Centroamérica es una de las regiones más propensas a sufrir desastres naturales y una de las más vulnerables al cambio climático. En vista de las proyecciones climáticas, António Guterres ha manifestado la necesidad de catalogar a esta región como una «prioridad absoluta» en el marco de la cooperación internacional



Bajo esa fachada repleta de playas paradisiacas, selvas exóticas y demás entornos que invitan a vivir una autentica vida de ensueño, Centroamérica esconde una región donde los desastres naturales y los extremos climáticos desafían constantemente las 50 millones de vidas humanas que habitan el lugar.
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“En los últimos 20 años, los países más afectados por las tormentas en la región han sido Cuba, México y Haití con 110 tormentas, 5.000 muertes, 29 millones de personas siniestradas y 39.000 millones de dólares en daños totales”, señala la ONU.
A esos datos habría que sumarle los registrados este año, sobre todo, tras el paso casi sin descanso de los huracanes Eta e Iota -este último el más potente que ha sacudido la región– que según el organismo internacional afectaron a 3,7 millones de personas en Honduras, 935.000 en Guatemala y obligaron a refugiarse a 50.000 personas en Nicaragua en instalaciones de emergencia, donde aún permanecen.


Cabe destacar que la destrucción en este tipo de eventos no se genera por la fuerza del viento, sino principalmente por los aguaceros que arrastran, que incluso transforman a las tormentas más débiles en verdaderas generadoras de caos.
El ejemplo se encuentra en la tormenta Erika que sacudió Dominica en 2015 y que en cuestión de minutos provocó inundaciones y deslizamientos de tierra que afectaron al 40% de su población, a pesar de que sus vientos no superaron los 80 kilómetros por hora.
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Según la FAO, el CSC se trata de una ecorregión de bosque tropical seco que abarca casi un tercio del territorio de América Central y se caracteriza por periodos de canícula o lluvias intensas, exacerbados bajo la influencia del fenómeno El Niño-Oscilación del Sur (ENOS), acompañados de largas sequías que, en su conjunto, maltratan los cultivos de los que dependen los 45 millones de habitantes que se localizan dentro de él.
“Se estima que alrededor del 10% de la población en la región sufre de subalimentación, especialmente en periodos de emergencia y rehabilitación ante las recurrentes sequías e inundaciones con sus respectivas consecuencias en los medios de vida y el desarrollo de los países”, señala la FAO.
El gran inconveniente de la región es que es una de las ecorregiones más susceptibles a la variabilidad y el cambio del clima, por lo que las proyecciones futuras basadas en la influencia del cambio climático apuntan a un aumento en la frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos.
“El cambio climático tendrá efectos significativos en el sector agroalimentario y medios de vida rurales del CSC y Zonas Áridas de República Dominicana que en su base tienen una mayor proporción de población, sistemas productivos y ecosistemas en condiciones de alta vulnerabilidad”, añade la FAO.
Plan Andino contra el cambio climático
Los países de Sudamérica han presentado el Plan Andino de Salud y Cambio Climático 2020-2025, un convenio realizado de forma conjunta con los Ministerios de Salud de Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela que pretende ser un instrumento clave para contribuir a la disminución de los efectos negativos del cambio climático sobre la salud de la población.
Para ello, establecerá estrategias para lograr una gestión integral adecuada, el aumento de la resiliencia, la intensificación de las redes de cooperación, y una integración progresiva entre los países andinos.
El Plan Andino de Salud y Cambio Climático está en línea con los objetivos del Acuerdo de París, uno de los objetivos del cual es aumentar la capacidad de los países para hacer frente a los efectos del cambio climático con un nivel bajo de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y una trayectoria resiliente al clima.
Por este motivo, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ha informado este lunes en una reunión con el Sistema de la Integración Centroamericana (SIC) que Centroamérica debe ser una «prioridad absoluta» de cooperación internacional por los efectos del cambio climático que enfrenta esta región.
«Yo no tengo ninguna duda de que Centroamérica debe ser hoy una prioridad absoluta en el marco de la cooperación internacional» junto con las islas del Caribe y del Pacífico, «que se enfrentan a una amenaza existencial con el cambio climático«, señaló Guterres en esa reunión en la que la ONU entabló por primera vez un dialogo directo con el SICA desde 1991.
Cabe destacar que no es la primera vez que la ONU manifiesta su inquietud por esta región. A principios de este mes el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD) estuvieron de acuerdo en que la región es una de las más sensibles al cambio climático y, por ello, plantearon la creación de un laboratorio climático con el fin de recoger experiencias basadas en la naturaleza para mitigar los impactos ambientales, sociales y económicos de la crisis climática.
