Una coalición de científicos estadounidenses ha concluido que los desastres relacionados con el clima han aumentado drásticamente desde 2019, impulsados por temperaturas récord y elevadas concentraciones atmosféricas de gases con efecto invernadero



Una coalición de más de 11.000 científicos declaró en 2019 la emergencia climática, estableciendo un conjunto de signos vitales para la Tierra con el fin de medir la acción climática efectiva. Ahora, 20 meses después, en un estudio recogen los resultados de esos signos, que reflejan las consecuencias de “seguir como de costumbre” en relación con el cambio climático.
En concreto, los autores detallan un aumento sin precedentes de desastres relacionados con el clima desde 2019, incluidas inundaciones devastadoras, olas de calor de récord y tormentas e incendios forestales extraordinarios. Además, exponen que tres gases de efecto invernadero clave registraron récords que se fueron extendiendo al 2020 y al 2021. De hecho, en junio se rozaron las 420 partes por millón.
En respuesta a estos hallazgos sin precedentes y la crisis climática en curso, el estudio pide una “eliminación gradual de los combustibles fósiles”, así como el establecimiento de reservas climáticas estratégicas para el almacenamiento de carbono y la protección de la biodiversidad. Por otro lado, reclaman un precio global del carbono lo suficientemente alto como para inducir la «descarbonización» en todo el espectro industrial y de consumo.«Los desastres y patrones climáticos extremos que hemos presenciado en los últimos años, sin mencionar las últimas semanas, destacan la mayor urgencia con la que debemos abordar la crisis climática«, señala Philip Duffy, coautor del estudio y director ejecutivo del Woodwell Climate Research Center.
«Sin un plan para la descarbonización rápida y las inversiones a gran escala en soluciones climáticas naturales, estos indicadores de cambio climático continuarán empeorando, empujando nuestros ecosistemas esenciales más allá del punto de recuperación», añade.
En el estudio también se desprende que la deforestación está llegando a unos límites insostenibles. En los Estados Unidos, por ejemplo, el área total devastada por los incendios en 2020 alcanzó las 4,1 millones de hectáreas, la segunda más grande jamás documentada.
Del mismo modo, las tasas anuales de pérdida de bosques en la Amazonía brasileña aumentaron tanto en 2019 como en 2020, alcanzando un máximo de 12 años de 1,11 millones de hectáreas deforestadas en 2020.
El hielo marino también tuvo cabida en este estudio, de que dicen que está disminuyendo a niveles históricos. La edificación de los océanos, junto al estrés térmico, está amenazando a los arrecifes de coral de los que más de 500 millones de personas dependen para la alimentación, turismo y defensa frente a eventos extremos.
«Existe una creciente evidencia de que nos estamos acercando o ya hemos superado los puntos de inflexión asociados con partes importantes del sistema terrestre, incluidos los arrecifes de coral de aguas cálidas, la selva amazónica y las capas de hielo de la Antártida Occidental y Groenlandia», argumenta William. Ripple, autor principal del estudio y profesor distinguido de ecología en la Universidad Estatal de Oregón (OSU).
«Necesitamos cambiar rápidamente la forma en que estamos haciendo las cosas, y las nuevas políticas climáticas deberían ser parte de los planes de recuperación de COVID-19 siempre que sea posible. Es hora de que nos unamos como una comunidad global con un sentido compartido de cooperación, urgencia y equidad», concluye.
