La aridez amenaza la supervivencia de las encinas en España

La aridez amenaza la supervivencia de las encinas en España

Un estudio señala que los sistemas mediterráneos, entre los que se encuentra España, sufrirán condiciones de especial aridez que, entre otras cosas, imposibilitarán la subsistencia de las encinas por la falta de recursos hídricos


Las proyecciones climáticas indican que la región Mediterránea, en la que se encuentra España, es una de las más sensibles a los cambios propiciados por el cambio climático. En el caso de nuestro país, esta transformación climática se ve acompañada de un creciente éxodo rural que, en cierto modo, está amortiguando los impactos del cambio debido a la recuperación vegetal de las zonas abandonadas.

No obstante, en ciertos lugares de España, el aprovechamiento de madera fue tan agresivo que las poblaciones endémicas de vegetales se encuentran en una situación delicada en la que el peso de los impactos climáticos es superior a su afán de volver a repoblar las regiones anteriormente taladas.

Uno de los encinares utilizados en el estudio | Foto: Patricio García-Fayos Ppoveda, CIDE (CSIC-UV-GVA)

Es el caso de las encinas (Quercus ilexen) del Sistema Ibérico que, de acuerdo con un estudio publicado en la revista Plos One, es posible que no puedan subsistir en un futuro, sobre todo, por la escasez de precipitaciones. “A pesar de que se produjo una reducción significativa de las presiones humanas y de sus explotaciones ganaderas, se ha registrado una reducción continuada en las poblaciones de estos árboles”.

En este estudio, los autores se centraron en la comparación bosques de encinas situados en zonas semiáridas, donde el nivel de precipitación anual se sitúa en los 400-450 milímetros anuales, con otros en zonas en las que llueven 600-650 milímetros anuales, denominadas subhúmedas.

En la década estudiada, que comprende desde el 2006 hasta el 2015, registraron menos de la décima parte de plantas nuevas que en las décadas anteriores en ambos niveles de precipitación. Esto se traduce en que, en los encinares semiáridos, el número de nuevos individuos no es suficiente “para que el encinar subsista en el futuro”.

“Las encinas del Sistema Ibérico que a finales del siglo XX recibían una media anual de precipitación de 450 milímetros o menos se encuentran en la actualidad en una situación de ‘no retorno’ en su capacidad de regeneración espontánea. Esto supone que también se verán afectadas negativamente aquellas especies que dependen de la encina para alimentarse o completar su ciclo vital”, indican los autores.

Cambio climático

La aridez es un problema que se ha acelerado, sobre todo, con el aumento de la temperatura media, una de las principales consecuencias del cambio climático. En este sentido, los autores señalan en el trabajo que la temperatura media diaria entre 1901 y 1949 aumentó a una tasa de 0,13°C por década, acelerando a más de 0,45°C por década desde la década de 1970 hasta 2012 en esa zona de España.

“La aridez influye negativamente tanto en el establecimiento y supervivencia de las plántulas de encina, las cuales requieren protección contra la sequedad y los depredadores, como en la disminución del número de individuos y especies de árboles y arbustos que les protegen de dichos problemas”, explica Patricio García-Fayos, investigador responsable de este estudio y actual director del CIDE.

“Como se demuestra en este trabajo, es importante conocer los procesos que influyen sobre la dinámica de incorporación de las nuevas plantas durante la regeneración de los encinares, en vistas a una adecuada gestión forestal y un mantenimiento sostenible de nuestros bosques, más si cabe en el contexto climático en el que nos encontramos”, concluye Esther Bochet, investigadora del CIDE y codirectora del proyecto.



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