Un reciente estudio ha señalado que entre 1995 y 2017 los corales de la Gran Barrera se han visto reducidos en más de la mitad, sobre todo, por las olas de calor marinas. Esto es perjudicial para el ecosistema en sí, que pierde capacidad de recuperación, y para las miles de especies de que dependen de ellos para subsistir



Catalogada como Patrimonio de la Humanidad en 1981, la Gran Barrera de Coral abarca un excepcional abanico de comunidades ecológicas, hábitats y especies que la han convertido en uno de los ecosistemas más ricos y complejos que existen en la Tierra, según la UNESCO.
Para hacernos una idea de la biota que constituye la Gran Barrera de Coral, en ella se encuentran “más de 1.500 especies de peces, unas 400 especies de corales, 4.000 especies de moluscos y unas 240 especies de aves, además de una gran diversidad de esponjas, anémonas, gusanos marinos, crustáceos y otras especies”, según la UNESCO. Todas ellos repartidos en los cerca de 348.000 kilómetros cuadrados que constituye este Patrimonio.
Sin embargo, la abundancia de corales que han dado color y vida a este ecosistema único se han reducido drásticamente a medida que el cambio climático ha ido ganando terreno, y con los corales se han visto arrastrados a su vez todo el resto de vida marina que depende de ellos.“Algunos tipos de corales, como los ramificados y en forma de mesa, proporcionan las estructuras importantes para los habitantes de los arrecifes, como los peces. La pérdida de estos corales significa una pérdida de hábitat, lo que a su vez disminuye la abundancia de peces y la productividad de las pesquerías de arrecifes de coral”, han señalado varios científicos en un estudio que analiza la disminución de los corales.
En concreto, dicho trabajo ha señalado que entre 1996 y 2017 los corales pequeños, medianos y grandes de la Gran Barrera han disminuido más de un 50% como consecuencia de las intensas olas de calor marinas. En este sentido, los autores han señalado a las olas de calor marino del 2016 y 2017 como principales artífices de este decrecimiento y, aunque no tenida en cuenta para el trabajo, también han hecho referencia al episodio de marzo de este año.
«La disminución se produjo tanto en aguas poco profundas como en aguas profundas, y en prácticamente todas las especies, pero especialmente en los corales ramificados y en forma de mesa. Estos fueron los más afectados por las temperaturas récord que provocaron el blanqueamiento masivo en 2016 y 2017», ha comentado Terry Hughes, coautor y miembro del Centro ARC de Excelencia para Estudios de Arrecifes de Coral (CoralCoE).
“Las altas temperaturas del océano provoca que los corales expulsen zooxanthallae, unas algas microscópicas que les proporcionan oxígeno y una porción de los compuestos orgánicos que producen mediante la fotosíntesis”, han señalado los autores.
Menos corales en un futuro
Asimismo, los autores han destacado que las poblaciones de corales sanas poseen millones de descendientes y amplias cadenas de progenitores que poco a poco van dando más vida al ecosistema y que a su vez refuerzan su capacidad de recuperación.
En la actualidad, los episodios de calor han desatado una masacre entre los corales, que han visto reducida esa capacidad de recuperación al existir menos progenitores y menos descendientes. Por este motivo, los autores han manifestado la necesidad de adoptar con urgencia mejores datos sobre las tendencias demográficas para poder elaborar posteriores medidas.


“Si queremos entender cómo están evolucionando las poblaciones de coral y su capacidad de recuperación, necesitamos más datos demográficos detallados sobre el reclutamiento, la reproducción y la estructura del tamaño de la colonia», ha señalado Andy Dietzel, del Centro ARC de Excelencia para Estudios de Arrecifes de Coral (CoralCoE).
«Solíamos pensar que la Gran Barrera de Coral está protegida por su gran tamaño, pero nuestros resultados muestran que incluso el sistema de arrecifes más grande y relativamente bien protegido del mundo está cada vez más comprometido y en declive«, ha añadido por su parte el profesor Hughes.
“Por este motivo y por muchos otros, debemos reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero lo antes posible”, han concluido los autores.
