Centenares de elefantes han aparecido muertos en el norte de Botsuana en los últimos dos meses. Es un auténtico “desastre en materia de conservación» del que no se sabe el porqué, aunque se especula con un envenenamiento o la acción de un patógeno desconocido, según los gestores de fauna



Algo amenaza a los elefantes de Botsuana, y por una vez parece que no son los cazadores furtivos. Más de 350 elefantes han aparecido muertos en el norte del país africano en los últimos dos meses, aunque el Gobierno por ahora solo ha confirmado el fallecimiento de 270 de ellos, lo que en cualquier caso supone un «desastre en materia de conservación», según los científicos. Las autoridades de Botsuana aún no han terminado de analizar las muestras de los cadáveres encontrados, por lo que no hay información sobre qué está causando exactamente las muertes o si podrían representar un riesgo para la salud humana.
Por ahora, hay pocas pistas sobre la causa de estos misteriosos fallecimientos. El Ministerio de Medio Ambiente de Botsuana registró la primera de estas muertes inexplicables de elefantes en el delta de Okavango, al norte del país africano, en marzo, pero el conteo de cadáveres se ha ido acelerando desde mayo. Muchos de los elefantes muertos se han encontrado cerca de abrevaderos naturales, mientras que otros se han encontrado en los senderos. Además, algunos de los animales fueron encontrados colapsados sobre su pecho, lo que sugiere que su muerte fue rápida y repentina.


Por el momento, las autoridades están investigando concretamente más de 100 muertes de elefantes, y ya han descartado como posible causa la caza furtiva, ya que los elefantes tienen sus valiosos colmillos de marfil intactos. Otra opción inicial era el envenenamiento por ántrax, una tóxica sustancia que aparece naturalmente en el suelo en algunas partes del este de África y ha matado vida silvestre en grandes cantidades, pero los análisis de laboratorio no han encontrado restos de este veneno en los cadáveres de los elefantes.
Ahora mismo, las dos posibilidades principales son el envenenamiento por una sustancia diferente del ántrax y difícil de localizar o incluso un patógeno desconocido. El gobierno ha explicado que está enviando muestras de los cadáveres a Sudáfrica para realizar más pruebas, pero el proceso podría retrasarse debido a la pandemia de Covid-19.
«Esta es una muerte masiva a un nivel que no se había visto en mucho, mucho tiempo. Fuera de la sequía, no sé conozco ninguna que haya sido tan importante «, explica a The Guardian el doctor Niall McCann, director de conservación de la organización benéfica con sede en el Reino Unido National Park Rescue, que apunta a una posible responsabilidad humana. «No hay ningún precedente de un fenómeno natural de estas características, pero sin las pruebas adecuadas, nunca se sabrá», apunta McCann.
Críticas al Gobierno de Botsuana
Por el momento, varios grupos internacionales y locales de conservación de la vida silvestre han criticado el manejo de la investigación por parte del Gobierno, que califican de opaca y a destiempo. Además, aseguran que las autoridades han ignorado sus ofertas para ayudar con las pruebas y la investigación.
En Botsuana hay más elefantes que en cualquier otro país del mundo. Durante varios años, las medidas gubernamentales para proteger la gran vida silvestre, incluidas prohibiciones a cualquier tipo de caza e incluso políticas de «disparar a matar» para disuadir a los cazadores furtivos, han hecho crecer la población de 80.000 ejemplares a finales de la década de 1990 a más de 135.000 en la actualidad. Pero los conservacionistas llevan alertando sobre el aumento de la caza furtiva desde que Mokgweetsi Masisi se convirtió en presidente hace dos años.


Y es que Masisi había prometido en campaña que reduciría la cantidad de elefantes en el país, debido a la cantidad creciente de conflictos entre humanos y vida silvestre que se producían a medida que crece la población de Botsuana. El presidente llegó a levantar el año pasado la prohibición de cazar elefantes, que había sido introducida un lustro antes por su predecesor, Ian Khama. Desde entonces, los reconocimientos aéreos de los conservacionistas han detectado un aumento del 600% en la caza furtiva de elefantes en el norte del país entre 2014 y 2018.
Según sus datos, alrededor de 385 elefantes fueron cazados furtivamente desde 2017 hasta principios de octubre de 2018, y unos 156 sucumbieron en todo 2018. El problema principal es que se sabe que los cazadores furtivos a menudo ponen trampas de veneno para matar elefantes y después extraen los colmillos directamente de los cadáveres. Y hay activistas locales que alertan sobre la presencia de restos de campamentos improvisados cerca de donde habían muerto algunos elefantes. Pero por ahora no hay ningún cadáver sin colmillos y el misterio continúa.
