Según el PNUMA, las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) se reducirán hasta un 7% en 2020 a causa de la ralentización de la actividad por la pandemia de covid-19, una caída que en España llegará al 15% respecto al año anterior, un descenso sin precedentes



La crisis del coronavirus y la paralización de la actividad económica en muchos países durante meses ha supuesto un importante respiro para la atmósfera. Un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) indica que, como resultado de la reducción de viajes, la menor actividad industrial y la caída en la generación eléctrica este año debido a la pandemia, se prevé que las emisiones de dióxido de carbono caerán hasta un 7% en 2020. Es más, esta reducción alcanzará hasta el 15% en España, según un estudio realizado por el Basque Centre for Climate Change (BC3), aunque en ambos documentos se hace hincapié en la más que posible temporalidad de esta buena noticia y en la necesidad de tomar medidas más ambiciosas para frenar el calentamiento global.
Según el PNUMA, esta caída en las emisiones de carbono «significa sólo una reducción de 0,01 grados centígrados del calentamiento global para 2050», por lo que no impide que «el mundo todavía se dirija hacia un aumento de temperatura superior a los 3 grados centígrados este siglo». Es decir, a pesar del parón forzoso que ha supuesto el coronavirus, el planeta está aún lejos del objetivo de mantener esa temperatura por debajo de 2 grados que recoge el Acuerdo de París (2015) sobre la disminución de emisiones, que este fin de semana cumple cinco años.
En cualquier caso, el estudio internacional constata que la «disrupción económica» provocada por la crisis del coronavirus «ha desacelerado brevemente -aunque está lejos de haber eliminado- el efecto histórico y cada vez mayor de la actividad humana en el clima de la Tierra», que se observa por ejemplo a través del incremento de los fenómenos meteorológicos extremos. «Mientras el mundo lidia con los impactos continuos de la pandemia del covid-19, la crisis climática no ha desaparecido«, ha recordado la directora ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen.


De hecho, el informe apunta que las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero continuaron creciendo por tercer año consecutivo en 2019, cuando alcanzaron un nuevo récord de 59,1 gigatoneladas de equivalente a CO2, récord que parece haber sido superado este año. Según el estudio, las emisiones globales de gases de efecto invernadero han subido una media del 1,4 % anual desde 2010, con un avance más rápido del 2,6 % en 2019 debido a un gran aumento de los incendios forestales.
«El año 2020 lleva camino de ser el más cálido que se ha registrado. Los incendios forestales, las tormentas y las sequías siguen causando estragos mientras los glaciares se derriten a un ritmo sin precedentes», ha alertado Andersen. Por eso, desde el PNUMA hacen hincapié en la necesidad de apostar por una recuperación verde que incentive formas de generar energía libres de dióxido de carbono y considera que así se podría hacer que se recortaran un 25% las emisiones de gases de efecto invernadero mundiales en 2030 respecto a lo que ocurrirá con las políticas actuales.
Una caída histórica en España
Casi al mismo tiempo que se publicaba este informe del PNUMA, el BC3 lanzaba otro completo estudio en el que se detallan cómo se traduce este descenso global de emisiones en el caso español. Y sus resultados con concluyentes: el freno a la actividad económica que ha supuesto el coronavirus ha facilitado que se logre el récord nacional de reducción de dióxido de carbono, con casi un 15% menos que el año pasado. Esta caída es de hecho la mayor desde que arrancaron en 1990 los inventarios nacionales de gases de efecto invernadero, ya que la marca anterior correspondía a 2009, cuando la crisis financiera desencadenó una caída del 9,6%.
Además, los autores del informe destacan que este 2020 marcará también la primera ocasión en el que las emisiones de estos gases se situarán por debajo de los niveles de 1990, en concreto, un 7% menos. Este hito es especialmente importante porque esa fecha es la que se suele tomar como referencia en los compromisos climáticos, como el Acuerdo de París o el Pacto Verde Europeo. En este sentido, y aunque aún está en trámite parlamentario, la nueva Ley de Cambio Climático que ha impulsado el Gobierno fija que en 2030 se logre un recorte de al menos el 23% con respecto a 1990.
Por supuesto, el coronavirus explica gran parte de la reducción: según se apunta en el informe, la caída de las emisiones más pronunciada se produjo durante los primeros meses de la pandemia: en abril descendieron un 31% y en mayo un 22%. Además, aunque la bajada en la contaminación atmosférica fue menos acusada durante la fase de desescalada, la llegada de la segunda ola y las nuevas medidas de contención han mantenido la tendencia.


Sin embargo, no todo se puede achacar a la influencia del coronavirus. El adiós al carbón de España, que el pasado mes de julio cerró la gran mayoría de las centrales térmicas y fijó un plazo para clausurar las pocas que quedan todavía en activo, ha aportado también su granito de arena. Además, en primavera el consumo de carburantes para automoción se redujo un 42% con respecto al mismo periodo del año anterior y el consumo de querosenos para la aviación un 77%. Por tanto, según se apunta en el informe, el 71% de la reducción de 2020 sería responsabilidad de la pandemia, pero el otro 29% se podría asociar a la marginación del empleo de carbón para la generación eléctrica y la caída en el consumo de carburantes.
Es más, los investigadores calculan que, si no se hubiera producido el parón de la actividad por la pandemia, el descenso global en España de los gases de efecto invernadero habría rondado el 4%. Pero también alertan sobre el peligro de que se produzca un efecto rebote con la recuperación que deje estos avances en nada y dejan claro que con esta reducción temporal «no es suficiente».
