El arte mueve miles de millones de euros al año en todo el mundo. Grandes pinacotecas, subastas de arte o exposiciones itinerantes ocupan las portadas de los periódicos, levantando siempre una gran expectación entre el público entendido o, simplemente aficionado. Los museos de arte son visitados anualmente por millones de visitantes, aunque no todos tienen la misma afluencia. En Madrid, el denominado Triángulo del Arte comprende el Museo del Prado, em Museo Thyssen-Bornemisza y el Reina Sofía, que en 2018 congregaron a casi 8´5 millones de visitantes.
Pero hay un museo en Lanzarote (isla del archipiélago canario y desde 1993 Reserva de la Biosfera de la UNESCO), pionero en Europa y en el Océano Atlántico, donde los visitantes deben acudir con un traje especial. Se trata del Museo Atlántico, ubicado en Las Coloradas, a 14 m de profundidad, en la Reserva Mundial de la Biosfera de Lanzarote. Es un museo de arte submarino, accesible tan solo para buceadores. Fue inaugurado el 10 de enero de 2017 por el presidente entonces de la isla, Pedro San Ginés, tras más de 3 años de planificación. Su autor es el escultor británico Jason deCaires Taylor.
Nacido en el condado de Kent en 1974 y, además de escultor, ecologista y fotógrafo submarino profesional, este graduado en el Instituto de Artes de Londres es el creador del primer parque de esculturas submarinas en Granada, (Antillas) en 2006 (elegido como una de las 25 Maravillas del Mundo por National Geographic); del museo submarino más extenso del mundo MUSA (Museo Subacuático de Arte, 2009), situado en las aguas que separan la costa de Cancún e Isla Mujeres (México) con más de 500 esculturas; del Ocean Atlas (2014), una escultura de 5 metros de altura y 60 toneladas de peso, ubicada en las Bahamas; o recientemente, el ecomuseo de Cannes, en los alrededores de la isla de Sainte-Marguerite (2021) de 6 esculturas de rostros de habitantes de la ciudad francesa.


Además, Taylor ha recibido numerosos premios de escultura y fotografía y es miembro de la británica Real Sociedad de Escultores, Ocean Ambassador to DAN (Divers Alert Network), Ocean Exemplar de The World Ocean Observatory y orador destacado de TED. En 2014 fue galardonado con el premio The Global Thinker en la categoría de Política Exterior.
Jason se recrea en la cultura o en hechos acontecidos en la zona para dar vida a sus estatuas, que contarán la historia del lugar. Pero convertidos en arte viviente y cambiante, ya que, elaboradas con un material sostenible, las figuras de gran envergadura pronto se cubrirán de corales y de organismos vivos, que contribuirán al enriquecimiento de la flora y fauna submarina. De ese modo genera nuevos ecosistemas y llama a la concienciación de los mares.
El museo atlántico
Ubicado en la Bahía de Las Coloradas, en la costa sur de esta isla del archipiélago canario, el denominado Museo Atlántico cubre una superficie de unos 2.500 metros cuadrados. Las esculturas están ubicadas entre los 12 y los 14 metros de profundidad.
La visita dura alrededor de una hora, y los visitantes pueden acudir realizando snorkel o buceo con botella, con la certificación EOMA (hasta 12 m de profundidad). Un 2% de su recaudación están destinados a diversos proyectos de protección, estudio y divulgación de la vida en el medio ambiente marino de Lanzarote y Canarias.
Pero ¿qué se va a encontrar el espectador cuando se sumerja? Las más de 300 estatuas de hormigón de ph neutro, acero inoxidable, basalto y agregados, colocadas en un área de 50m x 50m nos muestran las divisiones sociales, políticas de la sociedad local y también de la actual.


Por ejemplo, la Balsa de Lampedusa lleva a 13 refugiados hacia un futuro desconocido. La figura al frente es del refugiado Abdel Kader, que llegó a Lanzarote hace 16 años. Esta estatua se inspira en la Balsa de la Medusa de Théodore Géricault, que representa la vana esperanza de los marineros naufragados. Pero lo más curioso de esta obra es que está justo enfrente de Desconectado, una obra en la que se ve a una pareja tomando un selfie que hace referencia tanto al uso de las nuevas tecnología como a la indiferencia de parte de la sociedad frente a una situación trágica como la migración en el Mediterráneo.
Por su parte, El Rubicón muestra a 35 personas que se dirigen hacia una pared submarina, sin ser capaces de valorar nuestro impacto en el mundo natural, tema que prevalece en la obra de Taylor.


También está el Giro Humano, que son compone de más de 200 figuras humanas, de tamaño natural, en un giro oceánico, mostrando la vulnerabilidad del ser humano ante la fuerza del océano y de la naturaleza. O los Jolateros, donde queda reflejada la tradición isleña que tienen los niños de fabricar pequeñas barquitas de latón al mismo tiempo que se denuncia su precariedad.
Además, está Inmortal, una obra formada por una serie de palos de hormigón que simbolizan una pira funeraria, con hombre encima cuyo modelo fue un pescador de la isla de La Graciosa. O Remolino, la última pieza del Museo Atlántico que representa un remolino humano compuesto por 200 esculturas a tamaño real que crean una gran formación circular. En este caso, la posición de las figuras da forma a un arrecife habitable por especies marinas y constituye una emotiva despedida para los visitantes al final del tour.


Y es que el Museo Atlántico “constituye un portal hacia otro mundo y fomenta un mejor entendimiento del precioso medio marino y de nuestra máxima dependencia de él”, tal y como explicó durante la inauguración Jason deCaires Taylor, su creador.
Aumento de la biomasa marina
El arte de Taylor es cambiante, ya que esas esculturas realizadas por cemento marino de ph no tóxico, muy duradero, tiene una textura áspera, perfecta para que las larvas de coral se unan y crezcan, mientras los recovecos oscuros y las formas de, por ejemplo, las ropas de esas figuras se convierten en hogares para peces y crustáceos. Es decir, en poco tiempo, el museo se convierte, literalmente, un arrecife artificial.
Por eso es muy importante elegir el lugar y el momento adecuado para su ubicación: antes de que se produzca el desove del coral larvario, pero con precaución para que no sea colonizado por otra especie antes de que el coral pueda anidar. El impacto ambiental debe ser positivo. Por ello, buscan lugares lejos de los arrecifes ya existentes, preferiblemente en bancos de arena estériles para aumentar la diversidad, y también para alejar a los turistas de los ecosistemas ya existentes.


«Lo llamamos un museo por una razón muy importante. Los museos son lugares de conservación y educación. Son lugares donde guardamos objetos de gran valor para nosotros, donde los valoramos simplemente por ser ellos mismos», ha explicado Taylor en una Charla Ted.
En la era de la digilitación, las obras submarinas de este audaz artista han llegado a alcanzar muchos millones de visitas virtuales en los últimos 10 años, destacando la importancia de conservarlo y observando desde nuestra pantalla lo delicados pero combativos que son nuestros fondos marinos. Y también in situ, ya que el resultado del parque escultórico de Granada fue la creación de un área protegida a gran escala, y en las Bahamas, los visitantes del “Ocean Atlas” llamaron la atención de los medios internacionales al salir embadurnados de petróleo tras sus vistas, a causa de una refinería de petróleo cercana que había estado filtrando petróleo durante 10 años. Por lo tanto, su obra en Lanzarote tiene en realidad un sola misión: concienciar y educar para poder conservar nuestros océanos.
