Los cambios bruscos del clima ralentizan la economía

Los cambios bruscos del clima ralentizan la economía

Los fuertes cambios que experimenta cada día la temperatura debido al cambio climático provocan que la economía crezca menos, según un estudio publicado en la revista Nature Climate Change


El tiempo este invierno en España está siendo especialmente difícil de seguir. Una semana se baten récords de mínimas, otra se produce la nevada más importante en décadas y la siguiente tenemos plusmarcas de temperaturas máximas en muchos puntos del Mediterráneo. Sin embargo, estos cambios bruscos de la meteorología no solo confunden a una población acostumbrada al tradicional cambio de estaciones: si la temperatura varía mucho de un día a otro, la economía crece menos. Y es que través de estas variaciones aparentemente pequeñas, el cambio climático ya provoca fuertes efectos sobre el crecimiento económico, según los hallazgos de un estudio divulgado este lunes en la revista Nature Climate Change.

En la investigación, llevada a cabo por expertos del Instituto Potsdam para Investigación del Impacto Climático de la Universidad de Columbia y del MCC, los científicos yuxtaponen cambios observados a diario en la temperatura con datos económicos extraídos de más de 1.500 regiones de todo el mundo durante más de 40 años. Y sus conclusiones demuestran que no sólo los cambios anuales implican que la temperatura impacta en el crecimiento macroeconómico, sino que también las variaciones de temperatura de un día a otro tienen «un impacto substancial».

«Si esta variabilidad diaria se incrementa en un grado centígrado, el crecimiento económico se reduce como media en 5 puntos porcentuales», asegura el autor principal del estudio, Maximilian Kotz. Y es que, cuando la temperatura diaria se desvía de las expectativas estacionales, los elementos fundamentales de la economía se ven afectados negativamente, incluidos los rendimientos de los cultivos, la salud humana, las ventas y los costes operativos.

Esta circunstancia afecta particularmente a las economías en las regiones de bajos ingresos del Sur global, que son a su vez las más vulnerables a los efectos del cambio climático en general. «Encontramos que la familiaridad con las variaciones de temperatura es importante: las economías de Canadá o Rusia, donde la temperatura promedio mensual varía en más de 40° C en un año, parecen estar mejor preparados para hacer frente a las fluctuaciones diarias de temperatura que las regiones de latitudes bajas, como partes de América Latina o el sudeste asiático, donde las diferencias estacionales de temperatura pueden ser tan pequeñas como 3° C», explica la coautora del estudio, Leonie Wenz.

En su opinión, «esto se debe probablemente a que los agricultores y los pequeños los dueños de negocios han cultivado la resistencia contra la variabilidad de la temperatura. Además, los ingresos protegen contra las pérdidas. Incluso en una latitud similar, las economías de las regiones pobres se ven más afectadas cuando la temperatura diaria fluctúa que sus contrapartes en las regiones ricas», añade.

Una adaptación imprevisible

Los investigadores compararon la variabilidad de la temperatura de año en año entre 1979 y 2018 con los correspondientes indicadores económicos de cada región y estudiaron un total de 29.000 observaciones individuales. Según el coatutor Anders Leverman, de la Universidad de Columbia (Nueva York), «la rápida variabilidad en la temperatura es algo completamente diferente a los cambios en el largo plazo».

«El verdadero problema ocasionado por el cambio climático son los impactos inesperados, porque es más difícil adaptarse a ellos«, observa Leverman, que apunta a las complicaciones que puede plantear a la adaptación al cambio climático esta fuerte variabilidad. «Los granjeros y otros empresarios de todo el mundo han comenzado a adaptarse al cambio climático, ¿pero qué pasa si el tiempo se vuelve más errático e impredecible? Lo que hemos demostrado es que el clima errático ralentiza la economía», señala.

El experto considera que los Gobiernos y el sector privado «han de tener esto en cuenta cuando debatan el coste real del cambio climático», sobre todo a la hora de ayudar a los países más vulnerables para adaptar su economías. Y es que, aunque actualmente los esfuerzos destinados al desarrollo contribuyen a reducir la vulnerabilidad a la variabilidad y al cambio climático en muchos lugares del Sur global, este tipo de riesgos climáticos estacionales apenas se tienen en cuenta de forma explícita en los proyectos y programas de desarrollo.



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