La nueva edición del Informe sobre la Brecha de Producción 2020 elaborado por la ONU advierte que, a pesar de las reducciones motivadas por la pandemia, la producción de combustibles fósiles prevé crecer durante esta década. Para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, la producción debería caer un 6% cada año durante los próximos 10 años



Los combustibles fósiles han constituido la principal fuente de energía de la humanidad desde la Revolución Industrial y, por ese motivo, aun dependemos en gran medida de ellos para realizar las actividades más cotidianas. De hecho, según el recién publicado Informe sobre la Brecha de Producción 2020, los combustibles fósiles todavía suministran el 80% de la energía mundial.
Hay indicios de que esa dinámica está cambiando en favor de una mayor apuesta por las energías renovables, que durante la primera mitad del 2020 vieron incrementadas sus inversiones en un 5%, según el informe.
“Las reclamaciones de la sociedad para mitigar los efectos del cambio climático son cada vez mayores, y esto se refleja en los compromisos de países y empresas que empiezan a aplicar medidas en sintonía con las reclamaciones”, señala el informe.
“La crisis del coronavirus también ha demostrado la necesidad de empezar a caminar en una nueva senda más sostenible y la enorme cantidad de beneficios, tanto económicos como sanitarios, que nos aportaría”, añade.
A pesar de esta tendencia, el Informe sobre la Brecha de Producción del año pasado encontró que los niveles de producción de combustibles fósiles proyectados por los gobiernos de todo el mundo nos encaminarían hacia un mundo en el que los umbrales de 1,5°C y 2°C marcados por el Acuerdo de París se superarían en un 120% y 50%, respectivamente, en 2030.


Es cierto que el trabajo de este año advierte que la pandemia del coronavirus ha podido alterar las proyecciones del informe anterior ya que varios países han actualizado sus respectivas planificaciones de producción de combustibles fósiles y que, incluso, se han decantado por apostar por energías renovables.
Sin embargo, dada la incertidumbre en la cantidad de emisiones que se podrían lanzar realmente en esta década y la oferta y demanda en los mercados de combustibles fósiles, es posible que la tendencia se pueda mantener muy similar a la indicada en el trabajo del 2019.
Para alcanzar la meta del 1,5°C, el informe del 2020 pone de relieve que el mundo debería reducir la producción de combustibles fósiles en, al menos, un 6% al año durante esta década, y en un 2% para alcanzar el límite de los 2°C.
“Siendo coherentes con el objetivo del 1,5°C, la producción de carbón, petróleo y gas debería descender un 11%, 4% y 3% respectivamente. Debido a la crisis surgida por esta pandemia, probablemente hayamos podido lograr una disminución del 8%, 7% y 3%, por lo que se trata de un objetivo alcanzable”, señala el informe.
El problema es que los países están planificando un aumento en la producción media anual del 2% para el 2030, lo que resultaría en más del doble de la producción consistente con el límite de 1,5°C.


“A modo de comparación, en noviembre de este año, los gobiernos del G20 habían comprometido 230 mil millones de dólares para apoyar la producción de combustibles fósiles, mucho más que los 146 mil millones invertidos en energías renovables, eficiencia energética y otras alternativas bajas en carbono”, enfatiza el estudio.
En un segundo capítulo del trabajo, los autores manifiestan su deseo por un cambio de tendencia y, por ello, enumeran seis principales líneas de acción enfocadas hacia los gobiernos y que “podrían seguro a iniciar una transición justa alejada de los combustibles fósiles”.
Esta lista abarca medidas que contemplan la “oportunidad que ofrecen los estímulos de recuperación como vía para iniciar una reconversión verde”, pasando por “imposición de trabas en los mercados de combustibles fósiles”, hasta finalizar con la “necesaria mejora de la cooperación global coordinada”.
“La investigación deja muy claro que enfrentamos una alteración climática severa si los países continúan produciendo combustibles fósiles en los niveles actuales, y será aún peor con los aumentos planeados”, explica Michael Lazarus, autor principal del informe y director del Centro de Instituto Ambiental de Estocolmo (SEI) en Estados Unidos.
“Es necesario reducir el consumo de combustibles fósiles y, para ello, se requiere tanto la cooperación como el apoyo internacional. A medida que los países comunican compromisos climáticos más ambiciosos antes de la Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU 2021 en Glasgow, tienen la oportunidad de incorporar metas y medidas para disminuir la producción de combustibles fósiles en estos planes, o en las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC)”, concluye Cleo Verkuijl, investigadora de SEI y coautora del informe.
