Un grupo de científicos ha logrado descongelar con éxito a un rotífero bdeloideo, un ser de tamaño microscópico, que había estado atrapado en el permafrost durante 24.000 años. Este hallazgo puede ofrecer pistas sobre cómo crioconservar mejor las células



El permafrost es conocido por ser un ataúd repleto de metano, pero también lo es por ser la prisión de millones de microorganismos y virus que, encerrados en el hielo, esperan su momento para respirar de nuevo aire fresco.
Hasta la fecha, la ciencia solo ha podido comprobar la capacidad de supervivencia en criptobiosis, un estado donde el metabolismo se detiene casi completamente, en musgos, algunas plantas y un gusano nematodo de 30.000 años.
Ahora, gracias a un trabajo publicado en la revista Current Biology, se ha demostrado que rotíferos bdeloideos, unos animales multicelulares de tamaño microscópico también pueden prosperar tras su salida de la cárcel de hielo.“Cuanto más complejo es el organismo, más complicado es conservarlo vivo congelado y, para los mamíferos, actualmente no es posible. Sin embargo, pasar de un organismo unicelular a un organismo con intestino y cerebro, aunque microscópico, es un gran paso adelante”, comenta Stas Malavin, del Instituto de Problemas Físico-Químicos y Biológicos con sede en Púshchino y autor del estudio.
Para llegar a sus conclusiones, los investigadores obtuvieron una muestra de permafrost de una plataforma de perforación en varias ubicaciones remotas del Ártico. Después de aislar los rotíferos, dataron con radiocarbono su antigüedad.
Al descongelarlos en laboratorio, los expertos pudieron comprobar su capacidad para resistir la formación de cristales de hielo que sucede cuando la congelación previa es lenta. De hecho, los datos que obtuvieron apuntan a un tipo de mecanismo que protege sus células y órganos a temperaturas extremadamente bajas.
Después del proceso de descongelación, el animal pudo reproducirse mediante un mecanismo clonal conocido como partenogénesis. Esta técnica la emplearon sobre docenas de rotíferos, según informaron los científicos.
“La conclusión es que un organismo multicelular puede congelarse y almacenarse como tal durante miles de años y luego volver a la vida, un sueño de muchos escritores de ficción”, explica Malavin.
Sobre esta posibilidad para seres más complejos, los científicos todavía no tienen claro qué se necesita para sobrevivir en el hielo y si habría mucha diferencia entre conservar el cuerpo unos pocos años o miles. Aun así, su intención consiste en continuar con el estudio de muestras del Ártico en busca de otros organismos capaces de criptobiosis a largo plazo.
En última instancia, quieren aprender más sobre los mecanismos biológicos que permiten que los rotíferos sobrevivan. La esperanza, explican, es que los conocimientos de estos pequeños animales ofrezcan pistas sobre cómo crioconservar mejor las células, tejidos y órganos de otros animales, incluidos los humanos.