El aislamiento de la población para evitar la propagación del virus ha disminuido la presencia de excursionistas en zonas campestres, incluido un menor tráfico rodado. Aunque los expertos resaltan que es poco tiempo para notar cambios, estudios previos muestran que una menor presión humana beneficia a la fauna silvestre



Cada mañana, con los primeros rayos de sol, en muchos hogares españoles se repite el mismo ritual: un ordenador se enciende y comienza una jornada más de teletrabajo. El extraño silencio, sin apenas ruido de coches, solo se ve interrumpido por los trinos de los pájaros como si, de alguna forma, nos animaran cada mañana recordándonos que la vida sigue, a pesar del coronavirus.
“Ahora hay mucha gente que está reparando en los cantos de las aves, que ‘cantan muy fuerte’ y en la variedad de cantos que hay”, señala a El Ágora Nicolás López, responsable del programa de especies amenazadas de SEO/BirdLife. Como cuenta el experto, el cese o la escasez de ruido debido a la reducción de muchas actividades está permitiendo que se vuelvan a oír los cantos de las aves “y es algo bueno que se puede derivar de toda esta situación”.
Se da la circunstancia de que estamos en la época de celo y los pájaros se afanan en cantar al máximo, como han hecho siempre en este período, aunque ahora les oímos mejor, sobre todo en las ciudades, donde la fauna está reconquistando lugares perdidos. ¿Y qué ocurre en el campo?
En el caso de las aves silvestres, López incide en que siguen su ciclo normal y no se han visto especialmente beneficiadas porque haya disminuido la presencia de gente en el campo. El hecho de que hayan pasado solo unas semanas de confinamiento, haya terminado la época de caza y sigan en marcha actividades agrícolas y ganaderas influye en que la situación de estas aves no haya experimentado variaciones.
“Las prácticas que antes eran perjudiciales para las aves, especialmente para las que habitan en agrosistemas, siguen siendo las mismas y este grupo sigue en declive”, indica López.
Positivo para las aves carroñeras
Las aves carroñeras, como el buitre leonado (Gyps fulvus), el alimoche común (Neophron percnopterus) o el buitre negro (Aegypius monachus) sí podrían beneficiarse de esta menor presencia humana en el campo, al coincidir con su época de reproducción.


Ainara Cortés-Avizanda es investigadora en Ecología y Biología de la Conservación y está especializada en el estudio de estos buitres. Aunque no pueda salir para analizar lo que está sucediendo sobre el terreno, la bióloga afirma a El Ágora que si disminuye el número de personas presentes en el campo es de esperar que menos parejas de estas aves fracasen por culpa de molestias humanas.
“Una menor presencia de personas practicando actividades al aire libre próximas a nidos favorecerá que las aves desarrollen la cría con más tranquilidad”, afirma Ainara Cortés-Avizanda
En cuanto a su alimentación, las aves carroñeras dependen de cadáveres de animales muertos. Según Cortés-Avizanda, gracias al trabajo de campo de cada año y a los ejemplares que estudia marcados con GPS se sabe que en esta época del año una gran parte del alimento para las carroñeras lo proporciona la ganadería, que sigue operativa. Además, aves como el buitre leonado o los alimoches acuden también a otras fuentes de alimentación asociadas a las actividades del ser humano como son los vertederos, que tampoco se han visto afectados por el confinamiento.
Menos presión en linces y lobos ibéricos
La disminución del tráfico, especialmente por las vías que atraviesan las fincas y los campos de cultivo, también podría reducir el número de animales atropellados. Francisco Javier Salcedo, coordinador regional del Plan de Recuperación del Lince Ibérico, destaca a El Ágora que en cuanto a atropellos de este animal protegido (Lynx pardinus), de momento no han encontrado grandes diferencias con años anteriores.


Según datos del Proyecto Life+ Iberlince, en toda la península ibérica fallecieron tras colisiones con vehículos 31 linces en 2017, el último censo que aparece en su web. Por su parte, WWF cifra en 34 los linces atropellados en 2019.
“La ausencia del ser humano lleva a que los animales se muevan más y lo hagan más de día”, señala Juan Carlos Blanco
Otro especie endémica de la península a la que le afecta negativamente la presencia humana es el lobo ibérico (Canis lupus signatus). El río Duero marca la diferencia en cuanto a la protección del animal: al norte están permitidas las medidas de gestión, como la caza, mientras que al sur del río es considerado una especie protegida, tal y como establece la Ley del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad.
Al haber terminado la temporada cinegética, no ha cambiado mucho su situación actual. “Todo dependerá de las medidas que adopten las administraciones una vez que se levante el estado de alerta y de aquí a final de año”, matiza Suárez.


A falta de averiguar sobre el terreno cómo les está afectando una menor presencia humana, Juan Carlos Blanco, miembro del Grupo de Especialistas de Cánidos y de la Iniciativa Europea de Grandes Carnívoros de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, cuenta a El Ágora que los animales, en general, serán “más felices” con menos gente andando alrededor. “Sobre todo los animales que son especialmente perseguidos y que huyen del hombre, como son los lobos”, concreta.
Alerta ante las prácticas ilegales
Estudios previos han analizado cómo influye la presencia humana en el cambio de hábitos de la fauna. Una investigación publicada en la revista científica Science en 2018 mostró que decenas de especies animales de diferentes continentes cambian sus hábitos y se hacen más nocturnas con la presencia de personas, para así tratar de evitarlas.
Además, otro estudio publicado en la misma publicación mostró que los movimientos de ejemplares de distintas especies en zonas con alta presencia humana eran entre un 33% y un 50% menores respecto a animales que se desplazaban en áreas con pocas personas.“La ausencia del hombre yo creo que lleva a lo contrario, es decir, a que los animales se muevan más y lo hagan más de día”, sostiene el experto en lobos Juan Carlos Blanco, tal y como se ha visto con diferentes especies en los últimos días.
A pesar de estas ventajas para la fauna silvestre, a la que se podrían sumar otros elementos como una menor polución, los expertos también advierten de la cara b de este aislamiento.
“Las noticias recientes de infracciones que nos llegan estos días parecen apuntar a que, al haber menos personas en el campo, sea más fácil que se cometan ilegalidades, por lo que es posible que prácticas como la quema, el furtivismo o el uso de veneno aumenten”, alerta Cortés-Avizanda.
Como ejemplo, el coordinador de Conservación de WWF España muestra los recientes casos de envenenamiento de varias rapaces y de un zorro en Álava.
El coronavirus no es el enemigo más peligroso de los animales: lo sigue siendo el ser humano.
En estas semanas de confinamiento han sido varios los casos de personas detenidas por practicar la caza ilegalmente. En este caso se suman dos elementos, el primero, el saltarse el obligado confinamiento. Después, practicar la caza fuera de temporada o abatir especies prohibidas.
Entre las noticias que se han dado a conocer están las siguientes:
- Una persona detenida por el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil el pasado 17 de abril por cazar en el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel (Ciudad Real). Había colocado trampas para conejos y le detuvieron con dos en la mano, informa Efe.
- Un total de 16 personas detenidas en Galicia por furtivismo en la costa. En este caso, todos se habían dedicado a recoger marisco ilegalmente además de saltarse el confinamiento, informa Europa Press.
- Un detenido por cazar corzos en el paraje de Artikutza, un espacio protegido propiedad del ayuntamiento de San Sebastián. La Ertzaintza lo detuvo de noche cuando ya había abatido uno, informa Efe.
- Cuatro hombres de entre 25 y 63 de la misma familia, detenidos por la Guardia Civil por estar cazando en las inmediaciones de la ciudad de Salamanca. En este caso, el método de caza era con galgos, informa Europa Press. para lo que también estaban con galgos.
Cabe señalar que las federaciones españolas de caza mantienen una línea dura contra el furtivismo pues consideran que estos individuos dañan la reputación del colectivo de cazadores. La semana pasada, la Federación Extremeña de Caza anunció que se presentaría como acusación particular en el caso de dos personas detenidas por matar un lince en enero. «Son delincuentes, no cazadores».
