El árbol más alto del Amazonas tiene cerca de 90 metros y crece a la orilla del río Jari, en el nordeste de Brasil, junto a otros especímenes gigantes de su misma especie: ‘Dinizia excelsa’. Los investigadores tratan de saber qué motivo les ha hecho crecer así, pues los ejemplares de ese tipo de árbol no superan los 60 metros en el resto de localizaciones conocidas en la cuenca amazónica



Una expedición científica ha encontrado el árbol más alto del Amazonas, que se eleva hasta 88,5 metros, una cifra similar a la de un monumento como la Estatua de la Libertad, en Nueva York, que tiene 93. Se trata de un hallazgo sorprendente, pues el ejemplar supera casi en 30 metros a los árboles más grandes de cualquier especie catalogados hasta ahora en la cuenca amazónica. La Universidad de Cambridge, a la que pertenecen parte de los autores del hallazgo, acaba de difundir un vídeo en el que se explica el trabajo llevado a cabo para localizar y estudiar este monumental ejemplar, cuyo descubrimiento ha sido dado a conocer en la revista científica Frontiers in Ecology and the Environment.
Entre 2016 y 2018, el Instituto Brasileño para la Investigación Espacial coordinó un proyecto para escanear mediante láser grandes partes de la superficie de la cuenca del Amazonas. Para ello se estudiaron 850 parches de vegetación, escogidos de forma aleatoria. Todos ellos tenían una longitud de 12 kilómetros y una anchura de 300 metros y fueron explorados mediante la tecnología LIDAR (Laser Imaging Detection and Ranging), un sistema de teledetección manejado desde aviones y que permite levantar un mapa de puntos de un terreno estableciendo mediciones muy exactas sobre su relieve y altura.
Siete de las áreas de selva inspeccionadas durante estas observaciones arrojaron evidencias de que debía haber árboles de más de 80 metros de altura en ellas. La mayoría se situaban en áreas remotas y aisladas del noreste del Amazonas, en la zona del Escudo de Guayana, donde coinciden las fronteras de Venezuela, Brasil, las Guayanas y Surinam. Es un terreno elevado y con un sustrato geológico muy antiguo, donde persisten grandes áreas de bosque bien conservado.
Fueron los profesores Eric Gorgens, investigador de la Universidad Federal de los valles de Jequitinhonha y Mucuris (UFVJM), y Diego Armando da Silva, del Instituto Federal de Amapá, quienes señalaron que las imágenes del LIDAR daban a entender la existencia de árboles especialmente altos en una zona concreta de la selva. Poco después se organizó una expedición a la que se sumaron, Tobias Jackson, de la Universidad de Cambridge, y Sami Rifae, de la Universidad de Oxford, quienes han descrito en un artículo publicado en The Conversation la azarosa expedición que tuvieron que llevar a cabo para alcanzar por tierra el lugar detectado por el radar.
Cinco días en canoa para llegar al árbol
La expedición arrancó en la localidad de Laranjal do Jari, a orillas del río del mismo nombre en el noreste de Brasil, bajo unas condiciones ambientales marcadas por temperaturas de 35 grados y humedad constante. Desde allí remontaron en botes el río hasta llegar a la villa de São Francisco do Iratapuru. Hicieron falta cinco días de navegación y 240 kilómetros recorridos, sorteando rápidos y remontando corrientes de agua, hasta llegar a la zona donde se encontraban los árboles, no muy lejos de la orilla.


Los investigadores dedicaron varios días a inspeccionar la zona, tomando muestras y midiendo los ejemplares arbóreos más destacados. Todos pertenecían a la misma especie, Dinizia excelsa, un árbol llamado en portugués angelim vermelho y que es bien conocido en el Amazonas. Se trata de una especie relativamente abundante y bien distribuida, un vegetal oportunista que es de los primeros en colonizar un terreno cuando se abre un claro en la selva.
Lo que maravilló a los investigadores fue la extraordinaria altura de los ejemplares localizados. Encontraron unos 15 de más de 70 metros y algunos de ellos superaban los 80. El más alto alcanzó los 88,5 metros. El método para medir su altura resultó de los más exacto. Un escalador local trepó hasta la punta de la copa y desde allí lanzo una cuerda al suelo. Los científicos solo tuvieron que medirla para saber la altura con exactitud.
El motivo de su gran altura
El hallazgo de este gigante del Amazonas no ha hecho sino despertar nuevas preguntas a los investigadores. Si Dinizia excelsa no supera nunca los 60 metros de altura en otras localizaciones, ¿por qué aquí sí? ¿Hay alguna razón como el tipo de suelo o las condiciones climáticas que permiten crecer más alto a los árboles en esa zona? Los investigadores no se atreven a dar una respuesta sin hacer más estudios, pero aventuran una explicación.
Es posible que estos ejemplares sean tan altos porque han estado aislados durante cientos de años de la actividad humana. Si en otras zonas del Amazonas no se ven árboles de Dinizia excelsa de ese tamaño es porque hace tiempo que los leñadores abatieron a los ejemplares más altos y ahora solo contemplamos individuos de segundo grado.
En un fenómeno conocido por los estudiosos de la biodiversidad: tendemos a juzgar cómo es la realidad de los ecosistemas partiendo de la base de lo que vemos hoy. De este modo, la idea sobre la altura potencial a la que puede crecer un árbol amazónico ha estado hasta ahora marcada por la observación de los árboles de tamaño moderado que restan. Solo al contemplar un gigante de un bosque primario se descubre la altura real y el porte magnífico al que puede llegar la especie.
«Arboles gigantes como los que hemos encontrado tienen un gran poder de inspiración y de emoción; nos recuerdan hasta qué punto es maravilloso el bosque amazónico y lo importante que es preservarlo», afirma Tobias Jackson en un comunicado emitido por la Universidad de Cambridge.
El investigador también señala la importancia que tiene este tipo de descubrimientos en el contexto del cambio climático: «Los árboles ayudan a mitigar el cambio climático al capturar carbono del aire y acumularlo en sus tejidos. Cuanto más volumen tiene el árbol más CO2 almacena. En este caso, un árbol como este, de 88,5 metros de altura, puede almacenar por sí solo tanto carbono como toda una hectárea de bosque». En ese sentido, el investigador aboga por proteger especialmente estas zonas maduras de selva tropical donde crecen bosques primarios con gran cantidad de biomasa por hectárea.
Referencia bibliográfica:
Gorgens, E.B. et al: ‘The giant trees of the Amazon basin. Frontiers in Ecology and the Environment‘, Aug 2019. DOI: 10.1002/fee.2085
La selva tropical destaca por su variedad de especies y por su exuberancia, pero no tiene los mayores registros de altura en árboles individuales. El gigante amazónico recién encontrado está lejos de las plusmarcas mundiales de altura, que pertenecen a especies de bosques templados de la costa oeste de EEUU y la del este de Australia.


Con diferencia, los árboles más altos del mundo son las secuoyas costeras de California (Sequoia sempervirens) que superan con facilidad los 100 metros de altura. Los ejemplares más altos han llegado a medir más de 115 metros de altura. Mientras que Sequoia sempervirens solo crece junto a la costa del Pacífico, en terrenos bajos y de nieblas abundantes, su pariente, la secuoya gigante (Sequoiadendron giganteum), crece en las alturas de la Sierra Nevada de California, resistiendo calores y fríos extremos.
Esta especie también alcanza los 100 metros, pero no llega a la misma altura que su pariente. El ejemplar más alto medido alcanza los 105 metros. Sí lo supera, sin embargo, en volumen, pues su tronco es mucho más robusto que el de su espigada prima costera y puede superar los 11 metros de diámetro.


En el otro extremo del mundo, en el hemisferio sur, crecen las distintas especies de eucalipto, distribuidas entre el continente australiano y la isla de Tasmania. El más alto de todos ellos es el Eucaliptus regnans, que supera con facilidad los 80 metros de altura. En la actualidad se conoce un ejemplar vivo que tiene 99 metros, aunque hay referencias a ejemplares talados en el pasado a los que se estima una altura de 110 metros.
