El veneno ha impulsado el crecimiento de los dingos australianos

El veneno ha impulsado el crecimiento de los dingos australianos

Un estudio señala que los dingos que se encuentran en zonas cebadas con veneno han aumentado su cráneo una media de cuatro milímetros, una cifra equivalente a un kilogramo de masa corporal


Una de las máximas que parece seguir la adaptación de los seres vivos es aquella que expone que “lo que nos mata nos hace más fuertes”. Un ejemplo claro son las cucarachas o los piojos, que tras años expuestos a productos químicos enfocados para su aniquilación, han conseguido desarrollar defensas contra esos elemento que los han convertido, en realidad, en animales más fuertes.

Con frecuencia, esta suerte de adaptación forzada ocurre en animales invertebrados. Sin embargo, un grupo de investigadores de la Universidad de Sídney ha observado este suceso en uno de los animales vertebrados más emblemáticos del país: el dingo (Canis dingo).

En concreto, los científicos de esa institución han descubierto que los dingos han aumentado su tamaño entre un 6% y un 9% durante los últimos 80 años exclusivamente en aquellas zonas donde se utilizan venenos para cazarlos.

El veneno que utilizan los australianos se introduce en cebos que después se lanzan en helicópteros | Foto: Universidad de Sídney

«Todas nuestras acciones y todas las presiones que ejerzamos sobre los animales van a tener unas consecuencias”, ha exclamado Michael Letnic, autor principal del artículo y profesor de biología de conservación y restauración de ecosistemas en la Universidad de Sídney.

Para descubrir esta transformación en los dingos, los científicos que han realizado este estudio se centraron en los cráneos de casi 600 ejemplares de esta especie de distintos puntos del país. Los resultados arrojaron que los cráneos de las regiones cebadas crecieron unos cuatro milímetros desde que se introdujo el cebo venenoso.

Además, apreciaron que los cráneos aumentaron su tamaño de forma desigual dependiendo del sexo de los animales. Mientras que los dingos femeninos agrandaron su cráneo en 4,5 milímetros, que es casi el 9% de la masa corporal, los masculinos lo hicieron en 3.6 milímetros, o 6% de la masa corporal.

«Los cráneos de las regiones cebadas con veneno crecieron unos cuatro milímetros desde que se introdujo el cebo venenoso. Esto equivale a aproximadamente un kilogramo de masa corporal”, ha explicado Michael Letnic.

Los científicos aún desconocen las causas de este crecimiento, aunque todo apunta a que se debe a la abundancia de comida. Según han informado, aquellos que sobreviven a las dosis de veneno se enfrentan a un mundo con menos competencia y más presas, por lo que los dingos pueden obtener más alimento y así aumentar su tamaño.

Asimismo, este aumento en su tamaño les vuelve más resistentes a las antiguas dosis de veneno, hecho que corroboraría el aumento exponencial de las dosis utilizadas en muchas de las regiones estudiadas a lo largo de los años.

«Los dingos más pequeños necesitan menos veneno para una dosis letal, por lo que es más probable que los cebos los maten. Por su parte, los dingos más grandes logran sobrevivir y reproducirse, por lo que se observa que las campañas de hostigamiento, en realidad, los están reforzando”, ha aclarado Michael Letnic.

este tipo de veneno se utiliza a gran escala para controlar las poblaciones de Dingo, entre otras especies

Los científicos tomaron además otros factores, como el cambio climático o el mestizaje con otros perros, como impulsores de este crecimiento, pero rápidamente quedaron descartados:

«Solo analizamos los dingos ubicados en áreas que tienen tasas de hibridación de perros muy bajas, por lo que es muy poco probable que la genética del perro esté contribuyendo al crecimiento del tamaño», ha señalado el profesor Letnic.

El siguiente paso de los investigadores es analizar otros efectos secundarios de este cebo utilizado en el ambiente y que, como han explicado, se lleva utilizando desde hace casi una década.

«El cebo está alterando el cuerpo de los dingos. Esto nos hace pensar que podría estar ocurriendo en otros animales”, ha concluido Letnic.



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