Un patrimonio natural centenario: la otra cara del eucalipto gallego

Un patrimonio natural centenario: la otra cara del eucalipto gallego

Un patrimonio natural centenario: la otra cara del eucalipto gallego

El Souto da Retorta, en el municipio lucense de Viveiro, es un monumento natural lleno de eucaliptos centenarios, entre ellos el árbol más grande de España, conocido como «O Avó», que demuestra las posibilidades de una especie muchas veces vilipendiada por su rápida expansión en Galicia


Nicolás Pan-Montojo | Enviado Especial
Chavín (Lugo) | 14 agosto, 2020


La entrada del Souto da Retorta no se diferencia demasiado de la de muchas fragas gallegas. Una explosión de verdor acoge al visitante a apenas unos metros de la carretera que conecta en el pueblo de Chavín las localidades de Viveiro y Mondoñedo (Lugo). Castaños, robles y otras especies autóctonas se entremezclan en un paisaje húmedo junto al río Landro. Sin embargo, al poco de internarse, hay un elemento extraño que enseguida captura la mirada: unos enormes troncos de eucalipto se alzan por encima de todo el resto de la vegetación de manera majestuosa.

Aunque ahora estos árboles sean omnipresentes en Galicia y gran parte del norte de España, las mismas cualidades que han potenciado su polémica expansión -rápido crecimiento y potencial extractivo para la industria papelera- hace que sea especialmente difícil encontrar ejemplares tan antiguos y grandes en tierras españolas. De ahí el valor ecológico de los eucaliptos de Chavín, que miden de media más de 50 metros de altura, han sido declarados Monumento Natural por la Xunta de Galicia y forman parte de la Red Natura 2000 de la Unión Europea.

Pero, ¿cómo llegaron estos árboles a las cercanías de Viveiro en una época en la que apenas había ejemplares ornamentales de eucalipto en Europa?

Un viaje de miles de kilómetros

La historia comienza a mediados del siglo XIX, cuando un religioso gallego, Fray Rosendo Salvado Rotea, trae de Australia unas semillas de este árbol endémico de las Antípodas tras años de misiones en el extranjero. En apenas unos años, los primeros ejemplares se plantaban como especie ornamental y exótica en jardines privados como el del Pazo de Mariñán, en Bergondo (A Coruña), donde aún se conservan dos eucaliptos que se consideran los más antiguos de Europa.

Esos primeros intentos sirvieron para que los botánicos locales se dieran cuenta de dos cualidades clave: el eucalipto crecía rápidamente y absorbía mucha agua del suelo, algo que lo hacía ideal para secar el terreno en zonas pantanosas o fácilmente inundables. Esta particularidad llamó la atención del precursor de la industria automovilística gallega, el lucense José Barro González, que acaba de colocar en Chavín la primera piedra de su particular imperio: una central hidroeléctrica que pronto alimentaría varias factorías de tejidos, carrocerías y recambios cuya pujanza situaría a Viveiro en el mapa de la Galicia industrial.

eucalipto
Esta central hidroeléctrica, aún en funcionamiento, fue la primera piedra del imperio de José Barro en Lugo. | N.P.

El problema de Barro era que los terrenos en los que estaban sus instalaciones sufrían constantes inundaciones debido a las frecuentes crecidas del río Landro. Fue entonces cuando se le ocurrió utilizar los eucaliptos para drenar el terreno y, poco a poco, se fueron plantando los aproximadamente 600 ejemplares que componen el Souto da Retorta, algunos considerados actualmente como los más grandes de Europa por sus sobrecogedoras dimensiones.

Paseando entre gigantes

El Souto es ahora mismo una reserva natural de fácil acceso y mucha señalización, por lo que supone un atractivo turístico en la zona. Por supuesto, la pandemia de coronavirus ha provocado que la mayoría de los visitantes de este año sean locales y que la mascarilla se haya convertido en un complemento más de la visita, en la que se recorren aproximadamente unos dos kilómetros entre gigantescos eucaliptos junto al río Landro.

La estrella del lugar es sin duda “O Avó” (que significa “el abuelo” en gallego), un gigantesco ejemplar que se encuentra al final del camino que recorre el Souto da Retorta y, que según algunas estimaciones, es el árbol más grande de España. Su base tiene 11 metros de perímetro, y se parece bastante, desde algunas perspectivas, al pie de un elefante. Aunque alcanza los 67 metros de altura, el abuelo no es el ejemplar más alto de este conjunto, pero sí que es el más sobresaliente por su grosor y por ser el más anciano: fue el primer eucalipto en ser plantado en Chavín por Barro en 1880.

Los visitantes del Souto se concentran junto a «O Avó», la auténtica estrella del paraje. | N.P.

El centenario eucalipto ha resistido todo tipo de embates, incluso el paso del ciclón Klaus en 2010, que acabó con varios ejemplares de la zona. Su magnitud es tal que hasta los 17 metros de altura no aparecen las primeras ramas. Y, aunque los eucaliptos son árboles de copa estrecha, “O Avó” tiene un diámetro de ramaje considerable debido a su magnitud, superando los 15 metros de diámetro.

Hasta 2015, la estampa más habitual en el parque era la de los visitantes abrazando la base del centenario árbol, pero la Xunta tuvo que tomar cartas en el asunto ante el deterioro de sus raíces, que se estaban empezando a asfixiar debido a las numerosas pisadas sobre el terreno. Ahora, una valla de madera de pino rodea el anciano eucalipto, que está incluido dentro del Catálogo gallego de árboles singulares, y numerosos carteles explicativos detallan la importancia de conservar estos ejemplares históricos.

La cara amable de una especie vilipendiada

Además de la instalación de la valla para proteger a “O Avó”, en 2015 la Xunta llevó a cabo otras mejoras, como la retirada de varias decenas de pies de eucaliptos muertos o dañados, la poda en altura por motivos de seguridad de ramas secas y muertas de los centenarios eucaliptos o la tala de acacias, una especie invasora en el eucaliptal en cuyas cepas aplicaron un herbicida para evitar que continúen reproduciéndose y dañando los eucaliptos.

La protección de estos eucaliptos de la invasión de las acacias supone una gran paradoja si se tiene en cuenta que, desde hace décadas, hay organizaciones ecologistas que denuncian que este árbol australiano está acabando con la biodiversidad de los montes gallegos. El hecho de que los eucaliptos tarden tan sólo entre 12 y 15 años en crecer lo suficiente para ser vendidos a la industria papelera y la ventaja de que apenas necesiten mantenimiento, los convierte en una inversión ideal para sacar rendimiento a corto plazo de parcelas de monte.

Sin embargo, las desventajas de esta especie para los ecosistemas gallegos son múltiples. Por un lado, el eucalipto es una especie pirófita, lo que significa que, aunque se recupera muy bien después de los incendios, favorecen la propagación de fuegos forestales.

En el Souto da Retorta, los eucaliptos conviven con especies autóctonas como el castaño o el roble. | N.P.

Además, los suelos ocupados por las plantaciones tienden a ser casi impermeables debido a la hojarasca del eucalipto, lo que frena el crecimiento de otras especies de plantas y degrada la tierra hasta un punto en el que es casi imposible que crezca nada que no sea este árbol. El árbol es también rico en compuestos volátiles, y los químicos naturales que arroja sobre el suelo le ayudan a que no crezcan bajo él plantas competidoras. Esto provoca una disminución en la diversidad no solo de las plantas autóctonas, sino de invertebrados del suelo, de hongos terrestres y líquenes.

Un problema humano

A pesar de todos estos problemas, su fácil monetización ha hecho que los eucaliptos ocupen actualmente unas 500.000 hectáreas de la comunidad, lo que supone el 17% de la superficie de Galicia, según las estimaciones de organizaciones como Asociación pola Defensa Ecolóxica de Galiza (Adega). Una cifra gigantesca que hace pensar en una auténtica invasión arbórea, que de seguir por este camino podría acabar con gran parte de la biodiversidad local.

En el camino que lleva al Souto da Retorta, también hay plantaciones de eucaliptos para su rápida explotación, como en casi cualquier punto de las provincias de A Coruña, Pontevedra y Lugo. Sin embargo, la majestuosidad del paraje y la natural convivencia que tienen los eucaliptos centenarios con especies locales como fresnos, avellanos, robles o castaños, demuestran que el problema del eucalipto nunca ha sido de la especie vegetal en sí, sino del uso que le han ido dando las sucesivas generaciones de gallegos.



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