Si hay un tejo monumental en nuestro país -que es algo más que un árbol, sino un símbolo de una ancestral relación entre lo pueblos de Europa y las plantas venerables-, es el Tejo de San Cristóbal de Valdueza, en Ponferrada.
Se trata de un vetusto ejemplar, de casi cinco metros de perímetro de tronco, que está protegido como Espécimen Vegetal de Singular Relevancia por la Comunidad de Castilla y León desde el año 2006, situado junto a la ermita-cementerio de la pedanía de San Cristóbal de Valdueza.
A principios del mes de marzo de 2020, una ráfaga de viento ocasionó la rotura y el desplome de una de sus ramas principales abriendo un hueco en la continuidad de la copa, que podría provocar la caída en cadena de otras partes del ramaje que se encuentran igualmente débiles que la primera que se ha desplomado. La caída de la rama ha puesto en riesgo la integridad del Tejo de San Cristóbal de Valdueza, y su futuro, si no se actúa de forma decidida.
El botánico, experto en gestión y restauración de árboles monumentales Bernabé Moya, ha visitado esta semana el Tejo de San Cristóbal: “A principios de la primavera de este año, un golpe de viento provocó la caída de una rama centenaria dejando un hueco en la copa que podría acelerar de forma rápida el deterioro del ejemplar”, explica a El Ágora.
Tras la inspección, el botánico ha recomendado llevar a cabo un estudio dendrológico para calibrar el estado de salud del tejo y su integridad, con el que impedir el deterioro: “Hay muchas ramas en la misma situación de debilidad estructural y una ráfaga de viento puede penetrar por el hueco que se ha abierto en la copa y afectarlos”. El botánico destaca que existen diversas opciones terapéuticas para garantizar el mantenimiento del ejemplar y frenar el deterioro: “En principio es un problema estructural que necesita de un estudio específico que determine su estado y defina los tratamientos”, añade el experto.
Símbolo de Ponferrada
La respuesta desde el consistorio de la localidad leonesa de Ponferrada no ha tardado en producirse. El concejal de Sostenibilidad Medioambiental del Ayuntamiento de Ponferrada, Pedro Fernández, ha confirmado que harán “todo lo posible por conservar el tejo milenario”. El edil afirmaba: “Va a estar ahí, es más que un árbol, un monumento, patrimonio de Ponferrada”.
El Tejo de San Cristóbal de Valdueza está considerado uno de los mayores tejos de España, junto con el Tejo de Barondillo, con 9,10 m de perímetro de tronco, situado en el término de Rascafría, en la Sierra de Guadarrama. Un ejemplar nacido en plena naturaleza, que hubo que proteger hace unos años para detener el exceso de presión antrópica a causa de las visitas excesivas y el comportamiento incívico de algunos visitantes que alteraban gravemente el entorno, dañaban y marcaban el tronco, pisoteaban las raíces, se subían a la copa, arrancaban hojas y ramas, y se llevaban trocitos de madera a modo de recuerdo.


Un caso similar llevó a una situación crítica al considerado uno de los tejos más viejos y grandes del mundo, el Tejo de Fortingall, en Escocia, que en el año 1769, alcanzó los 17 metros y medio de perímetro de tronco. Atraídos por la edad, dimensiones y significado, se encuentra situado junto a una ermita-cementerio, las visitas tomaron la costumbre de llevarse un trocito de madera del tronco a modo de souvenir, por lo que en la actualidad únicamente sobrevive a partir de unos pequeños rebrotes dispersos, mientras un círculo marcado en el suelo con estacas representa el tamaño del tronco del que gozó en el pasado. No tiene un aspecto espectacular, no es muy alto, pero sigue vivo, cuidado, respetado y creciendo.
El tejo de San Cristóbal también sufre el vandalismo asociado con las visitas: pisoteo de las raíces, marcas a punta de navaja en el tronco, rotura de ramas… Hasta hace unos años los coches aparcaban bajo su copa a la sombra, cuestión que quedo solucionada al instalar un sistema que impedía el acceso a los vehículos. Y es que antes de estimular las visitas a estos monumentos vivos hay que asegurarse de que el entorno está preparado para recibirlas de forma ordenada y controlada, aseguran los gestores de este tipo de árboles monumentales.El Tejo de San Cristóbal de Valdueza está situado junto al actual cementerio de la población pedánea homónima, en el paraje conocido como El Palomar. Un armonioso conjunto domina el paisaje desde lo alto de una colina mirando al valle, ofreciendo una de las estampas más atractivas, reconocibles y pintorescas del Bierzo.
Este singular paisaje sobresale en el inmejorable marco que forman las estribaciones de los Montes Aquilianos, que aunque en la actualidad se muestran escasos de vegetación arbórea no siempre fue así.
En origen estos paisajes de cabecera de valle estuvieron cubiertos de densos y frondosos bosques mixtos, donde crecían robles, tejos, chopos, abedules, cerezos silvestres, acebos, serbales, avellanos, olmos, arces, sauces, fresnos, manzanos silvestres, hiedras y madreselvas, entre otras muchas especies vegetales, y su rica fauna.
El tejo y la historia humana
Con los asentamientos humanos llevados a cabo por los romanos – para la explotación de las minas auríferas de las Medulas-, se inició el proceso de deforestación de las masas arboladas. A partir de entonces estas sierras fueron dedicadas al pastoreo y al cultivo del cereal.
El Tejo de San Cristóbal de Valdueza preside un paisaje cerealista y ganadero, y la vida de los vecinos. Tanto el Tejo como el cementerio se asientan en terrenos cedidos por el obispado de Astorga a la Junta Vecinal de San Cristóbal de Valdueza, mientras conserve su función de camposanto.
El recinto funerario esta encastrado sobre los restos de una antigua ermita, relacionada con el Monasterio de San Pedro de Montes, fundado en el año 635 por San Fructuoso. Ermita y tejo formaron una unidad cultural de gran significado siguiendo la antigua tradición milenaria del norte peninsular y el arco atlántico europeo, según la cual tejos, y también otras especies de árboles, presidían la vida de los vecinos en lugares emblemáticos reuniéndose bajo su copa para celebrar y deliberar.
