Los océanos se quedan sin tratado de protección

Los océanos se quedan sin tratado de protección

Tras dos semanas de negociación en Naciones Unidas los gobiernos no han logrado ponerse de acuerdo para aprobar el Tratado de Alta Mar de la ONU para proteger los océanos y la vida marina


A pesar de que las aguas internacionales representan casi dos tercios de los océanos del mundo, solo el 1,2% están protegidas, y así seguirán tras el fracaso de las negociaciones internacionales para adoptar el Tratado de Alta Mar de la ONU para proteger los océanos y la vida marina.

Tras dos semanas de intensas conversaciones, los negociadores no han esperado a este lunes 26, día marcado para el fin de las negociaciones, y el viernes por la noche se dieron por vencidos y decidieron que hace falta más tiempo para alcanzar este pacto internacional que viene discutiéndose desde 2018. Por ello, optaron por suspender la quinta y última ronda de negociaciones y retomarla en una fecha aún por determinar.

Así lo anunció la presidenta de la conferencia que negocia el tratado, Rena Lee, tras varias reuniones con las que se intentó acercar posturas a última hora en busca de un acuerdo.  Según Lee, «hoy se está más cerca que nunca de la meta», pero hace falta algo más de tiempo para poder cerrar el proceso.

Oceános Tortuga
Los océanos albergan alrededor de 200.000 especies.

Las aguas consideradas «de alta mar» son las que se sitúan más allá de las aguas territoriales de cada país, y suponen dos tercios de la superficie de los océanos; en el mejor de los casos, los negociadores aspiran en una futura negociación sine die a un instrumento que permita proteger un 30% de estas aguas oceánicas para 2030.

El último acuerdo internacional sobre protección de los océanos se firmó hace 40 años, en 1982, la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.

Ese acuerdo estableció un área llamada alta mar: aguas internacionales donde todos los países tienen derecho a pescar, embarcar e investigar.

El tratado que negocian países de todo el mundo busca asegurar la conservación y el uso sostenible de las zonas marinas situadas fuera de la jurisdicción nacional, las áreas conocidas habitualmente como la alta mar.

Se trata de un instrumento que los ecologistas consideran fundamental para garantizar el futuro de los océanos y que se reclama desde hace décadas, pero que no deja de acumular retrasos.

Las negociaciones comenzaron oficialmente en 2018 y el objetivo era tener un tratado para 2020, pero esos planes se vinieron abajo por culpa de la pandemia de la covid-19, que obligó a retrasar todo el proceso. Ahora, la meta era tener un acuerdo en 2022, algo inviable a estas alturas tras el fracaso de esta última ronda de negociaciones.

Según Greenpeace, si este año no hay tratado, será muy difícil cumplir con el objetivo de proteger un 30% del área de los océanos para 2030, una meta que se han fijado numerosos países y que muchos científicos consideran el mínimo necesario para permitir que los ecosistemas marinos se recuperen de la presión a la que están sometidos.

La contaminación, el cambio climático y las nuevas tecnologías que abren la puerta a la minería en el fondo de los mares y a una pesca más intensiva son según los expertos las principales amenazas para la alta mar, que supone dos tercios del total de los océanos.

El fracaso de estas negociaciones ya se anticipó el pasado mes de julio tras la Conferencia de Lisboa sobre océanos que concluyó sin compromisos vinculantes ni metas cerradas. La llamada ‘Declaración de Lisboa’ mostraba, según Naciones Unidas, la «voluntad en todo el mundo» por avanzar en la protección de los océanos, pero reconoce el «fracaso colectivo» para cumplir algunas de las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 14 que tenían fecha de caducidad en 2020, como proteger los ecosistemas marinos y costeros y acabar con la pesca ilegal, no comunicada y no regulada.

Entre los aspectos que debe regular este Tratado, jurídicamente vinculante a nivel internacional se encuentran los recursos genéticos marinos, incluidas cuestiones como la distribución de beneficios. Además, debe tomar en cuenta medidas como herramientas de gestión, evaluaciones de impacto ambiental, la creación de conocimiento y la transferencia de tecnología marina.

“Los océanos mantienen la vida en la Tierra, pero durante las últimas dos semanas, la autoproclamada High Ambition Coalition no ha mostrado suficiente ambición o urgencia hasta las últimas horas. Como resultado, no han podido cerrar un Tratado Global de los Océanos que proteja las aguas internacionales. Prometieron un Tratado en 2022, y el tiempo se acaba. No deben asumir toda la responsabilidad, ya que otros países han sido deliberadamente obstructivos, pero la falta de cierre de un Tratado en estas conversaciones pone en peligro los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria de miles de millones de personas en todo el mundo”, ha declarado Pilar Marcos, responsable de la campaña de océanos de Greenpeace.

“Aunque se ha hecho algún progreso, especialmente en la potestad del Tratado para crear áreas marinas protegidas, los países de la High Ambition Coalition y EE. UU. se han movido con demasiada lentitud para encontrar acuerdos. Más demora significa destrucción del océano. Estamos tristes y decepcionados. Mientras los países sigan hablando, los océanos y todos aquellos que dependen de ellos sufrirán”, subraya Marcos.

Algunos países como las islas del Pacífico y el grupo de países del Caribe se han esforzado mucho para impulsar el cierre del Tratado, pero países del Norte Global solo comenzaron a trabajar para llegar a compromisos en los últimos días de las negociaciones, después de que se destapara que las negociaciones estaban en marcha. al borde del colapso el jueves por la mañana, un día antes del cierre de la conferencia, según informa la organización ecologista

Rusia también ha sido clave en el bloqueo de las negociaciones, negándose a participar en el proceso del Tratado en sí mismo o rechazando dialogar con la Unión Europea y muchos otros estados en una amplia gama de temas.



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