Rusia es uno de los mayores contributores al cambio climático, al ser el cuarto mayor productor de gases de efecto invernadero . Y es uno de los pocos que puede beneficiarse de un aumento de las temperaturas, aprovechando el deshielo del Ártico para transportar mercancías por la Ruta del Norte, más corta que otras alternativas usadas más habitualmente. Pero el aumento de las temperaturas del planeta también tiene consecuencias adversas para Rusia: el permafrost se deshace. Este tipo de suelo presente en climas fríos o muy fríos tiene capas subterráneas de hielo que pueden medir hasta un kilómetro. Actualmente el 24% de la superfície emergida de la tierra es permafrost.
Y buena parte de ella está en Rusia, pues cerca del 60% de su superfície es permafrost. Y el país euroasiático es el más extenso del mundo. El fundimiento del hielo subterráneo puede ser problemático no solo para Rusia, si no para el mundo entero. Según explica Alexander Fedorov, subdirector científico del Instituto del Permafrost de Yakustk (población al este de Rusia, en Siberia), que “si el permafrost se derrite, este carbono irá a la atmósfera, lo que significa que el efecto invernadero aumentará mucho, los efectos invernadero”.
Que se deshiciera todo el permafrost de Rusia sería grave, aunque para ello, según comenta el subdirector del Instituto del Permafrost “se necesitarían siglos, quizás milenios”. Pero dentro de esas capas de hielo hay una bomba en forma de ingentes cantidades de gases de efecto invernadero que acelerarían aún más el calentamiento global. “Se ha calculado que en el permafrost hay el doble del dióxido de carbono que en la atmosfera” explica.
Por ello, si este se liberara sería una catástrofe medioambiental y se acelereraría progresivamente el calentamiento de la Tierra, con todos los efectos nocivos que eso conlleva, como la pérdida de biodiversidad, aumento de la frecuencia de sequías e inundaciones, entre otros.
Peligros añadidos
Para el país euroasiático no solo es peligroso por la cantidad de gases de efecto invernadero, también por el hundimiento de tierra que puede afectar a grandes ciudades de Rusia como Yakutsk, Magadán o Norislk, todas ellas con centenares de miles de habitantes, así como a miles de otras poblaciones de menor tamaño.
Ya se han producido hundimientos de tierra a causa de la fusión del permafrost en algunos puntos de Rusia y uno de ellos provocó un derrame de combustible en Norilsk. La estructura que aguantaba el depósito que se encontraba en el permafrost se derritió por una ola de calor. Dicho accidente derramó combustible que afectó a una zona de cerca de 350 kilómetros cuadrados. La zona llevaba semanas con temperaturas anormalmente altas para esa latitud, llegando incluso a los 38º. Según cálculos del Ministerio ruso de Recursos Naturales, la fusión de las capas de permafrost podría hacer perder cerca de 65.000 millones de dólares en infraestructura, 75.000 kms de gaseoductos y oleoductos (dos exportaciones muy importantes para la economía rusa) y cerca del 40% de todo lo que se ha construído encima de permafrost ya habría sufrido daños de algún tipo.


También se especula que la fusión podría liberar microorganismos que la Humanidad nunca ha conocido, con el peligro que eso conllevaría para la salud pública. Algunos de ellos llevan millones de años en el hielo, y se han encontrado microorganismos que pudieron ser revividos en laboratorios. Entre los seres encontrados hay diferentes tipos de hongos, bacterias, arqueobacterias, virus, bacterias y protozoos. En 2015 se vinculó la aparición de un cadáver de un reno bajo el permafrost con un caso de carbunco que mató a un niño.
Proteger la cuarta parte de la tierra
Es importante no perder el permafrost y los gobiernos toman partido para protegerlo. Explica Fedorov que “Rusia es consciente de ello (importancia del permafrost). Ellos tomaron esta decisión el pasado 2021”. Según apunta, aunque anteriormente solo desde organizaciones científicas se monitoreaba el estado del permafrost, “ahora el monitoreo del permafrost se lleva a cabo bajo los auspicios del Gobierno de la Federación Rusa”. Concluye que a las autoridades del país “les preocupa que sea muy peligroso”.


Años atrás la actitud del gobierno rusos respecto al cambio climático era totalmente distinta, siendo el mismo presidente ruso un defensor del escepticismo climático, que en 2003 dijo que “quizás para nuestro país tampoco sería tan malo el cambio climático (…) así gastaremos menos en abrigos y nuestras cosechas serían más productivas”. El pasado 2021 ya adoptó otra retórica y culpó de los enormes incendios en Siberia al calenamiento global. Este ha sido una de las grandes motivaciones de las autoridades rusas para cambiar el planteamiento, además del aumento de la preocupación a escala global, así como el aumento de catástrofes naturales, que ha golpeado al país más grande del mundo con olas de calor en al norte de la Rusia asiática e inundaciones en el sur de Siberia.
Para proteger el permafrost no solo de Rusia, son necesarios acuerdos como el climático de París o el protocolo de Kioto según los expertos. Explica Fedorov que “tales iniciativas pueden preservar y minimizar el degradamiento del permafrost”. También añade que otra opción es “preservar los bosques boreales, entonces podemos frenar la pérdida de este tipo de suelo”.
