El Pantanal, el mayor humedal del mundo, lleva desde agosto ardiendo sin descanso en una temporada de incendios nunca vista. Solo en septiembre se han contabilizado 5.966 focos, la peor cifra desde que se tiene registros, y 16,119 fuegos en el bioma desde principios de 2020



Entre los estados de Mato Grosso do Sul y Mato Grosso, en el centro-sur de Brasil, se encuentra el Pantanal, una llanura aluvial considerada catalogada como el mayor humedal de nuestro mundo. Para hacernos una idea de su tamaño descomunal, en las épocas más húmedas puede alcanzar una extensión de 210.000 km cuadrados, prácticamente la mitad de España.
Este humedal no solo destaca por su tamaño, sino también por la enorme variedad biótica que presenta, en la que destacan especies que están al borde la extinción, como lo son los icónicos jaguares, nutrias de río o los armadillos gigantes.
A pesar de la importancia que esconce el Pantanal, su territorio se ha enfrentado durante años a un creciente problema con los pastizales. De hecho, aproximadamente el 95% de la superficie del humedal está compuesto por propiedades privadas explotadas de forma extensiva y apenas un 4,6% son unidades de conservación.
Con la llegada de septiembre, los propietarios de estas tierras se lanzan a llevar a cabo las tradicionales queimadas, una práctica que consiste en la quema controlada de terreno para eliminar el exceso de vegetación. A diferencia de otras partes del Amazonas, la vegetación del pantanal ha evolucionado para coexistir con estos fuegos y muchas de ellas necesitan su calor para poder germinar, según Nature. Por otro lado, el agua del humedal actuaba de freno natural para estos incendios, por lo que actividad de los incendios siempre ha sido mínima en la región.No obstante, este año ha registrado un mínimo de precipitaciones que han conducido a que el río Paraguay que alimenta el humedal se sitúen una situación crítica, desencadenando la peor sequía en 47 años.
“De octubre a marzo, las inundaciones llenan el Pantanal como un depósito gigante y drenan lentamente entre abril y septiembre, proporcionando un hábitat acuático ideal, renovación de nutrientes y control de inundaciones para millones de personas río abajo”, destacan desde el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
“La incidencia del cambio climático está alterando ese patrón natural e incentiva el surgimiento de periodos secos más prolongados y de lluvias más concentradas capaces de desestabilizar el pantanal”, han añadido desde la ONG.
Según Nature, los modelos climáticos sugieren que el Pantanal podría volverse más caliente y seco para finales de este siglo, con un incremento de temperatura de hasta 7°C . De seguir con esta tendencia de cambio climático, las temperaturas medias anuales podrían aumentar en un 10,5% y el volumen anual de lluvia podría disminuir en un 3% para el año 2050.
Estas condiciones inusualmente secas han supuesto que muchos de los incendios que se originaron de forma intencionada para el control de los pastos se hayan descontrolado a través del ecosistema de el Pantanal, desembocando en una temporada de incendio de infierno.
Según los últimos datos del Instituto Brasileño de Medioambiente (Ibama), el fuego ya ha calcinado este año un 22% de este ecosistema declarado Patrimonio de la Humanidad por la ONU.
Los focos de incendios en el Pantanal, que Brasil comparte con Paraguay y Bolivia, ya llegan hasta los 5.966 en lo que va de septiembre, lo que representa ya la peor cifra para ese mes desde que se empezaron a registrar estadísticas, en 1998.
En estos casi nueve meses de 2020 se han notificado 16.119 fuegos en el bioma, superando ya las cifras de los últimos 22 años ya que el récord hasta ahora databa de 2005, con 12.536 incendios.
Esta crítica situación ha obligado a Mauro Mendes, gobernador de Mato Grosso, a pedir el apoyo de la fuerza de seguridad nacional ya que, de momento, las 2.500 personas que trabajan para sofocar los incendios, así como los medios aéreos, se están viendo desbordados.
“Las condiciones climáticas desfavorables, como la baja humedad y la falta de lluvias hace cerca de 120 días nos obligan a buscar nuevas ayudas para minimizar los impactos del fuego para el medio ambiente y la calidad de vida de los ciudadanos”, ha enfatizado el gobernador.
Sin embargo, son solo palabras. Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, es quien tiene la última palabra en todo este asunto que ha intentado minimizar desde el principio y al que ha intentado responsabilizar en cierto modo al estilo de vida de la población indígena del país.
– Discurso de abertura da 75⁰ Assembléia Geral da ONU.
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— Jair M. Bolsonaro (@jairbolsonaro) September 22, 2020
“Hay una cultura regional. Es el indio el que prende fuego en la siega; es el ‘caboclo‘ (mestizo de blanco con indígena), el pequeño productor», declaró Bolsonaro en las redes sociales.
Asimismo, recordó hoy que el «14% del territorio» brasileño son reservas indígenas protegidas, un porcentaje, a su juicio, elevado para apenas «un millón de indígenas» que viven en el país.
Para defenderse de las críticas, Bolsonaro afirmó en su intervención en la Asamblea de las Naciones Unidas de nuevo que Brasil es el país que «más preserva» el medioambiente y denunció que es víctima de una «ataque criminal» y una campaña de «desinformación absurda» sobre su gestión medioambiental.
