El hielo del océano Ártico llega a un mínimo histórico en 2020

El hielo del océano Ártico llega a un mínimo histórico en 2020

Acaba de terminar la época de deshielo en las aguas del Ártico, dejando el segundo mínimo histórico, solo superado por 2012. Además, la tendencia es evidente: los 14 años con menos hielo registrados han sido los 14 últimos


Desde hace años, los científicos del clima y muchos ciudadanos preocupados por el medio ambiente y el cambio climático se han acostumbrado a esperar una noticia que se repite a mediados de septiembre.

Por estas fechas, cuando comienza el otoño en el hemisferio norte, se publica el informe del National and Snow Data Center de EEUU, fuente de referencia internacional para estas cuestiones, sobre el estado del hielo en el océano Ártico.

El creciente aumento de las temperaturas ha convertido estos balances en una sucesión de datos a la baja que confirman una preocupante tendencia al descenso del hielo marino. Y el informe de este año confirma la pauta.

El agua helada ha llegado a cubrir este año menos de cuatro millones de kilómetros cuadrados. Es la segunda vez que se baja de esa cifra, y solo se ha visto un verano peor con el récord  por registrado en 2012.

Según informe al NSIDC, este 15 de septiembre, el hielo marino del Ártico alcanzó su extensión mínima anual, quedándose en los 3,74 millones de kilómetros cuadrados. Una cifra equivalente a algo más de siete veces España, lo que parece una superficie notable. Pero pequeña, si se tiene en cuenta que en décadas pasadas el hielo en verano cubría hasta siete millones de kilómetros cuadrados.

Básicamente, desde que empezaron a tomarse medidas por satélite en 1979, el hielo ártico en verano se ha reducido a la mitad.

“La cifra registrada este 2020 es la segunda más pequeña en el registro satelital de 42 años, lo que refuerza la tendencia a la baja a largo plazo en la extensión del hielo del Ártico, afirma el NSIDC. A partir de ahora, la extensión del hielo marino comenzará a aumentar estacionalmente durante el otoño y el invierno.

Lo que se observa es que, año tras año, el hielo desciende más en verano y no logra recuperar en invierno extensiones de antaño. Visto en un time lapse rápido, es un pulso de crecimiento y descenso que cada vez ocupa menos espacio. Además, y este es un elemento fundamental, el grosor de la capa de hielo es cada vez más débil quebradizo.

Los últimos 14 años, los peores

Además, 2020 no marca solo una plusmarca anual, sino que confirma una tendencia. Las 14 extensiones más bajas en la era de los satélites se han producido en los últimos 14 años.

El mínimo establecido para este 2020 está 2,51 millones de kilómetros cuadradospor debajo de la extensión mínima promedio de 1981 a 2010.

En la Antártida, por su parte, que está pasando ahora el invierno austral, la extensión del hielo marino está ahora muy por encima del promedio y dentro del rango de las 10 extensiones de hielo más grandes registradas, lo que subraya su alta variabilidad de un año a otro, señala el NSIDC. El máximo anual de hielo marino antártico suele ocurrir a finales de septiembre o principios de octubre

La fusión alimenta el proceso de deshielo

A diferencia de la Antártida, que es un enorme continente con montañas de más de 3.000 metros cubiertas de hielo, el Polo Norte es un océano y está más expuesto a los cambios en el hielo pues la alteración de las corrientes oceánicas lo expone a cambios de temperatura.

Es un ciclo de retroalimentación acelerada. El agua es más oscura que el hielo y absorbe más el calor que este. Cuando el hielo se derrite deja expuestas zonas del mar que se calientan más rápido, y esta energía extra alimenta un mayor deshielo. Es lo que los científicos califican como feedback positivo, retroalimentación o cambios no lineales. Algunos efectos naturales tienen crecimiento exponenciales, y no progresivos. Y hay puntos de no retorno a partir de la cual la inercia de los cambios se hace ya irreversible.

El comienzo de septiembre es el final de la época de deshielo, pues a partir de ahora las temperaturas empezarán a bajar y el hielo comenzará a recuperarse. El casquete polar flota sobre el mar, y cada año se expande y se contrae con los cambios de estación.



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