Un grupo de científicos que ha analizado el océano Austral con la red de flotadores Argo y satélites ha descubierto que los vientos y los cambios de temperatura, alterados por el cambio climático, están acelerando la corriente Circumpolar Antártica



El océano Austral es la gran masa de agua olvidada de nuestro planeta que durante años ha quedado solapada bajo el paraguas de los otros grandes océanos del mundo. Sin embargo, cada vez son más las voces que reclaman que este océano alrededor de la Antártida ocupe el lugar que le corresponde en los mapas, y más debido a la corriente de vital importancia que custodia en su interior.
Esta es la Corriente Circumpolar Antártica (CCA), una corriente marina fría que se formó hace unos 34 millones de años cuando la Antártida y América del Sur se separaron por la acción de la deriva continental, permitiendo establecer un flujo de agua más fría, menos salada y sin obstáculos alrededor de la Antártida. Esto la convierte en cierto modo en motor que hace circular el agua del todo globo.
Pues bien, un nuevo estudio publicado en la revista Nature Climate Change informa que la velocidad de esta corriente se está incrementando debido a los cambios en el clima global. En concreto, señalan a los vientos como uno de los responsables al dinamizar los remolinos oceánicos, que son movimientos circulares de agua que van en contra de las corrientes principales.«Tanto por las observaciones como por los modelos, descubrimos que el cambio térmico del océano está causando la importante aceleración de las corrientes oceánicas detectada durante las últimas décadas», afirma en un comunicado Jia-Rui Shi, antiguo estudiante de doctorado en Scripps Oceanography y actual investigador postdoctoral en el Instituto Oceanográfico Woods Hole.
«Esta aceleración de la CCA, especialmente su chorro centrado en el Frente Subantártico, facilita el intercambio de propiedades, como el calor o el carbono, entre las cuencas oceánicas y crea la oportunidad de que estas propiedades aumenten en las regiones subtropicales subsuperficiales», añade.
En el escrito, los expertos subrayan que la ACC rodea la Antártida y separa el agua fría del sur del agua subtropical más cálida justo al norte. Esta parte más cálida del Océano Antártico absorbe gran parte del calor que las actividades humanas están añadiendo a la atmósfera de la Tierra. Por esta razón, los científicos consideran vital comprender su dinámica, ya que lo que ocurre allí podría influir en el clima de cualquier otro lugar.
El patrón de calentamiento del océano es importante. Cuando el gradiente, o la cantidad de diferencia de calor, entre las aguas cálidas y las frías aumenta, las corrientes entre esas dos masas se aceleran, de ahí que señalen a este factor también como un responsable hasta ahora desconocido.
«La CCA está impulsado principalmente por el viento, pero demostramos que los cambios en su velocidad se deben, sorprendentemente, en su mayor parte a los cambios en el gradiente de calor», explica la coautora Lynne Talley, oceanógrafa física de Scripps Oceanography.
Los datos a largo plazo que captan los cambios en el Océano Austral eran difíciles de obtener antes de la disponibilidad de instrumentos montados en satélites y de la red mundial de flotadores “Argo”, miden las condiciones del océano como la temperatura y la salinidad, comenzó en 1999 y alcanzó su plena capacidad en 2007.
En la actualidad, una dotación completa de 4.000 flotadores repartidos por los océanos del mundo sigue recogiendo datos. Los investigadores pudieron así utilizar más de una década de datos completos de Argo para distinguir la tendencia de la corriente acelerada de la variabilidad natural.
Los coautores del estudio señalan que también es probable que la velocidad de la corriente aumente aún más a medida que el Océano Antártico siga absorbiendo calor por el calentamiento global inducido por el hombre.
