Tasmania sufre su peor episodio de varamiento de ballenas

Tasmania sufre su peor episodio de varamiento de ballenas

A pesar de que Tasmania está acostumbrada a sufrir este tipo de sucesos, nunca se había encontrado con un evento que involucrase a 470 cetáceos al mismo tiempo. En estos momentos se encuentran trabajando contrarreloj para salvar a las ballenas que se encuentran con vida ya que, de momento, unas 90 han fallecido


La isla Tasmania es el único estado de Australia que experimenta de forma regular episodios de varamientos de cetáceos en sus costas, a razón de una vez cada dos semanas según el Departamento de medio ambiente, que está al cargo de este tipo de sucesos.

De hecho, desde 1802, la isla ha registrado unos 700 varamientos de menor importancia y masivos en los que se han visto involucrados unos 6.650 cetáceos. El más importante de ellos ocurrió en octubre de 1935 en Stanley, una ciudad al noreste de la isla, donde se contabilizaron 294 ballenas piloto de aleta larga (Globicephala melas) varadas.

El delfín común (Delphinus delphis) es el cetáceo que más varamientos sufre en Tasmania, con 239 registros. La ballena piloto es el cuarto, con 102 episodios

Ahora, ese récord se ha visto superado por un incidente sin precedentes en el puerto de Macquarie, una ensenada natural y con una profundad media de 15 metros donde el agua, con ayuda del hombre, ha construido un puerto de grandes dimensiones que solo es navegable por embarcaciones de poco calado.

En concreto, las autoridades advirtieron durante el 22 de septiembre de la presencia de 270 ejemplares de ballena piloto cerca de Strahan, una importante ciudad situada en la entrada del puerto de Macquarie.

Según un comunicado de prensa local, 200 de los cetáceos se localizaron en banco de arena junto a una rampa de acceso en la localidad de Macquarie Heads, otros 30 en otro banco de arena a 100 metros del cúmulo principal y otros 40 repartidos a lo largo de la playa de Ocean Beach, cerca de Strahan.

En ese mismo instante, las autoridades locales se desplazaron al lugar de los hechos para retirar las ballenas varadas, que aún permanecían vivas. Sin embargo, pocas horas después, la situación empeoró al localizar un grupo adicional de 200 ballenas situadas entre siete y 10 kilómetros de la entrada del puerto, por lo que se creen que pertenecen al mismo grupo encontrado en la costa de Strahan.

“Este nuevo grupo de ballenas ha sido localizado de forma más tardía debido a dos principales razones. La primera de ellas es que el grupo se ubica en un lugar y distancia en el que no es obvio pensar que ocurra un varamiento. En segundo lugar, el agua de esa región es muy oscura, por lo que pasaron inadvertidas durante los primeros reconocimientos”, ha señalado Nic Deka, director del Servicio de Control de Incidencias en los Parques Naturales en la isla de Tasmania.

Dada la envergadura del evento, y a pesar de la experiencia de las autoridades, los primeros análisis aéreos de las zonas afectadas apuntan a que un tercio de las primeras 270 ballenas varadas, unas 90, han fallecido en las costas de Tasmania.

No obstante, Nic Deka ha adelantado que realizará una inspección desde un barco al viejo y nuevo grupo debido a que desde el aire parecen estar todas muertas, “algo que no es cierto”.

El rescate de ballenas

Los varamientos masivos como este suelen involucrar a Odontocetos (cetáceos dentados donde se incluyen a los delfines) que, de forma general, viven agrupados en bancos de decenas de ejemplares.

Según el Departamento de Medio Ambiente de Tasmania, cada episodio de varamiento suele ser único y la causa que lo provoca varía significativamente. La mayoría de los casos ocurren por la desorientación de uno de los miembros del grupo hacia aguas de poca profundidad que, debido a su naturaleza social, termina arrastrando hacia esa zona al resto del banco.

También pueden ocurrir debido a enfermedades, lesiones, desorientación en vías fluviales complejas e incluso por huir de algún tipo de depredador. En este último caso, los barcos pueden ser los artífices de la situación, pues los ruidos que provocan pueden asustar a las ballenas.

Ballenas varadas en las islas Canarias

Canarias ha sido tradicionalmente un punto caliente de varamientos de zifios, una familia de cetáceos. De hecho, de los ocho casos de varamientos multiespecíficos (que involucran a varias especies de zifios simultáneamente) conocidos en el mundo, cinco han tenido lugar en Lanzarote y Fuerteventura.

Según un estudio liderado por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, el único motivo que podía explicar este tipo de episodios era el uso masivo de sonares antisubmarinos de alta intensidad y media frecuencia en las maniobras militares que se realizan en esa región Atlántica.

Por ejemplo, el último varamiento masivo en Canarias se produjo en julio de 2004, provocado por las maniobras militares de la OTAN denominadas Majestic Eagle y celebradas a unas 70 millas náuticas al norte de la isla de Fuerteventura, según detalla la Agencia SINC.

“Los sónares activos utilizados en este tipo de operaciones permiten detectar submarinos bajo el mar a partir del eco que estos devuelven. Pero este ruido submarino, imperceptible al oído humano, tiene graves consecuencias para los zifios, muy sensibles”, informa la Agencia.

Ante esta situación, el Parlamento Europeo votó a favor de una resolución no vinculante, en la que se recomendaba evitar el uso de esta tecnología hasta que se conociera el daño a la fauna marina. Como respuesta, el Gobierno español aprobó en 2004 la moratoria en las islas Canarias para impedir el uso de sónares antisubmarinos militares.

El proceso para librar a las ballenas de esta situación es similar en la mayoría de los casos: se coloca un cabestrillo de grandes dimensiones debajo del animal y con ayuda de unas cuerdas se desplaza a la ballena hasta aguas más profundas. En ese momento, y si es precido, un barco termina la tarea empujando al animal mar adentro en un proceso que puede prolongarse hasta 30 minutos. Según detalla el Departamento de Medio Ambiente, se trata de un procedimiento delicado ya que, de no ejecutarlo correctamente, la ballena salvada puede volver a vararse llamada por el resto de sus compañeras.

En el caso de no poder introducir el cabestrillo, varios voluntarios atan al cetáceo con unas cuerdas especiales para desplazarlo sin sufrir daño hasta que el agua les cubra a las caderas. A partir de entonces, se realiza el proceso explicado.

Por otro lado, Nic Deka ha explicado que, en el caso de encontrar un cetáceo fallecido, este se deberá dejar al animal tal y como se ha encontrado hasta que pueda ser retirado. No obstante, las ballenas muertas en este último varamiento se localizan cerca de una playa muy transitada por humanos y han advertido que no pueden quedarse allí por mucho tiempo.

“Estamos considerando varias opciones para solucionar este problema ya que también estamos comprometidos en ‘eliminar’ correctamente los ejemplares muertos”, ha explicado en un comunicado.

En cualquier caso, desde el Departamento de Medio Ambiente detallan que, si un ciudadano encuentra algún cetáceo varado, deberá llamar a las autoridades y, en ningún caso, proceder a devolverlo al mar ya que “es probable que los intentos de rescate inapropiados provoquen un mayor sufrimiento del animal o lesiones a las personas involucradas”.



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