los problemas del pasado persisten y que han surgido otros nuevos que están llevando a Doñana a su límite”, añade Enrique Segovia.
Agua robada
Para la elaboración de este estudio, Juanjo Carmona, coordinador de la oficina de Doñana de WWF España, explica que realizaron un estudio de campo en el que involucraron a numerosos expertos que se focalizaron en el análisis de 25 municipios del Guadalquivir en los que trabaja WWF.
“Gracias a este procedimiento, hemos podido elaborar un mapa en el que hemos marcado los puntos exactos donde se localizan los problemas que afecta a Doñana. Existen casos en los que esos puntos hacen referencias a regiones amplias ya que atañen problemas amplios”, explica Juanjo Carmona.


Por otro lado, también realizaron entrevistas a profesionales y gente que trabaja en el entorno de Doñana, así como el estudio de documentos científicos relacionados con el parque con el fin de obtener una mayor precisión y fidelidad en los datos expuestos en el informe.
Con esta información sobre la mesa, llegaron a la conclusión de que el robo del agua es el principal problema al que está expuesto Doñana. Tal y como informa Juanjo Carmona, se trata de una lacra que se lleva arrastrando desde los años 80 y que, a pesar de las medidas adoptadas, aún sigue persistiendo en la actualidad.En concreto, el riego de fresas y otros frutos rojos son los que están acaparando el agua de la región y, inevitablemente, están sobreexplotando el acuífero de Doñana. Ahora, muchas zonas del acuífero se encuentran en niveles de la gran sequía de los años 90, cuando el volumen de agua alcanzó su cifra más baja.
Esta agua la consiguen, sobre todo, mediante los más de 1.000 pozos ilegales situados en toda la región de Doñana que, a pesar de haberse cerrado muchos de ellos, aunque continúan existiendo. Solo para dar una idea del impacto que pueden tener estas construcciones, las aportaciones del acuífero del arroyo de la Rocina en su cabecera deberían situarse entre 31 y 43 hm³ anuales. Sin embargo, en las actuales condiciones de explotación se calcula que descarga entre 3 y 5 hm³.
A la explotación indiscriminada de los acuíferos se unen otras malas prácticas agrícolas en las que los campos de cultivo se han trasladado hasta los límites de los cauces y márgenes de los ríos, acelerando así la llegada de sólidos a las marismas y la explotación de los recursos hídricos.
“La liberación de estos cauces y márgenes es imprescindible para la recuperación de la dinámica fluvial en la marisma y el estuario. Con ello se recuperarían servicios ecosistémicos imprescindibles, por ejemplo, para la fauna de Doñana”, señala Juanjo Carmona.
Además de la cantidad de agua, Juanjo recuerda que es necesario hablar de la calidad, una calidad que se ha visto enormemente reducida por la eutrofización procedente de los vertidos humanos y de sus explotaciones agropecuarias.


“Los cauces que vierten a Doñana y el estuario sufren las constantes filtraciones y vertidos de fitosanitarios desde que se incrementó el número de hectáreas de cultivo de regadío a mediados del siglo pasado”, destaca el experto.
En este sentido, sale un viejo conocido problema que atañe a todo el país y en ha sido motivo amenazas por parte de Bruselas. Nos referimos al incumplimiento en materia de depuración de aguas residuales ya que 18 de los municipios estudiados no poseían sistemas que garantizasen la correcta devolución de este recurso al medio.
Una mala depuración provoca que se viertan los desechos directamente a los arroyos y, como consecuencia, que muchas de las aguas que llegan a Doñana sean calificadas con las puntuaciones más bajas del Índice Biológico de Calidad de las Aguas (IBCA) en toda Andalucía.
El suelo, el otro perjudicado
Junto al agua, Juanjo recuerda que el suelo es el otro gran perdedor. Aquí. sobre todo, destaca la transformación del suelo forestal en suelo agrícola que es explotado en muchos casos de forma irregular.
“Actualmente existen casi 8.000 hectáreas de cultivos intensivos bajo plástico, de las que 1.653 están en situación irregular”, comenta el experto.
Esta situación afecta gravemente a la diversidad biológica de la zona y tiene importantes consecuencias, como la erosión de los terrenos y, sobre todo, la contaminación plástica, ya que muchos de los plásticos que se utilizan para el cultivo de frutos rojos terminan desechándose al medio, en vez de a los puntos establecidos para tal fin.


Tal y como apuntan en su informe, no todas las plantas de recepción de plásticos están funcionando con la misma eficacia, e incluso existen algunas abandonadas o que solo abren determinados momentos del año, entre otros motivos por la dificultad y coste de limpieza de los plásticos y su valor en el mercado.
Sin embargo, no solo se abandonan productos plásticos, sino que también se contamina el ambiente mediante el vertido de escombros de forma ilegal. Además de la contaminación paisajística y la contaminación del suelo por el lixiviado de residuos, en ocasiones peligrosos o tóxicos para la salud humana, el vertido de estos productos impulsa la proliferación de colonias de roedores o insectos, que encuentran en los residuos protección o una fuente de alimento.
Cambio climático, a la cabeza de otras amenazas
Como viene siendo ya habitual, el cambio climático se encuentra presente en la lista de amenazas que afectan nuestros paisajes naturales.
“Los informes científicos evidencian la existencia del cambio climático. No se trata de un vocablo o de algo futuro, sino de algo real que ya está alterando el medio natural en el que vivimos”, argumenta Juanjo Carmona.
El exceso de calor en Doñana está impulsando a la región hacia el abismo de la desertificación y, aun peor si cabe, los incendios que ven en el pasto seco el perfecto combustible para alimentarse.
De hecho, según datos obtenidos en la Red de Información Ambiental de Andalucía (REDIAM), entre 2008 y 2018 aproximadamente el 10% de los incendios y conatos de incendio de toda Andalucía han tenido relación directa con la comarca de Doñana.


Sin embargo, del mismo modo que se cumpla al cambio climático de algunas amenazas, desde WWF no se olvidan de que el humano también está presente en este sentido. Gracias a nuestras acciones se han introducido especies invasoras a Doñana, se han realizado quemas incontroladas, se ha contaminado el aire y se han desarrollado proyectos que, indudablemente, ponen en peligro la integridad del Parque Nacional.
“Gracias a este informe hemos podido presencia como proyectos que estaban olvidados han vuelto a resurgir, poniendo en peligro el parque. Se tratan de problemas cíclicos con los que debemos acabar”, detalla Enrique Segovia.
Para ello, han lanzado un llamamiento a las instituciones competentes para poner en marcha una serie de medidas que pasan por declarar el acuífero de Doñana en mal estado, la aprobación anual de extracciones de agua, así como la paralización de proyectos que perjudican a corto y medio plazo al parque.
“Doñana es un símbolo de la conservación y de resistencia: son 50 años luchando por su supervivencia. Vive en un difícil equilibrio ecológico; si las administraciones no toman las medidas para su protección en serio, su deterioro puede volverse irreversible y más incierto aún el futuro de este Patrimonio de la Humanidad del que son responsables la Junta de Andalucía y el Gobierno central”, concluye Teresa Gil, responsable del programa de agua de WWF España.
