Los nuevos bosques crecen más rápido y vulnerables al clima

Los nuevos bosques crecen más rápido y vulnerables al clima

Un estudio encabezado por científicos españoles ha descubierto que los nuevos bosques nacidos en tierras fértiles tienen un crecimiento superior a los anteriores bosques, una característica que les permite absorber más CO2, pero que les hace más vulnerables a fenómenos extremos como las sequías


El éxodo rural que marcó el siglo XX tuvo un enorme impacto en las ciudades, que vieron como sus calles se llenaban de nuevos habitantes dispuestos a trabajar. Sin embargo, las metrópolis no fueron las únicas beneficiadas, ya que la naturaleza también obtuvo un buen pedazo de ese pastel al quedarse libres las tierras de cultivo abandonadas, que pronto llenó con unos árboles que guardan un importante secreto.

De acuerdo un reciente estudio publicado en la revista Agricultural and Forest Meteorology, y liderado por los investigadores del Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals (CREAF) Raquel Alfaro-Sánchez y Josep Maria Espelta, esos nuevos bosques crecen un 32% más rápido que los bosques que ya existían.

Para los científicos, este hallazgo ha supuesto una buena noticia, ya que, para lograr ese mayor crecimiento, los árboles necesitan secuestrar mayores cantidades de CO2 y, por lo tanto, su contribución a la lucha contra el cambio climático es mayor.

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Extracción de un testimonio de madera | CREAF

Según el estudio, uno de los motivos que ha motivado este mejor crecimiento ha sido el terreno sobre el que se encuentran. Los bosques nuevos han heredado un suelo más fértil fruto de las actividades agrícolas y ganaderas que se desarrollaban en el pasado.

Sin embargo, la buena noticia quedó manchada por otro hallazgo del equipo de investigadores: el crecimiento acelerado ha provocado que esos árboles formen una madera un 3% menos densa que los expone a diversos factores climáticos.

“Esta madera menos densa deja los árboles en una peor situación ante condiciones climáticas extremas, como puede ser la sequía, o de otros eventos como las plagas o los vientos “, ha comentad la investigadora Raquel Alfaro que ha liderado el estudio.

Josep Maria Espelta coordinador del proyecto en el CREAF ha explicado por su parte que “los nuevos árboles responden muy bien durante los años con abundante precipitación y esto les permite resistir mejor peores condiciones los años de sequía. Sin embargo, este efecto puede ir disminuyendo o incluso desaparecer si se incrementa la reiteración de sequías, una situación más que probable en un futuro”.

Si esta situación extrema se da, ha añadido, “será necesario que la gestión forestal tenga en cuenta estas posibles diferencias entre bosques nuevos y preexistentes para garantizar su conservación en un escenario de crisis climática como la actual”.

El procedimiento

Para hacer el estudio, el equipo de investigación extrajo testigos de madera de árboles en hayedos (Fagus sylvatica) recientes (establecidos después de 1950) y de preexistentes (anteriores a 1950) en Osona y el Ripollès. Los anillos de los árboles fueron la clave para comprobar este crecimiento: cuanto más anchos eran los anillos, más crecimiento acumulado había habido en el mismo periodo.



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