"La ciencia ciudadana es esencial para combatir las especies invasoras"

«La ciencia ciudadana es esencial para combatir las especies invasoras»

Ángel León Panal

Divulgador científico

El biólogo aborda en su nuevo libro cómo la irrupción de especies exóticas en nuestros ecosistemas pueden provocar graves problemas ambientales, económicos y sanitarios, y cómo ese fenómeno no hará más que agravarse en las próximas décadas


Miguel Ángel Delgado
Madrid | 10 septiembre, 2021

Tiempo de lectura: 7 min



Las especies invasoras han estado ahí prácticamente desde que los seres humanos comenzaron a aventurarse por territorios que nunca antes habían pisado, pero ha sido la progresiva globalización la que lo ha convertido en un grave problema (no solo) medioambiental. Un proceso que el divulgador Ángel León Panal retrata en Historia de las especies invasoras (Guadalmazán) donde, más allá de ejemplos pintorescos, como los hipopótamos que Pablo Escobar llevó a Colombia, nos muestra cómo el cambio climático está siendo el último impulso de un problema global que, ahora mismo, carece de una respuesta igualmente global, a pesar de que tras él se oculta no solo la pérdida de la biodiversidad, sino también graves quebrantos económicos e, incluso, de propagación de nuevas enfermedades.

PREGUNTA.- En tu libro cuentas cómo China está combatiendo la desertificación con la plantación de árboles de especies que no son oriundas del lugar, lo que puede causar más problemas a largo plazo. También cómo muchas especies invasoras fueron importadas para obtener un beneficio económico de su explotación. ¿Cómo se puede resolver ese dilema entre utilidad práctica inmediata y alteración de los ecosistemas locales?

especies invasoras
Portada del libro. | Guadalmazán

RESPUESTA.- El tema económico ha sido una constante, sobre todo desde que, en el siglo XIX, aparecieron las sociedades de aclimatación, primero en Francia. Estas sociedades estaban formadas por científicos que afirmaban que en el mundo se habían descrito unas 140.000 especies, pero solo estábamos dando uso a unas treinta o cuarenta, lo que era un desperdicio. Así que empezaron a plantear la posibilidad de traer animales de Sudamérica o África, y aclimatarlos al clima europeo. Toda esta filosofía perduró también en el siglo XX.

P.- ¿Y en España?

R.- Aquí, por ejemplo, tenemos el caso paradigmático del cangrejo de río americano, que vino a compensar la desaparición del autóctono, el de patas blancas, a manos de un hongo. Lo paradójico es que esa epidemia la había producido la introducción anterior de otras especies de cangrejos.

P.- ¿Qué criterios deberíamos seguir entonces ante estos casos?

R.- Es complicado, porque cada especie tiene sus derivadas. Los expertos afirman que introducir una especie que ya está aquí y ha sido clasificada como invasora en el entramado económico lo complica todo enormemente, porque ¿qué haces con la gente que vive de su explotación? Pues, en el caso de las que aún no han sido introducidas, no hacerlo si aparece en alguna legislación vigente de especies invasoras. Si no lo está, primero establecer cuidadosamente cuál sería su potencial invasor, a través de estudios científicos.

P.- Las especies invasoras son un problema global, pero todas las acciones son locales. ¿No es eso un problema?

R.– Hay muchos estudios internacionales que nos permiten comprender el problema, pero luego cada región del mundo obra de una manera distinta, porque no son lo mismo las circunstancias de España, las de Italia o la de China. Salvo en la Unión Europea, que empezó hace unos años ya a elaborar una legislación sobre el tema, señalando las más peligrosas, no existe un consenso global entre países, más allá del panel de expertos de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza).

«Muchas de las decisiones para erradicar especies invasoras necesitarán de un consenso social»

P.- ¿Cuál sería ahora mismo el problema más grave que tenemos en España?

R.- Si tenemos en cuenta todas las variantes de posibles impactos medioambientales, ahora mismo sería el de las distintas plagas de mosquitos. El mosquito tigre, que había ido bajando por toda la costa mediterránea, ya está avanzando hacia el interior de la Península, y por el norte ha hecho su aparición el japonés o asiático. El problema es que son especies muy difíciles de detectar y erradicar, en gran parte por esta sociedad globalizada en la que estamos viajando constantemente, y por los efectos del cambio climático. Es el gran problema latente, porque estos animales son vectores de enfermedades como el dengue o la malaria, y ahora pueden aclimatarse mucho mejor en nuestro país. Y así, podemos encontrarnos conque enfermedades que habían sido erradicadas en España se vuelvan endémicas de nuevo.

Nido de cotorras argentinas (Myiopsitta monachus).

P.- Hay algunos casos que son especialmente visibles para el público, como la invasión de cotorras argentinas en varias ciudades. Los intentos por erradicarlas han sido polémicos, como sucedió en Sevilla.

R.- Es un caso especialmente mediático, porque las especies invasoras afectan en varios niveles -el biológico, el del ecosistema, el económico, el cultural, etc.-, y cuantos más se añaden, más complicado es llegar a un acuerdo social sobre cómo actuar. El foco habría que ponerlo en la conservación, entender que debemos gestionar esa especie contando con su impacto medioambiental. A las especies les da igual lo que pensemos de ellas, e interactúan unas con otras hasta que, quizá, encuentren un encaje donde logren un beneficio mutuo. Si tenemos una especie invasora que pensamos erradicar, quizá también tengamos que valorar si es una especie en peligro de extinción que ha encontrado un refugio en nuestros ecosistemas. En fin, es un tema muy polémico, y considero que debemos contar con la sociedad a la hora de decidir qué queremos hacer, poniendo todas las cartas sobre la mesa y sin olvidar que estamos tratando con animales, lo que tiene sus implicaciones éticas.

P.- En tu libro me ha sorprendido leer sobre el impacto que el gato ha tenido, y está teniendo, en muchos ecosistemas. Es responsable, incluso, de la extinción de varias especies…

R.- El de los gatos es un ejemplo de debate enrocado, porque los gatunos tenemos una relación muy especial con ellos, y es muy complicado gestionar un problema cuando surge. Pero si te fijas en casos como el australiano, donde existe una gran cantidad de gatos asilvestrados, y ves cuál es el impacto en los reptiles y aves que caza, lo ves de otra forma. Los dueños de gatos deben hacerse responsables de sus animales, y no dejarles salir de casa, porque al fin y al cabo es una especie domesticada, y su ecosistema es el sofá. No solo porque pueden afectar al medio ambiente, sino incluso desde el punto de vista del dueño: yo no me siento seguro si mi gato anda por fuera de casa. De hecho, ha salido un estudio, precisamente en Australia, que daba una expectativa de vida media de los gatos callejeros de solo un año. Si de verdad quieres a tu animal, debes procurar que permanezca en casa.

«Muchas especies invasoras fueron introducidas para intentar solucionar un problema, y provocaron uno aún más grave»

P.- Precisamente el caso australiano puede ser el más paradigmático del problema de las especies invasoras. Prácticamente todo lo que no debía hacerse, se hizo allí.

R.- Sí; al ser un continente-isla, toda su flora y su fauna evolucionó de manera independiente y aislada. Al convertirse en colonia británica, las sociedades de aclimatación comenzaron a llevar todo tipo de animales: conejos, camellos… Todos estos animales buscaron la forma de sobrevivir en ese ecosistema, y llevaron al colapso de gran parte de la vegetación y la fauna local.

P.- El otro extremo lo representaría la Antártida, un lugar donde no hay prácticamente diversidad, y que está viéndose cada vez más invadida por especies provenientes de fuera.

R.- La Antártida está mucho más aislada, y aun así ha habido ya introducciones accidentales a través de las expediciones científicas, el turismo o los balleneros. El Tratado Antártico especifica que hay que combatir las especies invasoras, y se está intentando. Además, la subida de temperaturas ocasionada por el cambio climático está ejerciendo de atracción a muchas especies invasoras, que se encuentran sin competencia de una biodiversidad autóctona casi inexistente.

P.- Las especies invasoras están también íntimamente relacionadas con la transmisión de enfermedades.

R.- No he tenido espacio para incluirlo en el libro, pero un problema real actual es el de las garrapatas. Se ha estudiado a perros que han acompañado a sus dueños en viajes a otras partes del mundo, y se han descubierto especies exóticas con potencial invasor, y que podían convertirse rápidamente en transmisoras de enfermedades. En Estados Unidos ha ocurrido eso con la enfermedad de Lyme, relacionada con la irrupción de una garrapata exótica. Y hace poco saltó una alerta en la zona del Tajo, en Portugal, donde se introdujo una almeja capaz de absorber metales pesados. Pues bien, ahora se ha visto que, a través de pescadores furtivos, han llegado a servirse en bares. Estas carambolas definen a las especies invasoras: las introduces para resolver un problema, y al final te encuentras con otro más grave.

zoonosis
Las garrapatas pueden transmitir a los humanos enfermedades peligrosas.

P.- Existen muchas formas accidentales de que una especie se extienda: a través del agua de lastre, camuflada en los envíos internacionales… ¿Es una batalla perdida pretender luchar contra estos fenómenos?

R.- Obviamente, en un mundo cada vez más globalizado es cada vez más difícil. Lo hemos visto con la pandemia, donde un virus apareció en un rincón, y pronto se extendió a todas partes. Si nos lo queremos tomar en serio, debemos esforzarnos en controlar todas aquellas vías en las que podemos hacerlo, como hicieron en Australia, donde llegaron a devolver toda una partida de automóviles Mercedes porque detectaron la presencia de unos caracoles exóticos. Y en cuanto a las importaciones intencionadas, habrá que mantener actualizada la legislación y obrar en consecuencia. Ahora mismo hay buenas propuestas, como la de hacer una lista blanca de especies permitidas, en lugar de una negra, porque en esta siempre se nos pueden colar especies muy parecidas a las prohibidas, y para cuando quieres actuar ya se ha producido la invasión. Y lo más importante es actuar rápido, para lo que es muy valiosa la ciencia ciudadana, como en el caso del mosquito tigre, en el que existe una aplicación donde podemos avisar de cualquier avistamiento que tengamos.



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