A pesar de que en su conjunto absorben 190 millones de toneladas de CO2 de la atmósfera cada año, un estudio lanzado por la UNESCO revela que 10 bosques del Patrimonio Mundial se han convertido en fuentes de carbono por culpa de las actividades humanas y, por este motivo, pide medidas en su gestión



La primera evaluación científica de las cantidades de gases de efecto invernadero emitidos y absorbidos por los bosques en los sitios del Patrimonio Mundial de la UNESCO ha descubierto que las masas vegetales de estas áreas desempeñan un papel vital en la mitigación del cambio climático al absorber 190 millones de toneladas de CO2 de la atmósfera cada año.
Los bosques del Patrimonio Mundial, con superficie combinada de 69 millones de hectáreas (más que toda la superficie de la Península Ibérica), además de ser ecosistemas ricos en biodiversidad y absorber el exceso de CO2, también almacenan cantidades sustanciales de carbono.
Según la UNESCO, el secuestro de carbono por estos bosques durante largos períodos ha llevado al almacenamiento total de carbono de aproximadamente 13 mil millones de toneladas de carbono, que es más que el carbono en las reservas probadas de petróleo de Kuwait.
“Si todo este carbono almacenado se liberara a la atmósfera en forma de CO2, sería similar a emitir 1,3 veces las emisiones anuales totales de CO2 de los combustibles fósiles en el mundo”, declara la UNESCO.
Ahora bien, no todos los bosques del Patrimonio Mundial ejercen esta misma función. Al combinar datos obtenidos por satélite con información de monitoreo a nivel de sitio, los investigadores de la UNESCO, el Instituto de Recursos Mundiales (WRI) y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) observaron que, de los 257 sitios analizados, 166 eran sumideros netos, y 81 casi neutrales.
Los 10 que faltan en la ecuación, de hecho, se presentaron como fuentes de emisiones. Áreas como el parque nacional de Yosemite, en los Estados Unidos, las Grandes Montañas Azules, en Australia, o las selvas tropicales de Sumatra, en Indonesia, son algunos de estos emplazamientos que emitieron más carbono del que absorbieron desde el 2001, según la UNESCO, debido a las actividades humanas.


“Todos los bosques deben ser activos en la lucha contra el cambio climático. El hallazgo de nuestro informe de que incluso algunos de los bosques más emblemáticos y mejor protegidos, como los que se encuentran en los sitios del Patrimonio Mundial, pueden contribuir al cambio climático es alarmante y saca a la luz pruebas de la gravedad de esta emergencia climática”, enfatiza, Tales Carvalho Resende, coautor de la evaluación científica.
“En los próximos años, es probable que el secuestro y los sumideros de carbono en curso se vean afectados en un número creciente de sitios en todo el mundo como resultado de paisajes cada vez más fragmentados y degradados, y eventos relacionados con el clima más frecuentes e intensos”, añade.
Por este motivo, el informe de la UNESCO insta a una protección sólida y sostenida de los sitios del Patrimonio Mundial y los paisajes circundantes para garantizar que sus bosques puedan seguir actuando como fuertes sumideros y depósitos de carbono para las generaciones futuras.
Para lograr esto, el informe recomienda responder rápidamente a los eventos relacionados con el clima, así como mantener y fortalecer la conectividad ecológica a través de una mejor gestión del paisaje.
Por ejemplo, en Indonesia, las agencias gubernamentales han estado utilizando sistemas de alerta de incendios casi en tiempo real para reducir significativamente su tiempo promedio de respuesta al fuego, según la UNESCO. “La respuesta rápida es fundamental para evitar que los incendios se conviertan en conflagraciones destructivas que produzcan grandes emisiones de CO2”, pone de relieve.
El informe también recomienda integrar la protección continua de los sitios del Patrimonio Mundial de la UNESCO en las estrategias internacionales, nacionales y locales sobre el clima, la biodiversidad y el desarrollo sostenible en consonancia con el acuerdo climático de París, el Marco mundial para la diversidad biológica posterior a 2020 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
