Un equipo de científicos ha demostrado que las nuevas condiciones que está gestando el cambio climático en Indonesia está impulsando la degradación de las paredes donde se encuentra el arte rupestre. Ante esta situación, piden más conocimiento para ejecutar acciones de adaptación



En la isla de Célebes, en Indonesia, se encuentran unas de las pinturas más antiguas del arte rupestre que se pueden ver en nuestro planeta, con edades que varían desde los 20.000 años hasta los 40.000, y que ahora, según un reciente estudio publicado en Nature, podrían ver su historia terminada con la llegada del cambio climático.
La razón que sostienen sus autores es que las islas de Célebes se encuentran en una región caracteriza por importantes interacciones entre el océano y la atmósfera, como lo es El Niño-Oscilación del Sur (ENOS), que se están viendo exacerbados por el cambio climático.
A medida que este fenómeno avanza, las islas quedan más expuestas a las lluvias intensas, inundaciones y, sobre todo, a los periodos de sequías que, en combinación, “proporcionan las condiciones ideales para la eflorescencia de sal y otras formas de deposición de evaporita que degradan las paredes donde se encuentran las pinturas”.
“Cuando este arte rupestre se creó, las condiciones climáticas eran más frías y húmedas que resultaron en una menor evaporación. El Niño y la influencia del ser humano cambiaron las reglas del juego, favoreciendo la deposición de solutos -como hierros, silicones y carbonatos de calcio- sobre las paredes de las cuevas que, con ayuda del nuevo ambiente, degradan la roca de las cuevas”, señalan los autores en su estudio.
Para determinar la velocidad a la que están desapareciendo las pinturas, el equipo de científicos analizó 11 áreas de la isla donde se conoce que existe este arte rupestre. En ellas registraron elevados niveles de azufre, así como de sales procedentes de la evaporación marina.


Para los expertos, se trata de una mala noticia ya que sobre todo los cristales de sal, una vez incrustados en las paredes, inician un procedimiento que denominan como “eflorescencia salina”. Este proceso consiste en el repetido aumento y disminución en el tamaño y número cristales de sal a medida que la humedad y disminuye, lo que desencadena “un estrés mecánico periódico en las rocas”.
“A medida que los cristales aumentan y disminuyen de tamaño por la humedad del exceso de evaporación y lluvias, los poros de las piedras donde se localizan se expanden hasta generar grietas”, explican.
“Las sales también generan escamas sobre las piedras que con el estrés mecánico se terminan por levantar, llevándose en ocasiones la pintura con ellos”, añaden.
Como exponen en la investigación, el forzamiento del antropogénico del clima se presenta, por tanto, como un desafío más para la preservación del arte del Pleistoceno por lo menos en las regiones de los trópicos que están viendo alterada su climatología del mismo modo que en Indonesia.
Ante este escenario, los científicos piden acciones urgentes no solo para cumplir con los objetivos expuesto en el Acuerdo de París relativos a la reducción de gases de efecto invernadero, sino para seguir comprendiendo los impactos que tiene este fenómeno sobre las pinturas y así establecer medidas de adaptación.
“Comprender el contexto ambiental en el que se encuentra el arte rupestre primitivo es crucial para diseñar estrategias de gestión efectivas que ayuden a preservar estas imágenes irremplazables del pasado humano”, enfatizan.
“El arte rupestre excepcionalmente antiguo de Indonesia se encuentra dentro de un entorno tropical dinámico que lo hace particularmente vulnerable a los impactos destructivos del cambio climático, lo que agrega una urgencia única a este llamado para más investigación”, concluyen.
