Iván Ramos, jefe de servicio de Protección de Especies de la Consejería de Medio Ambiente de las Islas Baleares, explica a El Ágora que el nacimiento de las tortugas bobas en Ibiza ha supuesto una gran oportunidad de aprendizaje para los expertos de la isla, pero un reflejo de las consecuencias del cambio climático



Las tortugas bobas (caretta caretta) han comenzado a desovar en España. Distintos puntos de la geografía de nuestro país han visto cómo por primera vez en su historia estos seres vivos les han elegido como el lugar idóneo para perpetuar la especie. Sin embargo, tal y como explica Iván Ramos, jefe de Servicio de Protección de Especies de la Consejería de Medio Ambiente de las Islas Baleares, a El Ágora esto supone al mismo tiempo una buena y una mala noticia.
“Es la primera vez que tenemos constancia de que unas tortugas bobas hayan desovado exitosamente en una de las playas de las Baleares”, dice Iván Ramos que añade que es ahí donde reside la alegría de este fenómeno.
Los nacimientos, según él, suponen además una increíble oportunidad para conocer al máximo a esta especie de tortugas. De hecho, una vez que las tortugas sean liberadas, Iván Ramos fantasea con instalarlas en el caparazón unidades de gps para conocer mejor sus rutas y las condiciones de los lugares donde suelen vivir las tortugas bobas.
Aun así, eso es el futuro y de momento se conforman con la experiencia y con el reto que ha supuesto el cuidar esta especie tan frágil y nada habitual en nuestro país.
“Desde el momento que supimos que las dos tortugas que visitaron las costas de Ibiza realizaron las puestas sus playas, nos pusimos manos a la obra”. En ese instante, la Consejería de Medio Ambiente inició el protocolo diseñado para estos casos y dejó que la tortuga depositase los huevos en la playa de forma tranquila para que, una vez que acabase, fuesen transportados a un lugar con mejores condiciones.


“Se avecinaba septiembre, por lo que la temporada de lluvias y el mal tiempo estaba a la vuelta de la esquina. Nosotros lo que hicimos fue llevar los huevos uno a uno en neveras herméticas y sobre una base de arena para procurar su total conservación”.
Con todos esos cuidados, los huevos fueron trasladados finalmente a unas incubadoras, donde 37 de los 39 huevos extraídos de la primera puesta nacieron. “En total fueron dos puestas, pero solo la primera fue exitosa ya que los 102 de la segunda no fueron fructuosos”.
Para Iván Ramos, que de 102 huevos no naciese ninguna tortuga fue un caso extraño, pero que adquirió sentido cuando se terminó de analizar los huevos de esa muestra: “Los huevos no estaban fecundados adecuadamente y creemos que la tortuga tuvo dificultades desde el principio. Nosotros seguimos los protocolos de forma estricta, pero a los dos días los huevos interrumpieron su desarrollo”.
Aun con todo fue un caso de éxito. Ahora, esas nuevas crías se encuentran en tres centros distintos con mucha experiencia en el cuidado de estos animales. Según Iván Ramos, “no se podían exponer a que estas tortugas fuesen liberadas directamente al mar debido a la fragilidad no solo de la especie, sino de los recién nacidos”.
“999 tortugas de cada 1.000 mueren cuando llegan al mar poco después de nacer. No podíamos permitir que su destino fuese este, por lo que las hemos trasladado a otros centros para que reposen allí hasta que alcancen un año de edad, el kilo de peso y los 30 centímetros de longitud”, apunta.
De acuerdo con la Consejería, las tortugas fueron distribuidas de la siguiente manera: 19 en el Área de Restauración y Conservación de Animales Marinos (ARCA del Mar) del Oceanográfico de Valencia; 9 en el Laboratori d’Investigacions Marines i Aqüicultura (LIMIA), en Andratx, dependiente de la Conselleria d’Agricultura, Pesca i Alimentació; y 9 en Palma Aquarium, en Palma.
Contaminación y el cambio climático: su mayor peligro
Para Iván Ramos, que este sea uno de los primeros casos de desove de tortugas en España también tiene una connotación negativa: el cambio climático las está atrayendo hasta las costas de nuestro país.
“Normalmente, las tortugas bobas tienen al Mediterráneo oriental como su lugar predeterminado de desove. Sin embargo, el cambio climático está calentando esas aguas y ahora se ven obligadas a depositar los huevos en nuestras costas, con aguas más frías”, explica.
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“En nuestro caso intentamos que las temperaturas en la incubadora fuesen las idóneas para obtener una temperatura equitativa de machos y hembras ya que la tendencia mundial es que haya más población de hembras que de machos.”
Además del cambio climático, la contaminación de los mares también está afectando a la vida de estos seres: “Las tortugas no tienen buena vista y a veces confunden las bolsas de plástico, con las medusas, su principal alimento. Y este es solo un ejemplo”.
Iván Ramos, en este sentido, destaca que es difícil protegerlas una vez que están viviendo de forma libre en el océano, por lo que “es labor de las personas procurar que estas especies puedan seguir viviendo tal y como lo han hecho hasta ahora”.
