El Banco Central Europeo está buscando formas de favorecer los bonos ecológicos en su política monetaria, después de que el Parlamento Europeo haya aprobado una resolución urgiendo a la entidad a buscar fórmulas para situar el cambio climático en el corazón de su estrategia



Las políticas monetarias del Banco Central Europeo (BCE) están en el centro de la economía de la UE. Por eso no es de extrañar que el Parlamento Europeo (PE) quiera que las estrategias de la máxima autoridad sobre la moneda única se alineen con la que ha sido definida como la absoluta prioridad de la política europea: la lucha contra el cambio climático. Este martes, el órgano legislativo de la UE ha aprovechado la primera comparecencia de la nueva presidenta del BCE, Christine Lagarde, ante el plenario para pedirle que ponga la emergencia climática en el corazón de las políticas de la institución. Un guante que ha sido recogido por la francesa, que ya aseguró que quiere «eliminar gradualmente» los activos intensivos en carbono del banco.
El Parlamento Europeo ha votado mayoritariamente a favor -452 contra 142- de una resolución que recomienda al BCE que estudie las formas en las que los bancos centrales podrían abordar la crisis climática y ayudar a impulsar la descarbonización del continente. Aunque el texto no tiene implicaciones legales, es una fuerte señal política del apoyo de los legisladores a los planes del BCE para evaluar y tener en cuenta los riesgos climáticos en sus futuras estrategias.
El texto aprobado por el Parlamento Europeo supone un espaldarazo a las intenciones de Lagarde de reforzar las políticas sostenibles del BCE
«En segundo lugar», ha continuado, «a través de sus tareas de estabilidad financiera, el Banco Central Europeo está monitoreando los riesgos sistémicos derivados del cambio climático y las formas para lograr una transición a una economía neutral en carbono», ha explicado.
La participación de las instituciones monetarias en la transición puede ser clave. Hace tan solo una semana, un informe del grupo de expertos New Economics Foundation, con sede en Londres, estimó que entre los bancos centrales de la zona euro, el Reino Unido, Estados Unidos, Japón, China y Suiza, poseen más de 12 mil millones de dólares en bonos y acciones expuestas a carbón. Un cambio de estrategia por parte de estos órganos tendría consecuencias decisivas sobre la orientación económica de todo el sistema.
A pesar de todo, la respuesta final del BCE a esta resolución tendrá que esperar a su informe anual, que se presenta en abril. Por ahora, Lagarde ya ha avisado de que, en cualquier caso, «nadie puede pedirle al Banco Central Europeo que sustituya lo que los gobiernos deberían hacer y las políticas que deberían aplicar» en materia de cambio climático.
Políticas ejemplares


El objetivo final, tanto del BCE como del Parlamento, es el mismo: ser un ejemplo para que el sector privado, en este caso el financiero, aplique políticas de inversión que se ajusten a la lucha contra el calentamiento global. Según apunta Bloomberg en un artículo publicado este jueves, la institución se está centrando en demostrar que adquirir activos intensivos en carbono supone un riesgo para el propio banco.
En un mundo que en teoría está basculando hacia una economía «verde», financiar inversiones como centrales térmicas basadas en carbón puede ser muy arriesgado al estar previsto que pierdan valor de manera acelerada. Esta realidad le da a Lagarde una forma de seguir insistiendo en una línea sostenible sin infringir el mandato limitado del BCE, que en teoría solo debe buscar la estabilidad de precios.
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Otra opción bajo consideración, según Bloomberg, es crear incentivos para que las instituciones financieras utilicen la deuda sostenible como garantía cuando acudan al BCE para obtener financiación. Usando una medida conocida como «corte de pelo», esta estrategia significaría esencialmente entregar más efectivo a los bancos si entregan bonos verdes que si utilizan otras opciones.
La clave de todo esto estará en las nuevas normas que implante la Unión Europea en relación con los activos sostenibles. Y es que, a diferencia de los bancos privados, el BCE no puede inventar fácilmente sus propias reglas, por temor a ser arrastrado a los tribunales. Por lo que tendrá que esperar a que se ponga en marcha la nueva regulación de las finanzas verdes, que se aplicará gradualmente a partir de finales de 2021. Un paso indispensable para el objetivo principal de la Comisión Europea, que se ha comprometido a hacer de Europa el primer continente neutral para el clima.
