Una masa de humo de cinco millones de kilómetros cuadrados a causa de los incendios en la Amazonía brasileña se extiende por varios países de la región. En los primeros días de septiembre ya se ha producido el 72,5% de los incendios que hubo en el mismo mes de 2021



Una masa de humo se extiende estos días por la Amazonía de Brasil y otros países de la región y ya cubre un área estimada en cinco millones de kilómetros cuadrados, por causa de incendios en la región, según imágenes satelitales de esta semana.
Los focos detectados en la Amazonía brasileña siguen disparados en estos primeros días de septiembre, después de un agosto con 33.116 focos, la cifra más alta para el mes desde 2010 (45.018), de acuerdo con las alertas del estatal Instituto Nacional de Pesquisas Especiales (INPE).
En los cuatro primeros días de este mes, la región amazónica brasileña contabilizó 12.133 incendios, con más de 3.000 casos diarios notificados entre el viernes y el domingo pasados, algo que no ocurría para septiembre desde por lo menos 2007.
Ese número ya supone el 72,5% de los reportados en todo el mes de septiembre de 2021 (16.742), que estuvo por debajo de la media histórica gracias a un volumen de lluvias por encima de lo normal para la época.
En lo que va de año, la Amazonía brasileña ya acumula 58.155 alertas de incendios, lo que supone alrededor de un 20% más de los registrados en el mismo periodo de 2021.
El día 26 de agosto, el Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia (IPAM), el Instituto de Estudios para Políticas de Salud (IEPS) y Human Rights Watch presentaron el informe “El aire es intolerable: Consecuencias para la salud de los incendios asociados a la deforestación en la Amazonía brasileña”. Las organizaciones realizaron una evaluación de las consecuencias para la salud que incluye un análisis estadístico de datos gubernamentales sobre hospitalizaciones, deforestación, incendios y calidad del aire, en particular la presencia de contaminantes que tienen un nexo directo con los incendios en la región de la Amazonía. Las internaciones atribuibles a los incendios duraron, en promedio, tres días, y representaron un total de casi 7.000 días en hospitales para los pacientes sólo en 2019.
El informe destaca que el humo contiene altos niveles de partículas finas, un contaminante asociado con enfermedades respiratorias y cardiovasculares, así como con muerte prematura. Los niños, los adultos mayores, las personas embarazadas y quienes tienen enfermedades pulmonares o coronarias preexistentes son particularmente vulnerables.
Destrucción del ecosistema
Según otra investigación, dada a conocer esta semana por la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica, el bosque tropical más grande del mundo se encuentra a puertas de la “destrucción irreversible del ecosistema” y señala que Brasil y Bolivia concentran el 90% de la deforestación y degradación de la Amazonía.
El informe «La Amazonia a contrarreloj: un diagnóstico regional sobre dónde y cómo proteger el 80% al 2025», fue presentado en la V Cumbre Amazónica de Pueblos Indígenas, y aborda la problemática a nivel nacional en los nueve países de la cuenca. La investigación evidencia que el 34% de la Amazonia brasileña ha entrado en un proceso de transformación, al igual que el 24% de la Amazonía boliviana, seguido por Ecuador con el 16%, 14% en Colombia y 10% en Perú, que son los países con mayores índices.
«La Amazonia se encuentra a las puertas de la destrucción irreversible del ecosistema» debido a las altas tasas de pérdida y perturbación de la selva que, combinadas, ya alcanzan el 26% de la región, según el estudio.
Los incendios en la Amazonía se enmarcan dentro de un ciclo destructivo del bioma que arranca con la invasión de tierras, prosigue con la deforestación del terreno y suele culminar con la plantación de cultivos o de pasto para el ganado. Este año además se ven favorecidos por el intenso calor que ha hecho entre junio y agosto, ya de por sí más secos en la región.
Las organizaciones indígenas y ecologistas responsabilizan de la devastación de la Amazonía al presidente brasileño, Jair Bolsonaro, quien ha flexibilizado los controles ambientales, promovido la explotación económica del ecosistema y recortado el presupuesto de los órganos fiscalizadores.
