Tras la pista del primer nido de quebrantahuesos descrito por la ciencia

Hallan en Murcia el primer nido de quebrantahuesos descrito por la ciencia

Hallan en Murcia el primer nido de quebrantahuesos descrito por la ciencia

El descubrimiento en una sierra de Murcia del primer nido de quebrantahuesos descrito científicamente ayuda a redefinir el mapa de distribución de la especie y desvela una “caja del tiempo” con manufacturas de esparto del siglo XIX. Décadas después de que muriera a tiros el último ejemplar en la región, se ha rescatado el nido histórico y hay una exposición sobre él, un ejemplo que muestra el cambio de sensibilidad hacia la conservación de la naturaleza. La historia la explica nuestro colaborador Carlos Egio en un fascinante texto que une historia de la ciencia y arqueología de la naturaleza

 


Carlos Egio | Especial para El Ágora
Murcia | 12 agosto, 2020


Encontrar en 1879 al príncipe heredero del Imperio Austrohúngaro, el archiduque Rodolfo, recorriendo caminos hasta ese momento transitados por pastores y rebaños de cabras acompañado de dos reputados hermanos alemanes, no es una estampa que uno esperara en las sierras del sur de la ciudad de Murcia, entonces una pequeña población rodeada de huertas.

La escena, descrita por el catedrático de la Universidad de Alicante Abilio Reig Ferrer en uno de sus artículos, sorprende aún más cuando se descubre qué es lo que había llevado a tan distinguido séquito hasta este recóndito lugar alejado de las disputas políticas que hacían convulsionarse al corazón de Europa: ¡cazar un quebrantahuesos!

Que un miembro de la realeza quisiera contar en su colección de trofeos de caza con un ave como esta, con sus casi tres metros de envergadura con las alas desplegadas, no es de extrañar; lo que podría sorprender de verdad a un naturalista actual es que el cortejo real buscara esta especie, asociada hoy en día a las grandes montañas, en una pequeña y cálida sierra prelitoral del Levante peninsular.

“Encontrar en 1879 al príncipe heredero del Imperio Austrohúngaro, el archiduque Rodolfo, recorriendo caminos de cabras en Murcia no es una estampa esperable”

El hecho de que no se cruzaran con ningún ejemplar y que se tuvieran que conformar con la pareja que habían cazado en Sierra Nevada, un lugar en teoría mucho más propicio para la especie, no resuelve el misterio. Si llegaron hasta Murcia, con las dificultades que entrañaba desplazarse por los caminos de aquella época, no fue por casualidad. Pero para conocer la razón hay que retroceder veinte años en la Historia.

César Punzano y Paco Montoro se descuelgan hasta el nido histórico de quebrantahuesos descubierto en Murcia. | Foto: María Jesús Verdejo
César Punzano y Paco Montoro se descuelgan hasta el nido histórico de quebrantahuesos descubierto en Murcia. | Foto: María Jesús Verdejo

Un naturalista alemán entre bancales

Entre 1856 y 1858, el doctor alemán Reinaldo Brehm, uno de los guías del archiduque Rodolfo en aquella jornada, ejerció como médico en la capital del Segura. Este, como muchos de sus compatriotas en el siglo XIX, además de ejercer su profesión dedicaba una parte importante de su tiempo al estudio de la naturaleza, hasta el punto de que tanto él como su hermano Alfred, el segundo acompañante, son considerados como dos de los grandes naturalistas de la centuria.

El naturalista alemán del siglo XIX Reinaldo Brehm, que pasó tiempo en España estudiando nuestra fauna

No en vano, Reinaldo describió por primera vez para la ciencia el águila imperial ibérica, nuestra rapaz más emblemática, cuyo descubrimiento dedicó al príncipe Adalberto, noble que quedaría para siempre en su nombre científico (Aquila adalberti).

Según describe el doctor en Veterinaria y naturalista Francisco Montoro, pronto la afición de Brehm hacia la ornitología fue conocida por sus pacientes, por lo que le llevarían habitualmente aves a la consulta. Sin duda la más valiosa, para el médico y para la ciencia, fue el pollo de un buitre extraño que le trajo el carnicero del pequeño pueblo de Algezares. Se trataba de un quebrantahuesos recogido por un pastor en la Cresta del Gallo, una formación montañosa que recibe su nombre de las grandes rocas rojizas que la coronan.

Brehm, siguiendo el instinto descubridor de la época, no quiso dejar pasar la oportunidad de conocer de cerca el nido, de manera que, guiado por el pastor, pudo llegar hasta él. Así, al contrario de lo que solía ser habitual, esto es, “que los pastores y alimañeros fueran los que entraran, bien por iniciativa propia o bien espoleados directamente por científicos deseosos de tener en sus manos un ejemplar de esa rara especie”, explica Montoro, “en el caso que nos ocupa fue el médico quien lo alcanzó, convirtiéndose así en el primer naturalista de la historia que, al estudiarlo directa y personalmente, describió de manera científica un nido de quebrantahuesos”.

“En el siglo XIX, los colegas naturalistas del alemán Reinaldo Brehm ponían en duda que el quebrantahuesos criara con éxito en montañas tan bajas y calurosas como las de Murcia”

Quizá le animara a hacerlo el que sus contemporáneos pusieran en duda que este buitre criara con éxito en montañas tan bajas y calurosas como las de Murcia. De hecho, localizado a tan solo 300 metros de altitud sobre el nivel del mar, aquel nido resultó ser uno de los más bajos del mundo.

Un buitre con vocación de águila

Francisco Montoro, que ha dedicado parte de su carrera al estudio del quebrantahuesos, dice de este que “tiene el encanto de lo bello y la magnificencia de lo raro, de lo escaso”. De hecho, su silueta en vuelo es especialmente llamativa con “alas enormes y perfiladas” de casi tres metros de envergadura y una larga y elegante cola muy característica. Se trata de algo que comparte con las águilas, pero no solo eso, su ágil forma de desplazarse, su capacidad para transportar su alimento en las garras, su comportamiento territorial y solitario y su cabeza cubierta de plumas lo convierten en un buitre muy peculiar.

Huesos encontrados en el nido de quebrantahuesos hallado en Murcia 150 años después de que el naturalista Reinaldo Brehm lo describiera. | FOTO: Francisco Montoro

Gerardo Báguena, presidente de la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos (FCQ), destaca de esta especie que es la única ave que basa su alimentación solo en los huesos de rumiantes, lo que le ha obligado a entenderse con todas las poblaciones rurales de todo el Paleártico Occidental. Descrito en alemán como “el buitre de los corderos”, está muy asociado al pastoreo de montaña, por lo que el ser humano es un aliado importante para cerrar su ciclo biológico.

Quizá esto último fuera lo que lo atrajo a las sierras del sur de Murcia que, aunque actualmente frondosas por las repoblaciones de pino de los años cincuenta, en el siglo XIX estaban cubiertas de matorrales y eran un lugar ideal para los rebaños de cabras y ovejas.

“Un siglo y medio después de que muriera a tiros el último quebrantahuesos de Murcia se ha rescatado el nido histórico y hay una exposición sobre él, un ejemplo que muestra el cambio de sensibilidad hacia la conservación de la naturaleza”

Otro aspecto peculiar del quebrantahuesos es su costumbre de tomar baños de barro rico en óxido de hierro, coloreando el plumaje del pecho y el vientre de anaranjado. Tampoco se puede olvidar su contribución a los servicios ecosistémicos que prestan los buitres en general al hacer desaparecer los cadáveres de los animales en poco tiempo, eliminando así una fuente potencial de patógenos y de contaminación de las aguas. “Se ha calculado que donde hay buitres los cadáveres desaparecen cincuenta veces más rápido que donde no hay”, afirma Montoro.

Un ejemplar adulto de quebrantahuesos con el plumaje teñido de naranja por el baño con tierras ricas en óxido de hierro que le gusta visitar. | FOTO: Ondrej Prosicky
Un ejemplar adulto de quebrantahuesos con el plumaje teñido de naranja por el baño con tierras ricas en óxido de hierro que le gusta visitar. | FOTO: Ondrej Prosicky

Todo esto, unido al interés histórico y a la posibilidad de contribuir a ampliar el conocimiento del área histórica de distribución del quebrantahuesos, “que se ha asociado siempre a montañas de gran altitud”, fue lo que llevó a Francisco Montoro y a Abilio Reig a buscar los restos del primer nido descrito científicamente, siglo y medio después de que lo hiciera Reinaldo Brehm.

Una caja del tiempo en plena sierra

A partir de una visita a Murcia en enero de 2019 para dar una charla, Montoro, “conocedor de los trabajos publicados por el profesor Reig Ferrer, tras patear mucha sierra y estudiar mapas”, y sabiendo que estaría en la vertiente norte de la sierra, puesto que la especie huye del calor, y que debía ubicarse en una gran oquedad abrigada en la roca, localizó con un telescopio lo que parecía ser el nido. Las tizas, excrementos de color blanco por la dieta rica en calcio característica de la especie, fueron la demostración fehaciente de que había pertenecido a una pareja de quebrantahuesos.

“Más allá del valor científico, Montoro y Punzano accedieron a una caja del tiempo que durante 162 años no había sido abierta por nadie”

Pero para terminar de confirmar la sospecha era necesario acceder directamente al nido, lo que hizo junto a Cesáreo Punzano, montañero y espeleólogo aficionado a la ornitología, en esa misma visita a la ciudad usando cuerdas y técnicas de escalada. Lo que encontraron fue una plataforma de 170 centímetros de ancho, 130 de profundidad y 80 de alto, con un peso estimado de media tonelada. El enorme tamaño atestiguaba no solo que había anidado allí una pareja de quebrantahuesos, sino que lo habían hecho varias de manera continuada durante decenios o incluso siglos.

Interior del nido histórico de quebrantahuesos descubierto en Murcia y donde se hallaron alpargatas y objetos de esparto del siglo XIX. | FOTO: Francisco Montoro
Interior del nido histórico de quebrantahuesos descubierto en Murcia y donde se hallaron alpargatas y objetos de esparto del siglo XIX. | FOTO: Francisco Montoro

Pero más allá del valor científico, Montoro y Punzano accedieron a una caja del tiempo que durante 162 años no había sido abierta por nadie. Entre las tizas, palos, ramas y huesos no ingeridos, encontraron una pequeña joya etnográfica.

Telas de la época y manufacturas de esparto, típicas de la zona, como sogas y alpargatas, habían permanecido inalteradas a resguardo de las inclemencias del tiempo. Desde que el doctor Brehm accediera ni siquiera otros quebrantahuesos habían anidado allí, puesto que la hembra fue abatida de un disparo en un ala y murió mientras compartía jaula con su cría y otras aves y el macho dejó de verse desde ese momento por la sierra.

Quizá para resarcirse de aquel triste final en la Región de Murcia, y por su interés científico, etnográfico e histórico, a iniciativa de la Consejería de Agua, Agricultura, Pesca y Medio Ambiente de esa comunidad autónoma, actualmente puede visitarse una exposición permanente con materiales rescatados del nido, junto a una reproducción de un quebrantahuesos, en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de El Valle. Una paradoja que muestra el cambio de sensibilidad hacia la conservación de la naturaleza que se ha producido en el tiempo transcurrido hasta ahora.

Un futuro que depende del ser humano

Según revela Gerardo Báguena, aunque no era muy abundante, hasta principios del siglo XX el quebrantahuesos podía encontrarse en todas las grandes cordilleras de Península Ibérica. “Donde había relieve por encima de los 600-800 metros y rumiantes, había quebrantahuesos”, expone.

Vista actual del paisaje tremendamente humanizado que se observa desde el nido histórico de quebrantahuesos hallado en Murcia. | FOTO: Francisco Montoro
Vista actual del paisaje tremendamente humanizado que se observa desde el nido histórico de quebrantahuesos hallado en Murcia. | FOTO: Francisco Montoro

Sin embargo, a principios del siglo XX la población rural empezó a tener acceso al veneno. El objetivo era combatir principalmente al lobo, en algunas zonas también al oso, con los que los ganaderos competían por la comida.

Sin embargo, los tóxicos, cuyo uso en la actualidad es considerado un delito grave, no distinguen a sus víctimas, por lo que en poco más de medio siglo desapareció el quebrantahuesos de gran parte de Europa, quedando en España un pequeño reducto acantonado en los Pirineos.

“Telas de la época y manufacturas de esparto, típicas de la zona, como sogas y alpargatas, habían permanecido inalteradas a resguardo de las inclemencias del tiempo”

Por fortuna, el quebrantahuesos tuvo la suerte de poder aprovechar un “acierto histórico” en su recuperación, añade el presidente de la FCQ, cuando el Gobierno de Aragón decidió instalar comederos con huesos específicos para la especie. Además, los planes recuperación en el norte y en el Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas (Jaén), así como en el de Castril (Granada), y la estricta prohibición del uso de cebos envenenados, contribuyeron a su recuperación.

A esto hay que unir que se trata de una de las pocas especies que se han visto favorecidas por la despoblación rural, puesto el matorral que ocupa lo que antes eran campos de cultivos favorece que aumente el censo de cabra montés en montañas como las de Cazorla y el Sistema Central, lo que genera más oportunidades para un buitre que necesitan 350 kilos de huesos para sacar adelante un solo pollo.

Vista parcial del espacio expositivo dedicado al nido histórico de quebrantahuesos hallado en Murcia y que puede visitarse en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de El Valle, Murcia. | FOTO: Carlos Egio
Vista parcial del espacio expositivo dedicado al nido histórico de quebrantahuesos hallado en Murcia y que puede visitarse en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de El Valle, Murcia. | FOTO: Carlos Egio

“¿Volverán a verse los quebrantahuesos por tierras murcianas? Sería muy extraño que regresara a su nido histórico en el Parque Regional de El Valle, muy alterado hoy en día, pero sí que es posible que recupere otros territorios en la comunidad autónoma como las sierras de Moratalla”

Pero ¿volverán a verse los quebrantahuesos por tierras murcianas? Aunque sería muy extraño que regresara a su nido histórico en el Parque Regional de El Valle, muy arbolado, sin ganado que le sirva de alimentación y muy transitado hoy por vecinos y deportistas, sí que es posible que recupere otros territorios en la comunidad autónoma como las sierras de Moratalla, donde anidó hasta mediados del siglo XX.

En este sentido, Montoro recuerda que en los Parques Naturales de Cazorla, Segura y las Villas y de Castril se está desarrollando un proyecto de reintroducción de la especie desde 2006 que lleva a cabo sueltas de ejemplares jóvenes, gracias al cual ya han nacido y volado ocho pollos en libertad.

Para el naturalista, “si el quebrantahuesos nidifica de nuevo en Murcia y Castilla-La Mancha, cosa que sería una excelente noticia, será un regalo hecho desde y por Andalucía”. Que las administraciones “luchen de manera contundente” por la erradicación de los cebos envenados es la clave para su expansión. Queda por tanto unido una vez más el destino de la especie a las decisiones del ser humano.



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