A medida que aumentan las temperaturas globales y los fenómenos meteorológicos extremos se vuelven más comunes como consecuencia del cambio climático se dificulta la predicción de las tasas de infección y los resultados de las enfermedades



El cambio climático y los cambios de temperatura, como las olas de calor, pueden tener efectos muy diferentes en las tasas de infección y los resultados de las enfermedades, según un estudio realizado por la Universidad de Dublín.
El informe, que se ha publicado en eLife, sugiere que será cada vez más difícil predecir las consecuencias del cambio climático en las interacciones huésped-patógeno a medida que aumentan las temperaturas globales y los fenómenos meteorológicos extremos se vuelven más comunes.
Será cada vez más difícil predecir las consecuencias del cambio climático en las interacciones huésped-patógeno a medida que aumentan las temperaturas globales
Los investigadores examinaron los efectos de diferentes temperaturas en varios rasgos de un organismo huésped, un pequeño crustáceo llamado Daphnia magna , y su conocido parásito intestinal, Odospora colligata . La transmisión del parásito es representativa de la transmisión ambiental clásica, similar a la que se observa con enfermedades como el SARS-CoV-2 y el cólera.
En este sentido, observaron cómo respondían los organismos a tres regímenes de temperatura distintos: una temperatura constante y dos regímenes variables, con fluctuaciones diarias de +/- 3 °C y olas de calor de tres días de 6 °C por encima de la temperatura ambiente. Luego midieron la vida útil del crustáceo, la fertilidad, el estado de infección y la cantidad de esporas de parásitos dentro de su intestino. Luego, procesaron los datos en un modelo estadístico para comparar el impacto de los tres regímenes de temperatura diferentes.


De esta manera, han descubierto que las fluctuaciones diarias de temperatura reducían la infectividad y la carga de esporas del parásito en comparación con los que se mantenían a una temperatura media constante. Sin embargo, por el contrario, la infectividad de los parásitos después de una ola de calor fue casi la misma que la infectividad de los que se mantuvieron a temperatura constante.
«Nuestros hallazgos muestran que la variación de la temperatura altera el resultado de las interacciones huésped-patógeno de formas complejas. La variación de la temperatura no solo afecta a los diferentes rasgos del huésped y del patógeno de manera distinta, sino que también importa el tipo de variación y la temperatura promedio a la que se aplica», ha concluido Luijckx.
