Australia acusa a China de presionar a la Unesco para declarar Patrimonio Mundial en peligro a la Gran Barrera de Coral, una decisión que se tomará esta semana. Mientras, los efectos negativos del cambio climático sobre esta joya natural no dejan de aumentar



El gran arrecife de coral, en la costa este de Australia, es uno de los mayores tesoros naturales del planeta: 344.000 kilómetros cuadrados de ecosistemas coralinos, una superficie más grande que Italia y visible desde el espacio. Lamentablemente, la subida continua de la temperatura de las aguas así como la acidificación del océano ha degradado esta joya natural y, a pesar de los esfuerzos de conservación, la Unesco se está planteando incluirla en el listado de Patrimonio Mundial en peligro.
En la sesión celebrada este fin de semana en la ciudad china de Fuzhou, el director de la Unesco, Mechtild Rossler confirmó la existencia de un borrador de una propuesta que se aprobará o rechazará el próximo viernes 23 de julio para declarar la gran barrera en peligro.
A raíz de esta situación, las ya tensas relaciones diplomáticas entre Australia y China se han vuelto insostenibles. Los australianos ven presiones de China en la propuesta, ya que el país asiático preside el comité que impulsa la iniciativa para degradar el arrecife en el listado mundial.
Ante las acusaciones de Gobierno australiano de que China está haciendo presión por motivos políticos, el viceministro de Educación chino y presidente de la sesión, Tian Xuejun, ha asegurado que esta decisión no tiene que ver con ninguna de esas «alegaciones infundadas» de Australia. «Es una recomendación basada en los datos que nos han proporcionado los propios australianos», afirmó.


El Instituto Australiano de Ciencia Marina (AIMS) indicó que los corales están actualmente en «una ventana de recuperación» tras una década de deterioro por las altas temperaturas del agua y los ciclones.
Pero estas oportunidades son cada vez más raras debido al impacto del cambio climático, indicó en su informe anual esta agencia gubernamental que vigila la evolución del arrecife desde hace 35 años.
«La creciente prominencia de los eventos meteorológicos extremos vinculados al clima y la proliferación de estrellas de mar de corona de espinas, una especie que se alimenta casi exclusivamente de corales, está causando una presión más severa y frecuente, dándole al arrecife pocas oportunidades como esta para recuperarse», dijo el director ejecutivo de AIMS, Paul Hardisty.
El gobierno australiano lanzó una campaña de última hora para evitar la degradación del lugar en la lista de la UNESCO, invitando incluso a embajadores a practicar esnórquel en la Gran Barrera.
Por su parte, la UNESCO pidió medidas urgentes frente al cambio climático al gobierno australiano, que se resiste a comprometerse a alcanzar la neutralidad de carbono en 2050.
Tensas relaciones desde 2017
China es el principal destinatario de las exportaciones australianas, pero las relaciones no han dejado de deteriorarse desde el 2017. Canberra adoptó leyes para evitar las interferencias extranjeras y denunció intentos de Pekín de influir en las elecciones. La decisión de impedir que el gigante chino Huawei participara en el despliegue del 5G, alegando razones de seguridad, enrareció todavía más la diplomacia. Finalmente, la activa reivindicación para crear una comisión independiente que investigue el origen del covid-19 en China ha congelado los lazos.
Pekín ha contestado bloqueando las importaciones australianas y poniendo en peligro sectores como el vino o el marisco. La presión comercial ha ido acompañada de persecución y expulsión de suelo chino de académicos y periodistas, ya no quedan corresponsales australianos en China. El Gobierno también ha advertido a sus estudiantes que las universidades australianas no son una opción recomendable. La comunidad china es muy numerosa en Australia y los estudiantes del gigante asiático una gran fuente de ingresos para sus escuelas.
La ministra de Medio Ambiente, Susan Ley, aseguró este domingo que se impugnará el informe y defendió las medidas y el presupuesto de miles de millones invertidos para proteger el arrecife. Desde la parte china se negó cualquier implicación política. Por su parte, el Gobierno chino calificó de «calumnias» las quejas de Canberra y apostilló que era una más de «las muchas mentiras y desinformación difundidas por algunos australianos que lo hacen por su prejuicio ideológico».
