Un trabajo de investigación informa sobre la necesidad de reorientar las políticas socioeconómicas para la conservación de la biodiversidad ya que advierten que el crecimiento del PIB es incompatible con la preservación de los ecosistemas



Científicos y otros expertos llevan advirtiendo desde hace décadas que el aumento del consumo de recursos, y sus respectivas consecuencias para el planeta, no es compatible con la conservación de la biodiversidad.
Algunos piensan que es posible encontrar un equilibrio en un futuro donde se produzcan importantes reducciones en la demanda de energía a través de estructuras altamente eficientes. Sin embargo, este desacoplamiento (crecimiento del PIB a medida que disminuye la demanda de recursos) se prevé difícil porque la mayoría de mayoría de las políticas internacionales sobre biodiversidad y sostenibilidad abogan por el crecimiento económico, según un estudio publicado en la revista científica Conservation Letters.La investigación ha estado dirigida por el español Iago Otero, de la Universidad de Lausana (Suiza), y realizada por un equipo de 22 científicos de diversas universidades europeas, americanas y asiáticas.
“Informes del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) e incluso las Metas de Aichi no reconocen el problema que surge en la biodiversidad por apostar por el crecimiento económico. Esto significa que muchos de los objetivos serán inalcanzables”, destacan los autores del estudio.
Hasta ahora, las proyecciones de cambio en la biodiversidad suponen que la economía tiene que crecer y buscar opciones de políticas que minimicen la pérdida de biodiversidad sin comprometer el crecimiento económico. Por ello, los autores recomiendan comenzar con objetivos de conservación y bienestar social y luego observar qué trayectorias económicas podrían alcanzarlos.
“Cada vez más miembros de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios del Ecosistema (IPBES) claman por un cambio de paradigma a la hora de plantear los objetivos”, señala Iago Otero.
“Aportar esos nuevos enfoques en el IPBES, que asesorará el Convenio sobre la Diversidad Biológica durante la adopción e implementación de un marco para la biodiversidad posterior a 2020, tiene el potencial de abrir una gama de opciones de políticas más allá de las meras proyecciones del status quo”, añade.
Por ejemplo, este nuevo enfoque permitiría a la humanidad no solo ahorrar enormes cantidades de dinero al año, estimadas en más de 100 billones de dólares al año, según un trabajo de AXA Research Fund, sino que también evitar situaciones como la que estamos viviendo con el coronavirus.
El otro camino de conservación
Además de señalar el importante problema que existe en el enfoque actual para salvar biodiversidad y economía, los expertos incluyen en su análisis siete propuestas alternativas para garantizar el mantenimiento de ambos factores.
Estas medidas pasan por limitar la comercialización de recursos a nivel internacional, restringir la actividad de las industrias extractivas en áreas de alta biodiversidad, disminuir la velocidad de expansión de la infraestructura de transportes, reducir y compartir el trabajo, promover el desarrollo agroecológico y la soberanía alimentaria, priorizar la planificación urbana compacta y el uso compartido de la vivienda, y establecer trabas a la venta de productos conseguidos mediante la sobreexplotación.
Para los autores, la implantación de estas medidas, si bien pueden presentar en un principio un gran desafío político y cultural, pueden desembocar en una amplia mejora siempre y cuando se planifiquen correctamente.
“Medidas como la reducción de las horas de trabajo y los límites de recursos pueden beneficiar la biodiversidad, pero su implementación enfrenta varios desafíos. Sin embargo, elaborar una estrategia adecuada para hacerlos frente podrían desembocar en éxito. Por ejemplo, una jornada más corta elevaría el bienestar de las personas, aumentaría el empleo y reduciría las emisiones de carbono”, concluyen.
