Doble golpe climático en la provincia más occidental de Canadá

Doble golpe climático en Canadá

Doble golpe climático en Canadá

Los habitantes de la Columbia Británica, la provincia más occidental de Canadá, han tenido el dudoso honor de presenciar en un mismo año incendios devastadores y grandes inundaciones, una consecuencia directa del cambio climático que es motivo de gran preocupación


Argemino Barro
Nueva York | 26 noviembre, 2021


A veces a la naturaleza le da por recordarnos su fuerza, sobre todo en los últimos tiempos. Los testigos de un incendio aseguran sentirse sobrecogidos por la visión del resplandor rojo en el horizonte y el sabor ceniciento del humo en sus bocas y gargantas. Quienes han visto inundaciones recuerdan la imagen de vehículos siendo arrastrados, como si fuesen una pluma o una brizna de hierba, por ciudades convertidas en ríos. Los habitantes de la Columbia Británica, la provincia más occidental de Canadá, han tenido el dudoso honor de presenciar ambos desastres en apenas seis meses.

La “cúpula de calor” que se colocó allí entre junio y agosto dejó casi 600 muertos, más de un tercio de ellos el mismo día. Los ciudadanos de Vancouver y alrededores volvieron a encerrarse en sus viviendas. Un confinamiento dictado por los incendios y las temperaturas extremas, que alcanzaron, por primera vez desde que se empezaron a registrar, los 49,6 grados centígrados. Una incandescencia capaz de quebrar las autopistas canadienses como si hubiera habido un terremoto.

Su recuerdo, sin embargo, ha sido eclipsado por una nueva ordalía. A mediados de noviembre, las fuertes lluvias y el desbordamiento de los ríos inundaron esta provincia. Los puentes destrozados y los peligros de alud dejaron a Vancouver casi incomunicado. Las únicas carreteras viables eran las que venían de Estados Unidos. Unas 18.000 personas quedaron aisladas. Seis perdieron la vida. Igual que la ola de calor, se trató de un episodio único en la memoria reciente de Canadá, agravado, según han apuntado varios científicos, al calentamiento global.

“Podemos ver la señal del cambio climático en la intensidad de las lluvias. Proviene de la física básica de que un planeta más cálido genera lluvias más fuertes”, dice a El Ágora Simon Donner, científico climático y profesor de la facultad de geografía de la Universidad de Columbia Británica. “La costa oeste de Canadá está acostumbrada a los inviernos húmedos, especialmente durante episodios de la La Niña como este que estamos experimentando. Pero nada como esto había pasado antes. Las lluvias durante este episodio de ‘río atmosférico’ han pulverizado absolutamente los récords. Y aterrizaron encima de suelos y ríos que ya estaban llenos del agua de anteriores tormentas”.

El “río atmosférico” es una corriente de aire cargada de humedad, que se forma cerca de Hawai y que viaja a toda prisa en dirección norte. Al llegar a la costa occidental de Canadá, choca contra sus montañas y se descarga antes de alcanzar las zonas donde se concentra la población. Este año, sin embargo, el río atmosférico vino tan cargado que superó las montañas y anegó partes de la provincia.

Canadá
Inundaciones en Vancouver el pasado 14 de noviembre. | EFE/EPA/Ministry of Transportation

Los incendios, el calor y ahora las inundaciones han confirmado las advertencias que emiten desde hace tiempo las organizaciones ecologistas. El pasado octubre, el Canadian Institute for Climate Choices, un centro de análisis climático parcialmente financiado por el Gobierno canadiense, avisaba de que la región de la Columbia Británica experimentaría con mayor regularidad fuertes lluvias e inundaciones. Pocas semanas después de salir el informe se cumplían las predicciones. Ahora, las voces ambientalistas piden medidas para reducir o amortiguar los fenómenos extremos.

Un miembro de este centro de análisis, Dylan Clark, afirma que está en manos de las distintas ramas del gobierno aportar soluciones. “A nivel federal hay dos cosas importantes: necesitamos mejor información de riesgo”, dice Clark a El Ágora. “Comparado con EEUU, Canadá está muy por detrás. EEUU tiene los mapas de inundación de la FEMA [acrónimo en inglés de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias] y son bastante buenos a la hora de entender el riesgo de inundación a lo largo del país. En Canadá a muchas comunidades se las deja que adivinen si hay riesgo de inundación o no”.

El segundo factor importante, según Clark, es movilizar el capital necesario para adaptar las infraestructuras a este tipo de impactos. “Se necesitan más y mejores inversiones en unas infraestructuras resilientes”, dice. “Hemos mostrado que hay ahorros de costes sustanciales en el futuro porque reduciríamos la magnitud de estos episodios que vemos en el continente”.

Las demandas de acción, por parte de los científicos y las organizaciones ambientalistas, encuentran una actitud cada vez más receptiva entre la mayoría de los canadienses. Y esto se puede llegar a traducir en políticas oficiales.

El informe The Climate Coverage in Canada, elaborado por investigadores de las universidades canadienses de Victoria, Mount Royal y First Nations, y por la agencia sociológica Research Co., plasma la creciente conciencia pública respecto a la gravedad del cambio climático. Dice el informe que el 91% de los científicos y el 93% de los periodistas están de acuerdo en “cubrir el cambio climático como una crisis”, algo que también piensa el 73% de la población. Se especula que los números hubieran sido algo mayores de haber coincidido la encuesta unos días después, y no antes, de las inundaciones en la Columbia Británica.

Esta opinión pesa sobre los partidos canadienses. Para la mitad de los votantes del Partido Liberal, en el poder con el primer ministro, Justin Trudeau, y del también centroizquierdista Nuevo Partido Demócrata, el cambio climático es la principal preocupación. Un fenómeno que antes estaba en el futuro y ahora se ha materializado en formas concretas. En las últimas elecciones, el 63% de los electores votaron a partidos que defendían recortes a las emisiones contaminantes.

Canadá
Incendios en la región canadiense de Yukon en 2018.

“La centralidad del cambio climáticos en nuestras recientes elecciones federales sugiere que los canadienses y el Gobierno federal están siendo inspirados para la acción”, asegura Simon Donner por correo electrónico. “Por ejemplo, el Gobierno federal está, por primera vez, prometiendo limitar las emisiones de los sectores de gas y petróleo. Dicho esto”, continúa, “lo que necesitamos continuar comunicando son los beneficios de emprender acciones (cielos más limpios, ciudades más saludables), no solo los costes de la inacción. Cuando tomas unan gran decisión, deberías de correr hacia algo, no solo huir de algo”.

“El cambio climático es cada vez más tangible, podemos sentirlo en el día a día. Creo que esto continúa haciendo avanzar las políticas de acción climática”, añade Dylan Clark. “Necesitamos reconocer que estos episodios no son producto del azar”.

El primer ministro, Justin Trudeau, declaro el miércoles, ante el parlamento canadiense, que los impactos del cambio climático han llegado “antes de lo esperado, y son devastadores”. Trudeau prometió reforzar el Fondo de Mitigación y Adaptación a Desastres, creado en 2018 con una cantidad planeada de 2.000 millones de dólares para los próximos 10 años. “Continuaremos incrementando la financiación a medida que ayudamos a las comunidades y continuamos ayudando a que los canadienses superen estos momentos difíciles”, dijo el jefe de Gobierno.

Acontecimientos climáticos tan contrastados como una época de sequía, calor e incendios, seguida de fuertes lluvias e inundaciones, pueden profundizar los efectos sobre el ecosistema y la economía local. Como explican expertos a The New York Times, la sequía seca la vegetación, que se vuelve más vulnerable a los incendios, los cuales destruyen o debilitan las plantas. Esto hace que los suelos, al quedarse expuestos, sean menos permeables a las lluvias. Si aún encima estas llegan con el doble de intensidad, la consecuencia son las inundaciones y los aludes de tierra.

“Mi familia tiene suerte de vivir en un vecindario y trabajar en una institución donde las fuertes lluvias no se tradujeron en inundaciones desastrosas, más allá del agua en los sótanos de la gente”, dice Simon Donner, que vive en Vancouver. “Pero esto solo refleja las grandes desigualdades del cambio climático. No estamos siendo igualitariamente afectados por los episodios extremos. Los granjeros y las comunidades más pequeñas del interior de la provincia han sufrido mucho más que la gente en la cara ciudad de Vancouver”.



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