El agujero de la capa de ozono sobre el Ártico altera el clima

El agujero de la capa de ozono sobre el Ártico altera el clima

Un nuevo estudio señala que la destrucción de ozono sobre el Ártico en la primavera provoca un clima anormal en todo el hemisferio norte, con episodios más cálidos y secos que el promedio, o demasiado húmedos


El adelgazamiento de la capa de ozono sobre el Ártico genera anomalías climáticas en el hemisferio norte, puesto que las primaveras son más cálidas y secas en el centro y el norte de Europa y Rusia -especialmente en Siberia-, mientras que llueve o nieva más de lo normal en las regiones polares.

Así se explica en un nuevo estudio realizado por un equipo internacional de investigadores y publicado este jueves en la revista Nature Geoscience. Muchas personas están familiarizadas con el agujero en la capa de ozono sobre la Antártida, pero es menos conocido que ocasionalmente el ozono que protege la estratosfera sobre el Ártico también se destruye y adelgaza su capa. Las dos últimas veces que ocurrió fue en las primaveras de 2011 y 2020.

Cada vez que la capa de ozono se diluye, los climatólogos observaban anomalías climáticas en todo el hemisferio norte, especialmente pronunciadas en 2020. En el centro y norte de Europa, Rusia y especialmente en Siberia, esas estaciones primaverales fueron excepcionalmente cálidas y secas. Sin embargo, prevalecieron las condiciones húmedas en las regiones polares.

Evolución del agujero de la capa de ozono de 1979 hasta 2019. Para ver el estado actual, pulse aquí | Foto: CAMS

Hasta tres agujeros en la capa de ozono

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Agujero de la capa de ozono en septiembre de 2001 | Wikipedia

Es habitual hablar del “agujero de la capa de ozono”. Sin embargo, no hay uno solo.

El primero, del que se habla habitualmente, se sitúa sobre el Ártico. Afortunadamente, gracias a las medidas de prevención impulsadas desde los años 80, a partir de 2016 se comenzó a reportar su paulatino cierre.

Pero hay más agujeros. Por ejemplo, en 2020 se descubrió uno sobre la Antártida y ahora se acaba de reportar otro, justo encima de los trópicos.

Según un reciente estudio científico publicado en la revista AIP Advances, este agujero de la capa de ozono situado sobre los Trópicos pudo originarse en la década de 1980. Por lo tanto, cuando se descubrió el agujero de la capa de ozono del Ártico, es posible que el de los trópicos ya estuviese abriéndose paso.

En el estudio en cuestión se ha comparado este agujero con el del Antártico, ya que es el más preocupante de los que hay abiertos ahora mismo. Y la comparación ha generado un gran desasosiego, pues presenta diferencias que lo hacen mucho más peligroso.

Por ejemplo, mientras que el de la Antártida sigue un ciclo estacional y tiene su mayor pérdida de ozono en los meses de septiembre y octubre, para luego reponer parte de lo perdido, este no experimenta ninguna recuperación. Como resultado, las personas que se encuentran bajo él, aproximadamente la mitad de la población mundial, están muy expuestas a las radiaciones peligrosas durante todo el año.

El ozono desempeña un papel climático

Si existe una relación causal entre la destrucción del ozono estratosférico y las anomalías meteorológicas observadas es un tema de debate en la investigación climática. El vórtice polar en la estratosfera, que se forma en invierno y decae en primavera, también desempeña un papel. Los científicos que han estudiado el fenómeno hasta ahora han llegado a resultados contradictorios y a conclusiones diferentes.

Ahora, nuevos hallazgos arrojan luz sobre la situación, gracias a la estudiante de doctorado Marina Friedel y al becario de la Fundación Nacional Suiza para la Ciencia Ambizione Gabriel Chiodo, ambos miembros del grupo dirigido por Thomas Peter, profesor de química atmosférica de la ETH de Zúrich, y colaboran con la Universidad de Princeton (Estados Unidos) y otras instituciones.

Para descubrir una posible relación causal, los investigadores realizaron simulaciones que integraban el agotamiento del ozono en dos modelos climáticos diferentes. La mayoría de los modelos climáticos sólo tienen en cuenta los factores físicos y no las variaciones de los niveles de ozono estratosférico, en parte porque ello requeriría mucha más potencia de cálculo.

Pero los nuevos cálculos lo dejan claro: la causa de las anomalías meteorológicas observadas en el hemisferio norte en 2011 y 2020 es sobre todo el agotamiento del ozono sobre el Ártico. Las simulaciones que los investigadores realizaron con los dos modelos coincidieron en gran medida con los datos de observación de esos dos años, así como con otros ocho eventos de este tipo que se utilizaron para comparar. Sin embargo, cuando los científicos «desactivaron» la destrucción del ozono en los modelos, no pudieron reproducir esos resultados.

«Lo que más nos sorprendió desde el punto de vista científico es que, a pesar de que los modelos que utilizamos para la simulación son totalmente diferentes, produjeron resultados similares«, afirma el coautor Gabriel Chiodo, becario de la SNSF Ambizione en el Instituto de Ciencias Atmosféricas y del Clima.

El fenómeno, tal y como lo han estudiado ahora los investigadores, comienza con el agotamiento del ozono en la estratosfera. Para que el ozono se descomponga allí, las temperaturas en el Ártico deben ser muy bajas.

«La destrucción del ozono sólo se produce cuando hace suficiente frío y el vórtice polar es fuerte en la estratosfera, a unos 30 o 50 kilómetros sobre el suelo», señala Friedel.

Normalmente, el ozono absorbe la radiación ultravioleta emitida por el sol, calentando así la estratosfera y ayudando a romper el vórtice polar en primavera. Pero si hay menos ozono, la estratosfera se enfría y el vórtice se fortalece. «Un vórtice polar fuerte produce entonces los efectos observados en la superficie de la Tierra«, asegura Chiodo.

Los nuevos descubrimientos podrían ayudar a los investigadores del clima a realizar previsiones meteorológicas y climáticas estacionales más precisas en el futuro. Esto permitirá predecir mejor los cambios de calor y temperatura, «lo que es importante para la agricultura», afirma Chiodo.

«Será interesante observar y modelizar la evolución futura de la capa de ozono«.

Esto se debe a que el agotamiento del ozono continúa, a pesar de que las sustancias que lo agotan, como los clorofluorocarbonos (CFC) que están prohibidas desde 1989, añade Friedel.

Los CFC son muy longevos y permanecen en la atmósfera entre 50 y 100 años; su potencial para causar la destrucción del ozono perdura durante décadas después de haber sido retirados de la circulación. Sin embargo, las concentraciones de CFC están disminuyendo de forma constante, lo que plantea la cuestión de la rapidez con la que se recupera la capa de ozono y cómo afectará esto al sistema climático», concluye.



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