Un estudio de Nature advierte de que la minería de metales «críticos» para la producción de energías renovables, como el litio, puede suponer daños a la biodiversidad mayores que los que se evitan con la mitigación del cambio climático que busca la transición energética



La relación entre la transición energética y la protección de los ecosistemas es amplia, ya que todos los expertos coinciden en que aumentar la producción de energía renovable es algo necesario para detener el cambio climático y revertir las pérdidas de biodiversidad asociadas. Sin embargo, la extracción de los materiales que se requieren para fabricar herramientas vinculadas a su generación, como el litio de las baterías o el silicio de los paneles solares, también implica una amenaza para la biodiversidad y las áreas protegidas de diversas partes del mundo. De hecho, «sin una planificación estratégica», la demanda de estos materiales para aumentar la capacidad renovable hará que estas nuevas amenazas a la biodiversidad a través de la minería sean incluso mayores que las que se habrán evitado con la mitigación del cambio climático.
Esa es la advertencia que lanzan los autores de un nuevo estudio publicado esta semana en la revista científica Nature. Liderados por la investigadora Laura J. Sonter, de la Universidad de Queensland, Australia, un equipo interdisciplinar ha analizado todas las zonas de extracción minera existentes o en planificación, que afectan según sus estimaciones a 50 millones de kilómetros cuadrados, el 37% de la superficie terrestre, excluyendo la Antártida. En total, contabilizan 60.000 proyectos mineros que se solapan en un 8% con áreas protegidas, mientras que otro 7% se sitúan en áreas claves para la biodiversidad y un 16% en zonas del planeta relativamente inexploradas y salvajes, como el gran desierto de Australia o las tundras árticas.
La mala noticia para las energías renovables es que la mayoría de las áreas mineras (82%) producen materiales necesarios para su producción, un problema que también concierne a la movilidad sostenible. Y este problema solo se va a agravar en el futuro: los investigadores advierten de que hay una mayor presencia de minas preoperativas enfocadas en la extracción de materiales críticos para la producción de energías renovables que de aquellas de las que se extraerán otros materiales.
Según se apunta en el artículo de Nature, «la producción de energías renovables es mucho más intensiva en materiales que los combustibles fósiles, lo que significa que la producción futura también aumentará la demanda de muchos metales». Además, «es poco probable que estas nuevas demandas se satisfagan desviando el uso de otros sectores o aumentando el reciclaje de materiales«, por lo que Sonter pronostica que un aumento del impacto ambiental de la minería ligado a estas fuentes de energía limpia es «inevitable» con las políticas actuales.
Los investigadores aportan ejemplos concretos de hacia dónde podría expandirse esa minería, como la segunda reserva de litio virgen más grande del mundo, que se encuentra en el Salar de Uyun, en Bolivia. En esta área biodiversa, que actualmente no ha sido tocada por el hombre, «la minería representa una seria amenaza para las especies y los ecosistemas», aseguran. Y, si bien en algunas áreas protegidas está prohibida la extracción de minerales y las actividades de prospección, actualmente más del 14% contienen minas de metal dentro o cerca de sus límites, una cifra que podría aumentar en el futuro por la fuerte presión económica. Teniendo en cuenta que «las consecuencias para la biodiversidad pueden extenderse a muchos kilómetros de los sitios mineros».
Planificar estratégicamente
Según avanza el artículo, los planes de conservación para estos enclaves «deben identificar y desarrollar estrategias para gestionar todas las principales amenazas a la biodiversidad», de forma que se garantice que la extracción de los materiales necesarios para la producción de energía renovable «no reemplaza simplemente las amenazas relacionadas con el cambio climático mitigadas al reducir el uso de combustibles fósiles».
Por ello, «se requiere urgentemente una planificación estratégica cuidadosa para garantizar que las amenazas mineras a la biodiversidad causadas por la producción de energía renovable no superen las amenazas evitadas por la mitigación del cambio climático y cualquier esfuerzo para ralentizar la extracción y el uso de combustibles fósiles«. Como dato ilustrativo de esta paradoja, los investigadores apuntan que «la pérdida y degradación del hábitat amenazan actualmente a más 80% de las especies en peligro de extinción», mientras que el cambio climático afecta por ahora directamente tan solo al 20%.Es decir, existe una «necesidad urgente» de comprender mejor el alcance y tamaño de los riesgos de la minería para la biodiversidad, para poder así considerarlos estratégicamente en los planes y políticas de conservación. Sin embargo, los investigadores lamentan que este tema no se considera seriamente en las políticas climáticas internacionales, ya que hasta ahora ni siquiera se han abordado las nuevas amenazas mineras en las discusiones globales sobre el Plan Estratégico de las Naciones Unidas para la Biodiversidad posterior a 2020.
Según se explica en el artículo, las acciones necesarias incluyen el fortalecimiento de políticas para evitar las consecuencias negativas de la minería en lugares de importancia fundamental para los resultados de la conservación y el desarrollo de planes de paisaje que aborden explícitamente las amenazas mineras actuales y futuras. Estas acciones también deben estar respaldadas por un importante esfuerzo de investigación para superar los actuales déficits de conocimiento, ya que no existe todavía una comprensión sistemática de las consecuencias explícitas (en lugar de las amenazas potenciales, como se investiga en el artículo) de varias actividades mineras en características específicas de la biodiversidad.
