Un equipo de científicos ha documentado recientemente la capacidad de 11 peces de la familia de los balitóridos con la capacidad de andar en los lechos de los ríos. Hasta ahora, el pez ángel era el único de esa familia que se pensaba que podía caminar



Nunca digas que de esta agua no beberás, pues incluso los supuestos más imaginarios son susceptibles de convertirse en una palpable realidad en esta vida. Por ejemplo, afirmar rotundamente que los peces no andan sería un error catastrófico ya que un reciente estudio acaba de encontrar 11 especies con esa capacidad, además de los cuatro tiburones ya conocidos.
Esas especies se corresponden con ejemplares de la familia de los balitóridos, más bien conocidos como lochas de río, unos peces naturales del continente asiático que tienen la capacidad de utilizar sus aletas como si fuesen piernas para caminar en los ríos o adherirse a sus rocas.
“La capacidad para caminar del pez ángel, uno de los analizados y de los primeros conocidos con esta capacidad, se corresponde como una adaptación clave para sobrevivir a los rápidos arroyos de las cuevas. Puede agarrarse a los lechos rocosos y moverse entre hábitats, incluso hasta cascadas, a medida que los niveles de agua fluctúan en la estación seca”, explica Zachary Randall, biólogo y autor del hallazgo.
En concreto, Randall y su equipo analizaron la estructura ósea de casi 30 especies de lochas de río, describiendo por primera vez tres categorías de formas pélvicas. Basándose en la forma del hueso que conecta las espinas de algunas lochas con sus aletas pélvicas, el equipo descubrió que otras 10 especies de lochas compartían la cintura pélvica inusualmente robusta del pez ángel de las cavernas.


“Antes proliferaba la idea de que el pez ángel era único ya que los peces no suelen tener ninguna conexión entre la columna y la aleta pélvica. Por ello, lo realmente de este artículo es que muestra con gran detalle que las cinturas pélvicas robustas son más comunes de lo que pensábamos en la familia de las lochas de río”, aclara Zachary Randall.
No obstante, destacan que no todas las lochas poseen esta singular adaptación: de las 100 especies de lochas que se conocen en todo el sudeste asiático, solo unas pocas poseen la capacidad de andar, siendo la del pez ángel la más documentada.
“Su movimiento es similar al de una salamandra, al estar impulsado por costillas agrandadas reforzadas con inserciones musculares estabilizadoras”, señala el científico.
Por otro lado, el equipo utilizó una tomografía computarizada y un análisis de ADN para rastrear la historia evolutiva de la familia de las lochas de río y descubrió que, en lugar de evolucionar desde un solo origen, una región pélvica robusta apareció varias veces en la familia de las lochas de torrente.
«Aunque el pez ángel de las cavernas se describió por primera vez en 1988, esta es la primera vez que se incluye en el árbol genealógico de las lochas de torrente. Con nuestros colaboradores tailandeses, y utilizando el análisis de ADN, pudimos usar cientos de genes para rastrear cómo han evolucionado las formas pélvicas en estos peces con el tiempo. Ahora, tenemos un árbol mucho más preciso que agrega un marco para estudiar cuántas especies pueden caminar y en qué medida pueden hacerlo «, informa Zachary Randall.
«La belleza de la tomografía computarizada es que puede capturar diferentes tipos de datos de alta resolución sin comprometer la integridad de la muestra. Para especies raras como esta, nos permite capturar cosas que son difíciles de observar en el campo, incluso lo que come», añade el experto.
Según concluye Zachary Randall, este descubrimiento servirá para reconstruir la historia sobre cómo pudieron haber llegado a ser los primeros vertebrados que caminaron por la tierra.
