Un millar de efectivos trabaja sin tregua contra los incendios que se desataron el fin de semana en el país vecino y que han calcinado ya 10.000 hectáreas de monte. En la memoria permanecen los graves siniestros que arrasaron el país en 2017 en los que perdieron la vida 112 personas. España ha enviado apoyo aéreo para combatir el fuego



El infierno ha vuelto a desatarse en Portugal. Un millar de efectivos trabaja contrarreloj para extinguir los incendios que desde el sábado azotan el centro del país y que ya han arrasado unas 10.000 hectáreas. El principal temor es la amenaza de un cambio de viento y las altas temperaturas que aumentan la dificultad de los trabajos.
Las llamas han devastado los distritos de Viseu, Castelo Branco y Santarém y han dejado por el momento 39 heridos, uno de gravedad. En la memoria de todo el país, los incendios del verano de 2017 en Pedrógão Grande, que también afectaron a estas comarcas y en los que perdieron la vida 66 personas. Se calcinaron más de 45.000 hectáreas. En 2017 ardieron en Portugal medio millón de hectáreas en más de 600 incendios y murieron 112 personas.
La ciudadanía revive la pesadilla y todo el país está pendiente de los avances del fuego. Los bomberos apoyados por medios terrestres y aéreos siguen desplazados sobre el terreno. En la tarde de ayer se reactivaron fuegos en Mação y Vila de Rei, con focos de difícil acceso, lo que llevó a las autoridades lusas a solicitar —por primera vez en este año— socorro aéreo a España. Madrid envió inmediatamente dos aviones que volaron a la zona para combatir las llamas.
España ha enviado dos aviones anfibio tripulados por pilotos del Ejército del Aire para prestar apoyo aéreo a los efectivos antiincendio portugueses
Se trata de dos aviones anfibios Canadair, pertenecientes al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) tripulados por pilotos del Ejército del Aire y cuyas maniobras están coordinadas desde tierra por los cuatro efectivos de la Unidad Militar de Emergencia (UME) desplazados también a Portugal.
En la mañana de hoy los efectivos antiincendios dan por controlado el fuego en un 90% pero alertan de que las condiciones meteorológicas pueden desatar nuevos focos y expandir la zona no controlada.
Medios cuestionados
El comandante que coordina las labores de extinción, Pedro Nunes, sostiene ante la prensa que se han movilizado medios humanos, terrestres y aéreos “de sobra” para sofocar los incendios. Un planteamiento que no comparten los alcaldes y habitantes de las zonas arrasadas.
Los vecinos lucharon con mangueras y cubos de agua para impedir que el fuego llegara a sus casas
En la aldea de Arganil, los vecinos relatan que estuvieron «rodeados por la llamas» durante la noche del lunes, luchando con mangueras y cubos de agua para evitar que el fuego no llegara a las casas. El casco urbano «parecía una isla entre las llamas», asegura a EFE Jorge, un vecino de esta localidad, que critica la lentitud en la reacción de bomberos y policía. «Desde que comenzaron las llamas hasta que ardió todo, no hubo nadie, no apareció un policía o un bombero», asegura. «Sólo cuando ya estaba todo medio controlado aparecieron efectivos de Protección Civil de Mação, con el alcalde que ayudó en la extinción».
Presuntamente provocados
Mientras los bomberos intentan luchar contra los frentes activos y evitar que el fuego surja en otras partes del país vecino, las autoridades lusas están investigando una serie de artefactos explosivos que fueron hallados en los bosques de algunas de las zonas afectadas.
Según fuentes de la Policía Judicial citadas por la Agencia Lusa, los artefactos fueron descubiertos en una zona forestada de Sertã, en el distrito de Castelo Branco, y fueron colocados «con un grado de atención preocupante», ya que parecen haber estado programados para estallar durante la tarde del sábado, «con el fin de maximizar los daños patrimoniales y personales».
En declaraciones a la prensa lusa el domingo el ministro portugués de Administración Interna, Eduardo Cabrita, adelantó la tesis del fuego provocado, señalando lo «extraño» que le resultaba que cinco fuegos forestales -entre ellos, el de Sertã- hubiesen comenzado a la vez.
